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«Asesinar un médico tradicional indígena
es cegar todo el conocimiento, alma y sabiduría de un pueblo».

«Mataron
a un chamán en el Norte del Cauca: quemaron una Biblioteca de Alejandría»

En
efecto, hay
una larga cadena de crímenes
contra la inteligencia entre la
desaparición de la
famosa biblioteca
hacia el siglo IV de la
era cristina y el asesinato, el 12 de agosto de 2012, del guía espiritual y médico tradicional (en lengua nasa «The Wala»)
Lisandro Tenorio.

Horas antes del asesinato, el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC con la certeza de su
identidad asentada en saberes y prácticas de probada eficacia, había invitado a
examinar los acumulados del pensamiento indígena para atender el deterioro
ambiental, la crisis económica, la quiebra ética y los conflictos sociales
entre otros temas apremiantes.

Tal iniciativa, reiterada en la declaración del Día
Internacional de los Pueblos Indígenas, coincide con la opinión de expertos que
piden
incorporar al mundo de hoy «la sabiduría proveniente
de civilizaciones que vivieron -y siguen viviendo
– muy cerca de la
necesidad de conocimientos situados en lo esencial»
, como señala Michel Ickx.

Aún así, mientras esquivan prácticas y saberes
ancestrales de comprobada efectividad, algunos prefieren recurrir a la misma arrogancia, la violencia y el desprecio con
que romanos, cristianos y musulmanes intentaron destruir (y lo lograron), el valioso legado de
Alejandría.

Tecnologías y
comunicación para la vida

Su compleja y milenaria convivencia con el entorno nutre
a los pueblos autóctonos de una filosofía universal y unas categorías ágiles,
elegantes y precisas
en sus relaciones con la naturaleza y con los demás; muy al contrario de quienes,
encajonados en la codicia consumista, explotan y devastan los recursos materiales y espirituales.

Los indígenas valoran los recursos
con esmero y atienden con serenidad y prontitud el carácter profundo de los
cambios: «utilizamos todas las
herramientas tecnológicas para incidir y convencer«
.

De esa forma, asumen el entorno digital como escenario
propicio para los intercambios de información que los vincula activamente a los
movimientos alternativos, de mujeres, jóvenes, ambientalistas y demás «hijos de la Madre Tierra que amamos y
defendemos la vida
«, pese a la estigmatización que quienes los califican como «bárbaros, atrasados y
terroristas».

Hay que ver sus sitios Web, sus emisores en Internet y sus
cuentas en medios sociales para comprender cómo los indígenas manejan la información de manera distinta a esas
pretendidas «vanguardias» de pacotilla ocupadas en cotorrear por dispositivos de última moda.

Ya quisieran muchas empresas, entidades gubernamentales
e inclusive medios de información, tener sitios Web con una arquitectura de la información
y una usabilidad tan sobrias y precisas como las de éstas comunidades.

Sin estridencia ni manipulación, con claridad y respeto por la opinión ajena,
exponen sus planteamientos en esa red universal y compleja que ellos
han contribuido a tejer desde tiempos remotos y, además, con un nítido sentido de lo actual.

P. S. Para comprender lo que ocurre en la traescena de la Marcha Indígena del Cauca, sugiero leer el «Diario de un indio que resiste«: una pieza que envidiría el mejor cronista-bloguero…

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