Hoy, con la intervención militar de la comunidad internacional en Libia como contexto, me pregunto por qué -sin esperar respuesta, como ya es costumbre- nuestros dirigentes parecen tan escandalizados y hacen uso de «todos los medios» -que cuestan millones de dólares- para salir en rescate de un grupo de seres humanos que son atacados por su gobierno, pero nunca, como es escandalosamente evidente, han pensado en salir en rescate con todo su poder, recursos y posibilidades, de millones de personas que pasan sus días sin comida ni abrigo ni medicinas, olvidados absolutamente por una humanidad demasiado ocupada en sus burocracias y sus modas.
Así mismo, la opinión pública reclama a sus dirigentes hacer algo para evitar baños de sangre en manos de dictadores -solo algunas veces, una vergonzosa minoría de las veces-, pero no parece estar muy interesada en reclamarles que eviten el círculo eterno de las muertes más indignas y silenciosas que pudren a nuestro planeta.
Ese ya es paisaje conocido y su sangre está demasiado seca para brillar, roja como les gusta, frente a las cámaras y sobre el papel, en donde se ven mejor las imágenes de líderes hipócritas que, mientras deciden desde sus despachos bombardear para llevar a cabo el rescate de turno -nunca el más importante-, solo están pensando en las próximas elecciones.
Porque es así: partiendo de la triste pero evidente verdad de que los líderes de hoy no actúan por el bien de sus pueblos, es aún más patético que así estos declaren guerras motivadas por el petróleo, ni siquiera les importe realmente el petróleo, sino el que ese petróleo tenga efectos mágicos sobre poblaciones que van a votar: es decir, es más importante el giro de las carreras políticas de un puñado de hombres que la dignidad de la vida -la vida misma- de una mayoría dolorosa de seres humanos enfermos, con estómagos vacíos y fríos crónicos que se han olvidado de la posibilidad de pensar en un mañana.
Catalina Franco Restrepo, periodista y traductora colombiana, magíster en Relaciones Internacionales y Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid, es una apasionada de la vida, los viajes, las palabras y las historias de lugares y personajes que va encontrando en sus recorridos y que la inspiran para escribir. Pasó un tiempo como practicante en CNN en Atlanta, ha colaborado con CNN en Español como corresponsal de radio en Colombia, con la W Radio como corresponsal en Medellín, ha sido editora de revistas en el Taller de Edición y actualmente colabora escribiendo para diferentes medios nacionales e internacionales, es traductora, y tiene el blog OJOSDELALMA www.catalinafrancor.com. En Twitter es @catalinafrancor
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Este artículo solo me genera opiniones contrarias, porque lo percibo en extremo humanista y cargado de irrealidad. En primer lugar porque creo que las potencias sí gastan enormes recursos en combatir la pobreza y el hambre y (por lo menos) tratan de hacerlo de manera efectiva, atacando la estructura del problema, que reside principalmente en la existencia de instituciones débiles en los países sub-desarrollados y en la falta de oportunidades. Segundo, creo que los gastos en cambiar las instituciones corrosivas, en este caso, las fundamentadas en las dictaduras, son muy justificables desde el punto de vista del combate a la pobreza: cada dictador menos abre nuevas vías a la inversión, a la legalidad y a la resdistribución. Es cierto, detrás de esto seguramente existen intereses económicos, pero para eso estamos los electores, no es cierto?
Los medios de des-información al servicio de los mercados no hablan de la Revolución Silenciada en Bahrain, Una revuelta asfixiada, un país en donde la policía se pasea en coche por las calles disparando a la gente como si fueran de safari. Donde los militares-mercenarios de Arabia Saudí ametrallan, bombardean y asfixian a la gente. Cientos de muertos, mutilados y amenazados. Pero como esta revolución no interesa ni retransmitirla, ni contarla, ni mucho menos apoyarla. Como allá no han dicho que hay un dictador que ya dejo de ser amigo después de 30 años y tampoco dicen que esta matando a su propio pueblo………….. La superficie de la Tierra vuelve a absorber la sangre de las personas, ¿no se harta la Tierra de tanta sangre?
El ataque militar a Libia prueba algo indiscutible: El sistema de mercados centralizados en el eje USA-UE-Sionismo es impune. y está solo. No tiene enemigo estratégico. Puede invadir, matar o perdonar, a su arbitrio. El aparato de la prensa mundial y sus analistas mercenarios les pertenece y está a su entero servicio, las 24 horas del día. La sociedad mundial, en sus distintos niveles sociales, está alienada y sólo repite eslóganes mediáticos manipuladores.
Ya no hay lógica ni sentido común. Todo perdió legitimidad y razón de ser. Mientras los nefastos asesinan masivamente en Libia, Irak, Afganistán, o allí donde haya mercados, recursos naturales y petróleo por conquistar, la sociedad mundial alienada consume productos, diversión, ídolos faranduleros y presidentes de Estados fabricados y clonados como la oveja Dolly. Una vergüenza la humanidad
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