Esta semana empieza
la transición entre los alcaldes y gobernadores salientes y los elegidos el
pasado 30 de octubre. La tarea, a cargo de las llamadas comisiones de empalme,
cuenta con su propia metodología (con todo y cartilla) elaborada por Planeación
Nacional.
El supuesto punto
de partida es que los mandatarios salientes suministran a sus sucesores «información completa, pertinente, veraz y
clara sobre la situación actual en materia de desarrollo económico y social,
política, financiera, presupuestal, contable y administrativa… y sobre el
estado de los planes programas y proyectos de su gestión». Las comisiones
creadas por los mandatarios electos, a su turno, examinarán esa información y
la cruzarán con las propuestas que ganaron el voto ciudadano, para elaborar el
plan de desarrollo que deberá cumplirse en los siguientes cuatro años.
Lo deseable es que, de ambos lados, participe gente comprometida con
resolver los problemas que afronta la ciudadanía: tanto quienes están por
concluir su período, como los que toman el relevo deben participar con el anhelo de corregir
errores y fallas, adelantar nuevas ejecutorias y crear condiciones para el
progreso, la equidad, la convivencia y la sostenibilidad en municipios y
departamentos.
Las dos caras
Como tambièn podría ocurrir que los voceros del gobierno que finaliza estèn más interesados en demostrar que cumplieron lo prometido con buen tino,
apegados a los principios de la función pública, con la probidad y la efectividad
que la ciudadanía espera de sus gobernantes. Y, si acaso se presentaron algunas
fallas, fue debido a causas distintas a su incapacidad, mala voluntad, ambición
o carencia de visión: siempre faltan recursos y tiempo, la oposición se opuso, el
clima no supo comportarse pero, aún así, se hizo todo lo posible…
Del otro lado, los
delegados del equipo triunfador podrían ir impelidos por una muchedumbre de mentores,
aspirantes, peticionarios y hasta contradictores derrotados; no haciendo otra
cosa que lanzar directrices a fin de garantizar el éxito de nuevo período. Entre
éstos últimos llama la atención la cantidad (que no calidad) de ex ministros,
académicos y opinadores contrarios al alcalde electo en Bogotá pero que ahora,
por todos los medios a su alcance, pretenden trazar línea sobre lo que se debe
y no se debe hacer en el gobierno de la ciudad capital.
Tampoco faltan
otros perdedores que, luego de insultar al electorado por no respaldar al
candidato de sus preferencias, se lanzan a pontificar sin otra razón que su
mezquindad, ni más afán que su beneficio personal.
Detrás de las recomendaciones
de tanto profeta dudoso conviene preguntar qué intereses se esconden pues, no
por nada, la reprobación de ayer la presentan hoy como sugerencia plausible. No
hay que olvidar que -en buena medida- por seguir tales consejos el ex alcalde
Moreno Rojas está donde está, al tiempo que varios de sus incógnitos tutores siguen
impunes; mientras otros, que con empeño y buena fe apoyaron la propuesta
ganadora hace 4 años (entre ellos muchos que hoy acompañan al alcalde electo), fueron
marginados por los oportunistas instalados en el Liévano.
Destaca el anuncio
de la alcaldesa (d) de Bogotá a fin de de facilitar la participación ciudadana en
las sesiones de empalme, a través de la apertura de cuentas en las redes
sociales. En ese sentido convendría vincular iniciativas que se vienen
impulsando para consolidar la presencia de la ciudad en el entorno digital.
Comentarios