Entrevista con Manuel Suso Cárdenas, pionero de 92 años, que trabaja con 500 pequeños proveedores. «Hoy son las libélulas, las arañas y demás insectos los que nos cuidan los cultivos de día y de noche».
Por Gisela Cujar Tenorio, comunicadora social y periodista. Especial para Color de Colombia.
Uno de los temas de mayor auge en el mundo de hoy es el cuidado personal. Los altos índices de sobrepeso en países considerados como desarrollados preocupan a sus gobiernos, los cuales constantemente elaboran campañas para combatir esta situación, que a partir de los años 90 fue considerada como un problema de salud pública.
Entre las causas de este sobrepeso en jóvenes y adultos mayores está el sedentarismo y la mala alimentación, siendo ésta fuente principal de extracción de energías para su funcionamiento vital.
Dicha alimentación, cuando se fundamenta a base de carbohidratos y grasas, tiende a llenar el cuerpo de depósitos adiposos con altos contenidos calóricos. La producción de alimentos orgánicos aparece hoy como la opción más saludable para consumir alimentos de manera inteligente.
Así pues, países como Colombia, ricos en biodiversidad, presentan suelos y la situación atmosférica propicia para el cultivo de dichos productos.
Color de Colombia entrevistó a uno de los gestores de la primera producción de arroz orgánico made in Colombia, y además producido en el andén del Pacífico, Manuel Suso Cárdenas, presidente y fundador de Arrocera La Esmeralda.
Dicha producción, además de beneficiar a todos los consumidores del cereal, favorece a las comunidades que habitan el río Naya, Patía, Timba y Jamundí, entre otras poblaciones que presentan altos índices de incidencia de grupos al margen de la ley.
¿Hace cuánto tiempo se fundó Arrocera La Esmeralda?
La arrocera La Esmeralda se fundó en 1950 en Jamundí, pero desde 1935 mi padre Faustino Suso y mi madre Blanca Julia Cárdenas, conocida como “Blanquita”, ya eran socios del Molino Buga. Esa es una historia de 80 años. A mis 92 todavía recuerdo cómo el Valle proveía de alimentos a casi toda Colombia.
¿Dónde y por qué fue fundada la arrocera?
Se fundó en Jamundí como una zona nueva de expansión agrícola y con condiciones óptimas para el arroz que seguimos impulsando.
¿Cuáles son los productos principales de la arrocera?
Tenemos el Blanquita como arroz Blanco, Integral, Premium y recientemente nos certificamos con arroz orgánico. Tenemos también la marca Esmeralda y Oryza que compiten en diferentes nichos.
¿Por qué cultivar un arroz orgánico, que demanda un cuidado exhaustivo en cuanto a la conservación del grano, el aumento en el tiempo de cultivo y la conservación de las prácticas ancestrales en las comunidades?
La agricultura moderna exige sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente. Esto no hace que los costos del cultivo sean más altos: al contrario, la naturaleza interactúa en beneficio del arroz y los demás alimentos, cuando se dejan funcionar sus factores benéficos.
La eliminación de insecticidas y fungicidas que hemos logrado en casi todos los cultivos nos llevó a lo orgánico. Hoy son las libélulas, las arañas y demás insectos los que nos cuidan los cultivos de día y de noche.
Los Sellos Ecocert de arroz Orgánico son el resultado de estas prácticas que hemos certificado con toda la rigurosidad y trazabilidad. Hoy no sólo podemos vender en los Estados Unidos, sino también en la comunidad Europea.
¿Qué características especiales tiene los pueblos del Pacífico, como “El Naya”, Tumaco, López de Adentro y la Bertha donde se realiza este tipo de cultivos?
La arrocera trabaja con aproximadamente 500 proveedores, que a su vez generan más de 3.500 empleos. Un 80% de ellos tienen menos de 5 hectáreas. Pero con los altos rendimientos que obtienen y los bajos costos, son muy rentables y pueden sostener a sus familias.
Este modelo es el resultado de casi 25 años, donde entendimos que la educación es lo primordial. Luego sigue la financiación en productos, y la maquinaria adecuada a cada región, que es lo que los hace tan eficientes.
Las zonas que me mencionó, y otras como el Patía, Timba y Jamundí, entre otras, son de conflicto, pero la “Fuerza de Los Alimentos” como dice Valle en Paz, es la que trae estabilidad y bienestar.
¿Qué quiere expresar la arrocera cuando habla de “un comercio justo solidario y responsable”?
La auditoría de certificación orgánica al ver que “Blanquita” no sólo producía arroz en condiciones óptimas sino que también educaba a los agricultores y promocionaba el cuidado del medio ambiente, decidió que también somos merecedores al sello de comercio justo “Fair Trade”.
¿Cuándo tendremos el primer contenedor de la arrocera La Esmeralda con su Arroz Orgánico Edición limitada, producido 100% en el Pacifico Colombiano en el mercado norteamericano?
Estamos vinculados a un programa espectacular que se llama “Manos Visibles”. Estamos comprometidos a dar asesoría y garantizar la compra de los productos a los mejores precios, pero el programa de autoconsumo que tanto hace falta en la zona costera del pacífico debe ser primero.
No sé si exportaremos pronto, pero sí enseñaremos a las personas a que se alimenten con sus propios productos.
Tampoco sabría decir qué número familias serán, pero sí garantizo que en los primeros cursos dictados a quienes se han desplazado desde Chocó, Valle, Cauca y Nariño a Jamundí, nos mostraron el potencial y talento de las personas que con su empeño cambiarán la minería y los cultivos ilegales por esta actividad.
En el tema de las aves que llegan de paso a los humedales donde se cultiva el arroz, ¿por qué cuidarlas?
Como le decía, todo se convierte en un círculo virtuoso. Al no fumigar aparecen los benéficos, que a la vez son comida de las aves. Ya la Fundación Calidris ha identificado casi 130 especies, muchas de ellas migratorias y otras que se creía extintas. Esto nos hace felices y por eso somos patrocinadores de la Feria Mundial de Aves que se realizó en febrero en Cali.
Cuéntenos del Premio Nacional de Ecología Planeta Azul en la categoría empresarial.
Ese premio nos llena de orgullo. La preocupación principal de la humanidad y la agricultura es el agua, cada día más escasa. Nosotros hemos aprendido a manejarla eficientemente reduciendo de 25.000 a 7.000 metros cúbicos por cosecha.
También estamos haciendo cosecha de agua en las laderas con el programa de FLAR, que son reservorios de aguas lluvias que acumulan en abundancia y salvan cosechas y familias en escasez.
Sueño también que el plan Lilienthal que la CVC concibió en 1954 se pueda ejecutar. Estos 111 reservorios le darían tranquilidad y competitividad a toda esta región del Valle. Desde 1954 quedó todo planeado, pero con algunos ajustes se podría ejecutar.
Por último, ¿cuál es el mensaje de la arrocera en cuanto al aporte desde la productividad en el proceso de paz?
Llevamos estos 80 años produciendo alimentos sanos y cada día se necesitan más. Le garantizo que en esta historia hemos comprobado que la fuerza de los alimentas llevará a una Colombia en paz.
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