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Más que extravagante resulta arbitrario ver cómo buena parte de las grandes decisiones son tomadas sin suficiente ilustración previa. Y me refiero no sólo a la ilustración que brindan los estudios formales -ó esos cursos 4 días-5 noches incluidas fichas de casino ó entradas a toros-, cuyas certificaciones adornan los despachos.

Consulta a incompetentes

La información sobre asuntos que afectan la marcha del ramo o sector correspondiente ¿dónde la consultan, con qué criterios y a qué horas, si confiesan que no les gusta leer (¿O no saben? Casos se han visto), que no tienen tiempo para perder tiempo en oficios de intelectuales desocupados? Es probable que lo poco que captan provenga de consultas incompetentes a incompetentes, como lo señala Chris Argyris.

Gobiernan y mandan oídas. Porque se les ocurre, por gusto y porque sí decretan y sus órdenes son inobjetables. Cuando lo hacen, los áulicos levantan un coro afirmativo y a los demás sólo les queda cumplir de modo inexorable.

La tarea de pensar

Confunden la intuición (ese formidable complemento de la razón, que emana en quienes persisten tenazmente en conseguir el conocimiento), con el capricho y los prejuicios les evitan la tarea de pensar.

Gracias a las condensaciones tipo Selecciones del Reader’s Digest -leídas por otros y escuchadas de paso en un coctel o un noticiero – sostienen algunos lugares comunes como principios inalterables…hasta cuando otro dicho les cae en gracia.  

Tal tipo de situaciones conduce a que, en muchas empresas, los errores del autoritarismo ignorante se vean como aciertos: si el que manda siempre tiene la razón; cuando manda mal, con mayor razón.

Conducta antisocial

Que así ocurriera en los tiempos agropecuarios vaya y venga, pero hoy, cuando todo el mundo reconoce el valor de la conformación en la creación de riqueza, en la toma de decisiones y en la vida cotidiana resulta, más que una extravagancia, una conducta antisocial merecedora de sanciones si no fuese porque en ella incurren, todos los días, ministros y concejales, presidentes y gobernadores, empresarios y alcaldes, rectores y choferes, militares y ciudadanos del común.

Por eso, remedando el clásico apunte de Echandía tendremos que preguntar Y la información ¿Para qué carajos sino la usan?

Albricias.blog@gmail.com

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