Perfil. Con más de 50 años de carrera artística, es una de las actrices afrocolombianas pioneras en la televisión nacional. Su pasión por la actuación, pintura, danza y la pedagogía artística la destacó. La folclorista Mercedes Montaño la reencontró con el Pacífico.
«Los actores afro tenemos que sentarnos a esperar cuatro años a que hagan una producción donde haya muchos negros. ¡No!», dice.
Margoth Velásquez nació en Buenaventura en 1945. Desde temprana edad se mudó a Popayán para estudiar en el colegio San Agustín. Allá la recibió su tía Egletina, quien era maestra y la crió durante gran parte de su niñez.
Margoth regresó a Buenaventura al graduarse, pero al poco tiempo se fue a vivir con su familia a Bogotá, donde entró al Instituto Comercial Moderno, un colegio de mujeres que la formaría como secretaria comercial.
Posteriormente entra a trabajar como secretaria al INCORA, el antiguo Instituto Colombiano de la Reforma Agraria. “Yo entro al INCORA con la intención de trabajar para pagarme yo misma mi carrera de arquitectura, porque mi papá consideraba que ni las ingenierías ni la arquitectura eran carreras para mujeres”, cuenta Margoth.
Ella recuerda que dentro del INCORA había un espacio llamado Forum cultural, donde participaban empleados que tuvieran aptitudes o intereses artísticos. Margoth se había inscrito al grupo de danzas, pero debido a que la maestra Delia Zapata Olivella estaba de gira por Europa, decidió cambiarse al grupo de teatro.
«Yo trabajaba en el INCORA con la única intención de pagarme la carrera de arquitectura, pero el teatro se me atravesó en el camino».
Así empezó su carrera como actriz. Y cada vez surgían más oportunidades. Margoth participó en grupos como Nao Teatro, Teatro Acción Bogotá, el grupo de La Candelaria y de la Universidad Externado.
Pasaron varios años hasta que tuvo la oportunidad de debutar en televisión participando de la telenovela El alférez real (1974):
«Mi maestro de pintura en la Escuela de Artes del Distrito de Bogotá era el jefe de artes de una programadora muy reconocida en la época y que en ese momento ayudó a producir El alférez real«.
«En alguna de las reuniones de preproducción, el director dijo que quería una actriz mulata o negra para el personaje de Andrea, una esclava muy bella, simpática y jovial, y mi maestro de pintura me propuso. Yo fui, presenté la prueba, me quedé con el papel y desde ahí me quedé en televisión».
Después de su debut en televisión, estudió dos años entre 1976 y 1977 en la Escuela Nacional de Arte Dramático. Algunos de sus maestros fueron Santiago García, el entonces director de la ENAD, Gustavo Londoño, Jorge Herrera, Giorgio Antei, entre otros.
Pero Margoth no se imaginaba que en los siguientes 46 años había de participar en 49 series de televisión, 14 películas, 33 telenovelas y 14 obras de teatro; sin contar sus participaciones en radio, comerciales, conferencias, horas de docencia y sus múltiples reconocimientos. Esta vasta trayectoria la ha convertido en una de las actrices más recordadas y queridas por los colombianos.
Margoth, sin embargo, conserva una humildad genuina al referirse a su carrera:
«A mí me hacen el honor de decirme que soy de las veteranas, pero cuando yo llegué a la televisión en el 74, ya había personas que llevaban más de 20 años en la televisión. Fíjate todo el recorrido que ya llevaban los que habían empezado».
Una artista integral
Margoth Velásquez siempre se ha preocupado por cultivar el cuerpo y la mente. Además de la actuación, tiene una gran pasión por la pintura, la danza moderna y folclórica, manejo de títeres y la pedagogía artística. «Yo creo que el actor debe ser un profesional que baile, cante y practique disciplinas que lo enriquezcan a él y a su trabajo», dijo en una entrevista a la revista TV y Novelas en 1992.
«Quizá no se note a primera vista, pero todas esas experiencias de vida y de estudio complementarias me han servido para la conformación de mis personajes. Cuando estás haciendo la investigación, todas esas cosas que has aprendido en danza o pintura salen a flote y enriquecen el personaje. En los musicales como Crónica de una muerte anunciada (2000) o Zarzuela (2017), por ejemplo, me sirvió muchísimo».
Su trayectoria
Antes de debutar en televisión como Andrea en El alférez real, Margoth hizo teatro durante siete años.
«Inicialmente mi idea era estudiar arquitectura, pero se me apareció este gran amor que es el teatro. Antes de llegar a televisión, yo ya había pasado por La Candelaria, había estado en un grupo con Víctor Muñoz Valencia, un director de teatro muy conocido en ese momento».
«Realmente no me inicié en televisión, ya había hecho teatro, danza y mis ensayos de pedagogía artística. En fin, es que yo empecé tempranito este caminar, no hagan las cuentas porque se pegan un embolatada», dice entre risas.
Al preguntarle si cree que es difícil llegar a televisión en Colombia dice que no sabe, pues ella aprovechó la primera oportunidad que tuvo y la siguieron llamando para otras producciones. “En televisión te reciben cuando te requieren. Lo que sí es difícil es mantenerse, que a pesar de algunos inconvenientes te puedas mantener”.
Y Margoth sí que se ha mantenido. En los últimos años ha participado en series y telenovelas exitosas como Bolívar (2019), La esclava blanca (2016), Celia (2015), Tres milagros (2013) y La selección (2013), actuando en esta última como la mamá de Freddy Rincón.
En teatro ha participado en obras que han hecho temporadas enteras en los principales teatros del país, como Doña Flor y sus dos maridos (1991), Crónica de una muerte anunciada (2000) y Ekobios y Ekobias en la tierra del olvido (2006).
En cine se destacan películas en las que ha participado como Canaguaro (1981), La agonía del difunto (1982), L’enfant du bout du monde (1996), Saudó laberinto de almas (2016), La comida en la historia del pueblo negro (2019) y El vivo vive del bobo (2019).
Sus actuaciones le han merecido múltiples galardones y nominaciones en premios como el Simón Bolívar, India Catalina, Esmeralda y Carmen de Lugo. En 2010 recibió del canal Caracol el reconocimiento Homenaje al Talento Colombiano, por su aporte al desarrollo de la televisión colombiana.
Como docente de teatro ha trabajado para la Universidad Externado de Colombia, el Grupo de Teatro del INCORA, la Academia Charlot, la Fundación Julio César Luna, entre otras; y en danza ha enseñado en la Universidad Nacional, el Grupo de Danzas del INCORA, del IDEMA, la Fundación Ballet Cordillera, entre otras, sin contar los proyectos independientes en los que ha sido contratada.
Se quedan sin detallar su participación en conferencias, como jurado en concursos, como asesora de dirección, en teatro leído, en radio y publicidad.
Su amistad con Mercedes Montaño
«Mercedes Montaño significa para mí la reconexión con lo afrocolombiano y el Pacífico», dice Margoth sobre su amistad con una de las principales exponentes del folclor del Pacífico colombiano.
Margoth cuenta que conoció a Mercedes Montaño gracias a Enrique Buenaventura, el entonces director del Teatro de Cali; y Jacinto Jaramillo, director de Ballet Cordillera en ese entonces, quienes traían a Mercedes desde el pacífico nariñense a hacer presentaciones a Cali y Bogotá a través de Colcultura.
La conoció durante el Encuentro Folclórico Nacional organizado por Colcultura en 1975. A Margoth, por ser la única bailarina del pacífico en Ballet Cordillera, le encargaron ser la anfitriona de Mercedes y su grupo de danza.
«Mercedes era una mujer muy sencilla, no era una mujer letrada, pero tenía un conocimiento ancestral muy amplio y valioso sobre las expresiones folclóricas de Nariño y del Cauca. Ella heredó su conocimiento por tradición».
Margoth cuenta que se volvió su amiga y que usualmente viajaba con su esposo a Buenaventura para estar con el grupo y tomar clases. También alojaba en su apartamento a Mercedes y el grupo cada vez que iban a Bogotá.
“Nos volvimos amigos y alumnos de doña Mercedes Montaño, incluso con la autorización firmada de la utilización de sus coreografías y todo”, cuenta Margoth y finaliza con una reflexión sobre lo que significa Mercedes Montaño en su vida:
«Uno es lo que su trayectoria, la familia y los estudios hacen de uno. El hecho de que yo saliera de Buenaventura tan temprano generó un desarraigo, un extrañamiento con la tierra y las costumbres, pero a través de la danza y de conocer a Mercedes Montaño me vuelvo a conectar con mi tierra y mis costumbres de Pacífico. Por eso Mercedes Montaño es tan valiosa para mí».
Los afrocolombianos en la televisión
«Para mí nunca fue ofensa la palabra ‘negro’ porque siempre me acostumbré a sentirme muy bien con mi color, trabajando siempre por representarlo de la mejor forma posible».
Margoth cuenta que al inicio de su carrera cuando llegó a Bogotá a un internado con 120 estudiantes, ella era la única negra, razón que la motivó aún más a demostrar sus capacidades y representar bien a su “gente bella de Buenaventura”.
«La principal dificultad siempre ha sido que los actores afro tenemos que sentarnos a esperar cuatro años a que hagan una producción donde haya muchos negros. ¡No! Nosotros somos actores, significa que también podemos interpretar abogados, médicos, ingenieros, malos, buenos, ricos y pobres».
Siempre ha habido la idea de estereotipar a toda la población afro con que todos hablan duro, son muy alegres, pero dentro de nosotros hay muchas diferencias.
Hoy, a sus 75 años, conserva la misma sonrisa y espontaneidad al hablar. Sus palabras reflejan un gran conocimiento sobre el arte, la televisión colombiana y sobre la vida misma. Margoth Velásquez es una artista integral.
*Margoth Velásquez estuvo en «Cuarentena musical Pacífico y Caribe» (17 de julio), que se emite por seis canales.
Por Juan David Morales, jefe de redacción de la plataforma de comunicaciones de Color de Colombia.
**Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 1: Reconocimiento e integración. Iniciativa 1: Inclusión simbólica y diversidad en la historia y la sociedad. Proyecto: Afrocolombianos en televisión nacional: historia y perspectiva.
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