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El domingo al mediodía será el lanzamiento de un libro de entrevistas a mujeres colombianas. En las ferias de antes, el domingo era el día de los miranda, decían con sorna los atrevidos libreros que, venidos de la calle 19, necesitaban cubrir el precio de figurar junto a las más afamadas marcas editoriales.

Los editores independientes compartían –y les sobraban-, espacios para lanzar y relanzar títulos merecedores, casi siempre, de mejor suerte. Sin embargo, los cálculos gananciales se les diluían por la brecha que hay entre la retina y el bolsillo.

Esa brecha subsiste y, por aún muchos testifican que se ahonda cada día más. Lo cierto es que, desde hace años, el vasto recinto ferial se quedó pequeño ante la afluencia de mirones venidos de toda la ciudad y de otras partes.

“Todo mirón es un comprador potencial” es lema de la publicidad-madre del consumo. Sin mucha validez en el caso de los lectores que, a semejanza del voyerista de Truffaut en “Amante del amor”, se complacen con tan sólo mirar de cerca los objetos de su deseos y  a lo mejor acariciar sus interiores como diría, a propósito, algún ratón de letras veterano en las arduas faenas de la 19.

Un libro para todas

Las entrevistadas por Constanza Vieira Quijano y Chila Pineda Arboleda en “Mujeres. Paz, política y poder” de Ediciones Aurora, merecerían, todas y cada una, un libro aparte.

Mujeres, paz, política y poder

La trayectoria de todas ellas hace rato debía ser conocida y reconocida por la ciudadanía, a través de los medios, la radio y la televisión. Sin embargo, es inexplicable el desconocimiento que el país tiene de figuras como Olga Lucía Quintero, Leonor Zalabata y María Isabel Urrutia.

Eso habla mal del país. Y peor de “uno de los mejores periodismos» de América, mismo que sirve al poder instalado e insiste en desoír, manosear, escamotear y silenciar voces válidas -y valiosas- como las de Aída Avella, Juanita Barreto y Patricia Ariza.

Cierto que algunas tienen algún reconocimiento en los medios. A veces las entrevistan y les dedican un breve segmento, por lo general asociado a incidentes del día en sus diversas especialidades: el arte, la economía o la política. O las reseñan, también a veces, en secciones del tipo “Colección de pañoletas” o “Almuerza en casa”.

Temas gruesos

Casi en coloquio, las entrevistas giran en torno a los temas que inquietan –o deberían inquietar-, a la gente. Aterrizan, por así decirlo, los términos Paz, Política y Poder, que suenan un tanto pomposos, en el título.

La cesación del conflicto entre el estado y la insurgencia. La verdad. La justicia y la reparación de 6 millones de desplazados, de infinidad de desaparecidos, de todos aquellos a quienes sus derechos humanos les fueron violados.

Lo que se habla en los corrillos de La Habana. Lo que se grita en marchas y reuniones, en salones de clase y en talleres. Lo que murmuran en parlamentos y sedes gubernamentales.

Invitada de honor

La estrella de la feria en esta ocasión es, por pura coincidencia, una mujer periodista y escritora, que se ha ocupado de contar, entre otras, cómo combatieron las mujeres soviéticas en la derrota del nazismo, o cómo Chernobyl cerró, quizás por siempre, la posibilidad de una guerra atómica.

Chernobyl significa, en palabras de Svetlana Alexándrovna Alexiévich premio Nobel de Literatura 2015, un punto de no retorno. Un desafío que nos involucra a todos y todas.

Para no repetirlo hay que aprender. Hay que escuchar todas las voces posibles y, sobre todo, a las víctimas que necesitan narrar su ejemplo para recomenzar la vida. Indagar con respeto. Divulgar con finura. No olvidar que la palabra promueve las ideas, orienta los rumbos y define las acciones, alecciona Svetlana Alexándrovna Alexiévich.

Stvetlana premio nobel 2015

La galardonada periodista y escritora nacida en Bielorusia, dedica sus buenas páginas a aclarar, desde la perspectiva de la gente común, sucesos perdidos de la Segunda Guerra Mundial.

Aquí, las entrevistadas relatan sus historia de luchas, dolores y alegrías. Proponen caminos para superar las infamias del poder apoltronado en la muerte. Concitan la alegría, reivindican la ilusión…

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