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Es absolutamente triste y estremecedor comprobar las contradicciones de Israel, que cada vez son más evidentes y contrastan más con su historia. Sin mencionar el doloroso y eterno conflicto que tiene con el pueblo palestino, hoy hay ejemplos tan claros como la expulsión de los subsaharianos, que son detenidos y sacados del país bajo el amparo de un programa llamado «Volver a casa». El eufemismo no puede ser más triste.

Lo más indignante, lo que más nos inquieta a quienes no olvidamos por un segundo la pesadilla que han vivido los judíos a lo largo de su historia, es conocer los argumentos con los cuales hoy Israel expulsa a los inmigrantes no judíos. Cito al periódico El País: Según el Ministro del Interior, Eli Yishai, y líder del partido ultra religioso, Shas, ‘es que su presencia pone en peligro la identidad judía y demográfica de Israel.
¡Dios mío! ¿No produce escalofrío esa frase? ¿No es demasiado parecida a la necesidad de proteger la «raza aria» y de no contaminarla con «razas inferiores» como lo eran, según los nazis, los judíos?
El problema no son las razas ni las religiones, sino la humanidad.
www.catalinafrancor.com
@catalinafrancor

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