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«El tacón no hace a la fufurufa». La defensa apasionada de los tacones en la pluma de ‘Pepa María’ Riascos circula ampliamente en los nichos de la moda y femeninos. 
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Por Isabel ‘Pepa Maria’ Riascos, consultora de moda. @IsabeLRiascos 
(…) Resulta que estaba en el baño de un hotel de una ciudad bastante pequeña, por no decir pueblo y ese día mis zapatos recibieron elogios y otros demonios, como por ejemplo el de la típica tía rancia (¿quien no la tiene?) que se me acerca mirándome con la nostalgia celosa que sus arrugas áridas de colágeno dejan ver y me dice: 
!hmm, por aquí las que usan tacones son las FULANAS mijita!. 
(…) Frase que me sacó la mismísima piedra, por supuesto, pero esta vez aplique la bala diplomática por su respetable edad y le dije: 
Entonces tía, yo soy una fulana, y de las caras y con buen gusto para costearme estos zapatos entonces! A lo que responde: ¡hmm! bonitos si son… pero allá tú y tus modernismos. 
Momento que me causó bastante estupor. Y es que el zapato era un clásico best seller. Era un zapato alejado de todo concepto de lobería, eran simplemente altos.
Ante tal expresión, yo opino totalmente lo contrario: mi pensamiento liberal me hace afirmar que el tacón NO hace a la fulana. A cualquiera le puede pasar una ‘fulana’ por su lado con zapatos sin tacón. 
Por lo tanto, en representación de quienes usamos y amamos los tacones y que por lo menos NO vivimos de la vida alegre, sino de la vida triste la de madrugar, trabajar y pagar y pagar, dedico esta columna.
 
Es más, eso me quedó  patinando en el coco hasta que regresé a Cali y me puse a revisar a fondo la historia del tacón.  Intuitivamente asumí que los primeros usos del tacón no fueron de fulanas, y por sorpresa,  no estaba tan mal.
Porque si de remontarnos al pasado se trata, les cuento que en la boda entre Enrique II de Francia y Catalina de Médici, en 1533,  se lucieron los primeros zapatos de tacón alto con tal elegancia, que de inmediato comenzaron a popularizarse en la alta sociedad gracias a la celebración de este evento. 
La Catalina era perversa y elegante, pero no una ‘fulana’, o por lo menos sus diez hijos fueron del mismo Rey.
Ya después, hacia 1660, un zapatero denominado Nicolás Lestage fue capaz de realizar unos zapatos de tacón alto para el rey Luis XIV  y este diseño pronto hizo su variante para mujeres.
Más adelante, Madame de Pompadour (famosa cortesana, fulana o mujer de moral inquieta pero VIP o sea una Very Important Prostitute) llegó a vestirlos haciendo de su estilo el famoso «Tacón Pompadour», usado luego por mil señoritas castizas de sociedad. 
Ah o sea, y que quede bien claro: ¡que el tacón NI  discriminaba, NI definía la moral de una mujer OK!
 
Luego vino ‘El Renacimiento’, ¡BENDITO SEA DIOS! Porque llegó la luz al pensar del hombre. 
Para quienes no recuerdan, o simplemente no tienen ni idea (porque ahora para los peques todo es dame tu pin, reggaetón y al diablo con la historia), este fue un periodo  muy conocido por los cambios políticos, socio- intelectuales, donde muchas mentes despertaron del oscurantismo.  
Para mi fortuna, soy modelo de los 80’s, porque de haber nacido antes del Renacimiento, hoy estaría pintada en libros como alguna hereje quemada por revolucionaria en pro de la liberación femenina. 
En fin… resulta que es en este periodo, en que el calzado dejó de ser un simple zapato y se le empezaron a introducir cambios, como la famosa plataforma,  que además de descansar el pie, nos regala unos nobles centímetros de más que a nadie le caen mal. 
Así pues,  bienvenidos los zapatos de tacón, los mismos que desde el comienzo del siglo XVIII aparecieron para agregar sensualidad a los pies de las señoritas más no fulanitas. 
Y hoy por hoy, son los que se han convertido en objeto del deseo de la mayoría de nosotras, incluso muchas veces algunas hemos sido capaces de pagar sumas ridículas por un par de ellos y no digan que no.
Yo recuerdo haber gastado íntegro mi primer sueldo en un par de zapatos, pues claro; como no pagaba renta, ni leche, ni pañales… pero de que hacemos todo por ellos, lo hacemos!
En la actualidad, los tacones los usamos las mujeres, pero son tan irresistibles que hasta Prince y Simon Cowell llevan su taconcito, porque, quién es que sabe?, tal vez sentirán lo que una siente al espejo al ponerse los tacones súper lindos y glamurosos. 
Lo único que sí sé, es que sólo el tacón tiene la magia de estilizar  la figura reduciéndote hasta 5kgs en 3 segundos, aparte de que nos otorgan cierto grado de glamour, distinción y elegancia. 
Y yo sí les digo, el atuendo que lleves lo define el calzado. Su vestido puede ser de tres pesos  pero si Usted lleva unos tacones bien puestos se lo eleva porque, se lo eleva.
En cambio no aplica para el caso ‘del mismo modo en el sentido contrario’, donde por más lujoso que sea tu vestido, si le pones un tacón de 3 pesos… allí si re-nada-que-ver, se va al suelo tu atuendo.
  
Retomando la frase susurrada a mis oídos que me causó  un leve trauma, considero que el hecho de que alguien lleve zapatos planos NO la hace menos fulana que quien lleve tacones altos. 
Es decir, el tacón NO define a la fulana, así como la cruz en su pecho, no define el diablo en sus hechos. Lo que define su moral considero son sus acciones, ademanes, y en general un conjunto de particularidades que saltan a la vista hasta del más ciego (por delante y por detrás)… protuberancias naturales o falsas. 
Claro está, hay de protuberancias a PROTUBERANCIAS, y no veo cual es el show re-celo y misterio de algunas mujeres con el uso de los glamurosos tacones…
 
Pero bueno, pasando de protuberancias, llegamos al: hay de TACONES a TACONES!. Y yo una enamorada de los zapatos de tacón y entre más estilosos mejor, por supuesto me sentí ofendida e indignada ante tanta ignorancia retrograda al escuchar una frase de esas, porque, perdóname pero discúlpame, yo fufa NO SOY PUES!. 
Yo de inmediato como que: – ‘ve y que, qué paso aquí?’ Me sentí en 1810!. Pero cero que me iba a quitar mis tacones, y jamás iba a aplicar el «a donde fueres haz lo que vieres»; pues siempre insisto en que a donde fueres SE  lo que ERES y punto, con tacón o sin tacón.
De inmediato bajé mi mirada a mis fabulosos tacones y sentí que tanta ignorancia me atropelló la alegría de mi espíritu, y sentí candela correr por mis venas citadinas. 
Pobres mis tacones delicadamente hechos a mano, hermosos y de buen diseño de quien hoy en día calza a medio planeta. 
Y es que, como diablos estigmatizar un tacón?, el tacón es celebrar una vez más el privilegio y elegancia de ser mujer y si Tú, estimada lectora, los puedes llevar con elegancia y muy altos genial por Ti.
Si NO puedes, pues mucho mejor, porque nada más boleta, que una mujer caminando como un gato empinado por no saber llevar bien un par de tacones. 
  
Ahora, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Si va a usar tacones, por favor llévelos como Dios manda, o sea con ‘Glamour mamita’ porque eso de andar como un gato empinado NO ES! 
Una no nace aprendida en el manejo de los tacones, pero tranquilas que los tacones son como los hombres: se doman de a poquito, o usted aprendió a dominar los patines, bicicleta o carro de una sola montada? No, verdad? 
Así mismo es con los tacones, de a poquito, con glamour y paciencia. Esos son los tres honestos tips que se me ocurre darles a quienes les tienen pavor, pero el deseo de usarlos sigue firme: 
el aguante y la técnica de la domada, eso sí salpicado con unas gotas de glamour, o sea, sin escándalos o alaridos en la calle de ¡Ayyy! me matan estos zapatos, eso a nadie le importa, solo a tu súper amiga y eso, no al parche completo.
Hay zapatos que toca usarlos muy seguido hasta que ablanden y se adapten a la forma de nuestro pie. Esto debido a que el cuero tiene que sufrir un proceso de curtido para que no se pudra y conserve la flexibilidad. 
Las sustancias que se le aplican para conseguir ese efecto condicionan el resultado final. Otra cosa, si es porque le quedan apretados le sugiero empapar periódico en alcohol, meterlo a los zapatos y dejarlos así un tiempo; ellos irán van cediendo (los de cuero obviamente). 
Si el caso es más extremo, opta por meterlos en una bolsa y al congelador de la noche a la mañana. Si ya nada funciona usted compró el número que no era. 
Ahora, mi abuela Pepa le enseñó a mi mamá, mi mamá a mí, y yo a ustedes, que si van a comprar zapatos, los deben comprar en la tarde cuando el pie está realmente dilatado. 
No es lo mismo tu pie a las 8AM que a las 5PM. Especialmente si viven en clima caliente. En síntesis, la relación entre el uso y la comodidad que vas sintiendo con ellos, es directamente proporcional. 
Pero definitivamente, lo más importante al usar un tacón es la  actitud, porque en la moda todo es como en la vida misma, cuestión de actitud, practicar mucho y así con paciencia se van domando las incomodidades. Si te sientes incómoda con el calzado o la ropa, se notará. 
 
Solo hazte una promesa: el hecho de que los uses altos o NO que solo dependa de Ti, no del que dirán, ni porque mi amiga los usa ¡por favor! Celebra y defiende tu individualidad como mujer. 
Yo los uso simple y llanamente por el gusto que me da ver como realzan mi atuendo en un segundo, me estiliza las piernas, y me divierte celebrar cuan mujer soy. 
Son glamour al instante, usado por millones de mujeres de todas las esferas socio-culturales, y es un  gran grito a lo que ser mujer, entre muchas otras grandes cosas significa ser, con mis tacones sigo conquistando el mundo y haciendo cosas que las mujeres antes no podían.
Con tacones la mujer gobierna y llega a la casa a seguir edificando su hogar; con tacones la mujer conquista sus nuevos magnos ideales. Pero eso sí mujeres, si los van a usar tengan en cuenta que: los tacones son como los hombres, hay que domarlos de a poquito. 
Y si no,  pues NO sufran por quienes los llevamos. ¡Arriba los tacones! Y recuerden Los crocs, NO hacen parte de ningún atuendo fabuloso.

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