El Consejo Supremo se ha visto a gatas para cumplir con aquella ley que ordena enseñar a pescar en vez de entregar pescados. Esperan así los gobernantes eliminar el hábito nocivo de la caridad.
Hornadas de menesterosos, llegados de los últimos rincones del reino, reclaman un cupo para adelantar estudios, al menos básicos, en la materia.
Aulas hay suficientes, declara el ministerio de instrucción pública que financia la construcción de un majestuoso campus en los riscos de la montaña donde antes anidaban las cabras del rector magnánimo.
Sin embargo, el consejo académico asegura que faltan profesores calificados, para lo cual estudia la viabilidad de crear una escuela de pedagogía donde se enseñe a enseñar a los que van a enseñar a la población a pescar.
Veteranos en el manejo de redes y aparejos, expertos en cebos y arrastres, juntos elaboran la malla curricular que habrá de incluir asignaturas como cálculo de corrientes acuáticas, arquitectura de barcazas e ingeniería de almadrabas: todas esenciales para el desempeño adecuado de los egresados.
No faltan, como es natural en estos casos, las quejas porque el campus se erige allá arriba, lejos de costas y riveras donde pululan familias famélicas, con el hambre clavada como espinas en los costillares.
La sugerencia de convertir el primer yate de la nación en buque-escuela fue rechazada en pleno por el alto mando, al considerar que ese tipo de propuestas estimula a quienes buscan pescar en río revuelto.
Por su parte, los periódicos agremiados anuncian la próxima publicación, por entregas, de extractos de la Enciclopedia Hemingway, impresa sobre papel importado con ilustraciones y fotografías a full color. Los compradores recibirán con cada número, una réplica a pequeña escala de los yates más lujosos del mundo.
Nutre, esta iniciativa de la prensa, la oferta bibliográfica orientada a reforzar la educación pesquera. Así, estiman las autoridades, aportan a la formación presencial que se extenderá con los años hasta garantizar que cada niño nazca con un anzuelo bajo el brazo.
La comandancia de las fuerzas armadas planea ejecutar una estrategia de control envolvente en aquellas zonas donde se detecte la presencia de prácticas de pesca ancestrales, a mano de personas no capacitadas para desempeñar el oficio con eficacia y calidad.
Las jerarquías eclesiásticas llamaron a sus fieles a abandonar el hábito de regalar pescados a mendigos y pobres de solemnidad. En su lugar, pide donaciones para expandir la enseñanza a cargo de predicadores diestros en pescar incautos.
El empresariado (en especial del segmento de alimentos y bebidas, los centros comerciales y los industriales del entretenimiento), ofreció su pleno respaldo a la propuesta de los religiosos: en adelante, todas sus donaciones irán a las escuelas de pesca regentadas por clérigos de distintas denominaciones.
La comunidad judía financiará la traída de un destacamento de pescadores israelíes para abrir un instituto de técnicas piscícolas en una bahía, Taganga, apreciada por visitantes de ese país.
Una parte de las regalías provenientes de la explotación de minerales y combustibles se invertirá en dotar de muebles, bibliotecas y equipos a la decena de centros municipales de enseñanza, cuya construcción iniciará en próximos años.
Los puertos continentales y marítimos, mientras tanto, gestionan la recuperación de áreas ocupadas por quienes persisten en pedir en vez de aprender: esos que se niegan a seguir el ejemplo de países donde la pesca tiene máximo desarrollo, como se puede corroborar al ver los muelles atestados de barcos de diversas banderas.
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