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Seis patrones culturales que los chocoanos deben cambiar para convertir las riquezas naturales y potencialidades en fortalezas reales de su departamento, según la docente universitaria Victoria Blanquised.  
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Por Victoria Blanquised Rivera,  profesora de la Universidad Luis Amigó, de Medellín
El Chocó, tierra de abundantes riquezas naturales, es la región con menos desarrollo en Colombia. Los aspectos que lo hacen diferente y apetecible, son precisamente los que le han impedido avanzar y ser competitivo nacional e internacionalmente.
Sus «riquezas» no han dejado de ser  simples potencialidades, sin llegar a convertirse  en «fortalezas» reales.
El Chocó es el segundo departamento con más alto nivel de pluviosidad, pero no posee hidroeléctrica, ni acueductos, y adicionalmente, las excesivas lluvias deterioran las pocas vías, generan inundaciones.
Las lluvias  hacen menos fértiles algunas subregiones por la acidez  y el empobrecimiento de los suelos, lo que agudiza la situación de miseria.
Sumado  a esto, es la segunda región más selvática de Colombia, pero este hecho no le ha generado beneficios y se ha convertido en un entorpecimiento para el desarrollo, por el tema de la protección al medio ambiente, que beneficia a muchos, pero afecta únicamente a nuestra región.
El Chocó es un territorio pluri-étnico. El DANE establece que el 80% de sus habitantes somos de raza negra, y los historiadores plantean  que fuimos traídos de diferentes lugares del  continente africano, con condiciones de vida, niveles sociales, comportamientos, costumbres y tradiciones muy heterogéneas.
Lo anterior ha dificultado desde entonces nuestra convivencia, por tener que «intentar adaptar» nuestro arraigo ancestral y las actitudes disímiles que traemos en un solo «marco cultural», por lo que es muy recurrente entre nosotros, la búsqueda de protagonismo, el desconocimiento de las capacidades del otro, el apocamiento del liderazgo que aflora en el otro.
Estas conductas podrían ser el resultado de los patrones hereditarios que llevamos en nuestros genes, lo que ha complicado la unificación de voluntades, el empoderamiento de lo nuestro, la creación de empresas, la generación de desarrollo, para ser competitivos como región y generar beneficios comunes para hacer de nuestro Chocó el departamento de las oportunidades.
Nuestra cultura y nuestro arraigo ancestral,  no pueden ser óbice para ser eficientes, eficaces y efectivos en la asunción  de nuestros proyectos con resultados satisfactorios,  compromiso que debemos asumir desde lo individual hasta lo colectivo.
Debemos trabajar de manera consciente en aquellos «modelos» atávicos, que tenemos marcados y que terminan siendo dañinos e inconvenientes para salir del subdesarrollo.
Hago claridad: no me refiero precisamente a los relacionados con nuestra identidad, sino a algunos patrones de comportamiento que son impedimentos para el cambio, bajo el sofisma de que nosotros «somos así».
Nos referimos, entonces, a algunos aspectos culturales, entre los que se destacan:  
1) La cultura de lo mínimo: nos sentimos satisfechos con lo necesario y no acumulamos riquezas, impedimento para ser competitivos empresarialmente, 
2) La cultura del despilfarro: disposición poca o nula al ahorro; los resultados financieros terminan siendo plata de bolsillo, dinero que termina siendo derrochado y al no ahorrar, se niega la posibilidad de acceder a créditos.
3) La cultura de la mentalidad cortoplacista: tenemos aprensión a los proyectos a largo plazo y preferimos los resultados en el ahora.
4) Cultura basada en la incredulidad: dudamos de nuestras capacidades y de las de nuestros corraciales, desconfianza que permite darle preferencia y credibilidad al foráneo.
5) Cultura de la actitud negativa frente a la vida: poseemos una visión negativa y un pesimismo paralizador que nos lleva asumir posiciones excesivamente conformistas, y, por úiltimo;
6) Cultura del poco apego a nuestras potencialidades: hemos vivido expuestos a continuos saqueos, que nos han hecho perder el afecto a la tenencia; nuestras riquezas son nuestras y de todos, es la percepción predominante.
Con todas las experiencias vividas y frustraciones acumuladas, hoy más que nunca tenemos que ser conscientes de que es a nosotros como chocoanos a quienes nos corresponde liderar nuestro desarrollo, y no podemos como ‘raza’ ser inferiores al reto que nos demanda nuestra realidad.
Poseemos el NBI más alto de Colombia y eso no es un chiste, es nuestra verdad, la que nos hace ver como una región poco competitiva.
No se puede desconocer que regularmente afloran algunas chocoanos con liderazgo y visión de desarrollo bien estructurada, pero se quedan en el intento, por los problemas actitudinales que se presentan en la cotidianidad.
Es importante entender que  la responsabilidad no es de unos pocos; se requiere el concurso y voluntad de todos para poder cambiar.

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