Poco antes de la visita de cortesía que realizó al país
el Fondo Monetario FM se conoció un estudio «científico» de la NASA donde se
demuestra que la profecía maya está equivocada: el próximo 21 de diciembre no
será el Fin del Mundo FM.
Con el ánimo de crear
confusión, muchos escépticos y algunos incrédulos insisten en acentuar las
coincidencias entre el organismo multilateral y la cacareada terminación de la
tierra. Por eso, para despejar dudas en torno al FM o, quizás, al FM, para no
dejarse engañar, se recomienda observar con atención como:
·
El FM encabeza un
desfile de imponentes carros negros con banderitas en los guardabarros por la
Avenida de la Desesperanza. Desde las aceras lo ven pasar los transeúntes con mirada
de vacas flacas.
·
El FM se dirige
voraz y ansioso por las calles vacías y los paraderos desolados. Las tinguas
azules y los copetones sabaneros vuelan a su paso desde los humedales que
sobreviven a los costados de la Avenida de la Desesperanza
·
El FM se enrumba por
las señales falsas que le indican las flechas verdes de las cotizaciones
bursátiles. Las madres famélicas y sus hijos bostezan bajo la luz indiferente
de los semáforos, junto a los escombros del último hotel 5 estrellas.
· El FM sube las
escaleras de mármol con un séquito de maletines hinchados con órdenes
apremiantes -ninguna de captura-, de reprimir las alteraciones de la risa que
puede haber desatado su presencia.
· El FM se instala
por sobre todo toldo arzobispal, solio castrense, silla del águila, trono
soberano y pedestal togado. Ni estrellas, barras, cruces o pendones desvían el
diálogo de miradas que sostiene con las nubes contaminadas de Kioto.
· El FM recibe, con
la punta del pie cubierto de gamuza, las zalemas del presidente, los ministros,
los embajadores, banqueros y empresarios, que, agachados, revelan su
incapacidad de encarar la sonrisa destructora de dama helada
·
El FM aniquila sin
misericordia todos los lugares a donde llega: arrasa los campos, pudre el aire,
envenena las aguas. Devora los rebaños. Extermina a la gente. Sólo se salvan,
por un tiempo, algunos ocupantes de los pisos altos.
El Fin del Mundo, ese otro FM más compasivo, admite la poesía
y es patio de recreo para los iconoclastas. Parque fragante que anima a las
parejas, con la benevolencia de los vigilantes del barrio, a buscar la mejor
forma de seguir vivos y juntos en la otra vida.
·
El Fin del Mundo
se puede pasar, como la página de un libro querido o una noche de espera, con sorbos
de cerveza y la certeza de que al otro lado continuará, mejor escrita, la vida
como una novela de amantes que retornan.
· .A la espera de
cosas mejores es que, como lo relata en un hermoso poema Juan Manuel Roca, hay
quienes ruegan a San Frutos para que cumpla él sí la profecía que dice que el
mundo se acabará cuando pase la página del libro que lee su estatua en Segovia.
Ojalá antes de la
llegada del FM, a 3 días del principio de la nueva eternidad, la ciudad, por
fin limpia y decorosa, paladee la suciedad instalada en sus ancas de gata andina para dejárnoslas ver desnudas, ligeras y generosas, como del otro mundo.
In memorian:
Cuando Dios quiso ser Niemeyer
Pocas veces tan cierto aquello de que el creador sobrevive
en su obra, como ahora que se nos ha ido Oscar Niemeyer: arquitecto de un mundo
ondulante y sensual, brasileño universal, teólogo de la liberación estética y
social que con humilde sabiduría confesó: «más importante que la arquitectura
es protestar en la calle…y cuando se crea que la cosa no tiene salida, que no
hay esperanza pues ¡a luchar por la revolución!».
«Contra el ángulo recto, que ofende el espacio, él hizo
una arquitectura liviana como las nubes, libre, sensual, que es muy parecida al
paisaje de las montañas de Río de Janeiro que parecen cuerpos de mulatas
acostadas, diseñadas por Dios el día en que Dios creyó que era Niemeyer». Eduardo Galeano.
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