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Las redes
sociales sirven a la tarea de informar, propia de todo gobierno democrático, en
tanto permiten divulgar, anunciar y tantear las reacciones que pueda suscitar las
decisiones que se toman, o se piensan tomar.

Pero,
aunque así se efectúa, parcialmente, la comunicación entre gobernantes y
gobernados no se reduce a eso. Hay que recurrir a otros medios, incluidos los
sitios Web oficiales, los comunicados y rueda de prensa, los impresos,
publicaciones e interacciones presenciales. Hay que escuchar, interpretar y dar
respuesta a las necesidades, intereses y expresiones de la sociedad.

Desde luego
es más barato, rápido y fácil enviar un mensaje a 200 o 320 mil seguidores –
los que tiene el alcalde Petro en sus cuentas personales de Twitter y Facebook
respectivamente- que hacerlo a través de canales convencionales.

Pero, igual
a como sucede con otros personajes públicos (Shakira tiene 15 millones de
seguidores en su cuenta oficial, uno más que Barack Obama, Lady Gaga registra 21
millones y Rajoy escasos 60 mil más que Petro), 
pocos pueden afirmar que, vía las redes sociales, se comunican los
personajes con sus adeptos: no hay comunicación sin diálogo y no se dialoga
cuando no hay respuesta a los mensajes enviados, así se trate de elogios
merecidos.

Tampoco es
válido eso de la distracción en la ejecución de otras actividades. Aunque Petro
ha publicado más de 45 mil trinos, Obama algo más de 3 mil y Lionel Messi
solamente 1, hay que considerar el tiempo de vigencia de las cuentas, la
disponibilidad de medios adicionales y la destreza para lanzar muchos trinos en
pocos minutos.

Para eso
los gobiernos desarrollan, por lo general, estrategias a cargo de equipos capacitados
en estas labores, a cuyo propósito, resalta el contraste entre el activismo del
alcalde y la aparente apatía de funcionarios distritales de alto rango frente a
estos temas de indudable importancia.

Participación y gobierno digital

La cuestión,
como puede deducirse, no se reduce a términos cuantitativos ni a preferencias
por uno u otra canal, sino a cómo se concibe la comunicación: si como aspecto
fundamental de las interacciones entre gobierno y ciudadanía o simple forma de divulgar
noticias y comentarios.

En cuanto a
lo primero hay que despejar la confusión generalizada entre comunicación y
gobierno digital que, siendo suplementarios, representan un desafío de fondo a
un gobierno que, como el de Bogotá, busca impulsar la auténtica participación ciudadana
como componente fundamental de su programa.

Precisamente,
las redes y medios sociales, cobijados bajo el concepto de Web 2.0, sustentan y
facilitan procesos claves de información relacionados, entre otras cosas, con
la recepción e incorporación de propuestas ciudadanas para enriquecer, formular
y adelantar el plan y los programas de desarrollo.

Sin
embargo, más allá de intentos como la publicación del sitio
www.bogotaparticipa.gov.co, que alentó el registro de un número indeterminado
de ciudadanos -sin garantía al derecho de habeas data-, los sitios Web oficiales
del Distrito Capital no presentan, en la actualidad, mecanismos de
participación ni cumplen los mínimos requisitos de usabilidad, arquitectura de
la información y acceso.

Diapositiva1.gifPor suerte,
las deficiencias comunicativas (que las anteriores administraciones distritales
buscaron cubrir con sus costosas e ineficaces campañas publicitarias), se
suplen con el ahínco de un gobernante que, como el alcalde Petro, da muestras de reconocer la importancia
del manejo de las redes sociales.

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