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La televisión nacional carga con una pesada cruz. Por estar sostenida sobre los hombros de dos monopolios mediáticos y al tener que compararse con producciones internacionales, se le ha tildado de oportunista y mediocre. Sin embargo y pese a sus múltiples problemas, en los últimos años ha hecho méritos para ganarse el respeto y consideración de la audiencia.

Se ha vuelto difícil admitir en público que soy consumidor de producciones nacionales; por la asociación de la industria con “culebrones” o “narco novelas”, he sido considerado como inculto o superficial. Aunque la reiteración hasta el cansancio de estos temas en la pantalla chica explica en parte esta percepción, creo que últimamente se ha hecho un esfuerzo notable por escapar de esos estereotipos y sobresalir frente a la abrumadora oferta de otros medios, en especial por la calidad de las producciones desarrollada por nuestros canales.

El impacto del narcotráfico en nuestra sociedad catapultó el desarrollo de series y telenovelas que muestran y aprovechan directamente los referentes de esta cultura. Así, la normalización de la búsqueda del “dinero fácil”, la objetificación de las mujeres y la violencia extrema, han encontrado, sin mayor dificultad,  un hogar en la narrativa audiovisual colombiana. Este teatro es validado por la realidad que nos presentan los noticieros diarios y construye para nosotros una versión del mundo en el que estos valores son comunes.

Pero, a mi modo de ver, la época de la narco televisión está empezando a desaparecer. Recientemente, producciones como “La Niña”, “El Doctor Matta”, y “La Ley del Corazón”, han desafiado los ya trillados estereotipos de siempre y se han propuesto presentar realidades que no solamente son temáticamente más arriesgadas, sino que cuentan con una excelente producción.

Aunque temáticas complicadas como el abuso sexual, la guerra, la diferencia de clases y la aceptación de las personas trans, han sido ya explorados en el medio, es la primera vez que esta exposición se ha dado en el horario estelar de la televisión, sin olvidar aquellas series que nos recrean la historia y la hacen más fácil de aprender.

También hay que reconocer el crecimiento que ha tenido la televisión, más allá del panorama del horario “Triple A”; en el ámbito cultural son de destacar los proyectos que se han llevado a cabo en Señal Colombia, que se ha posicionado en los últimos años como el líder de las producciones audiovisuales culturales y aquellas orientadas a la audiencia infantil.

Se cree que por tratarse de productos diseñados para el entretenimiento, las series de televisión y las novelas son banales y no merecen ser apreciadas, pero no podemos olvidar que todas estas representaciones son parte de nuestra cultura y, más allá de que sean “buenas” o “malas”, dicen mucho de nosotros y de nuestra sociedad. Por esto, están dotadas de un inmenso poder que, como televidentes, debemos contrarrestar con ejercicios constantes de crítica y reflexión.

@FDavilaL

Fernando Dávila Ladrón De Guevara

Rector Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano

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