Foto de Se lo explico con plastilina?
Salió el fin de semana pasado este video:
http://youtu.be/DojLmUmlMXg
Y la verdad es que yo a los taxistas, a estas alturas, no les diría nada. Está de más mencionar que hay muchos taxistas buenos, honrados, amables, etc., etc., etc., que habitualmente trabajan en el día y escuchan Melodía Estéreo. Y es una pena con ellos, pero deben saber que son minoría, algo así como la excepción a la regla, y sólo mi experiencia de varios años me permite afirmar que los que nunca van a donde uno necesita, o tratan mal al pasajero, o se ponen bravos si uno no paga el precio exacto y tienen que dar vueltas, o tienen el taxímetro adulterado, o aprovechan para cobrar siempre de más, o manejan como en Nascar por las vías de la ciudad, o se ponen bravos por un trancón como si fuera culpa del pasajero, o van chateando mientras manejan, entre mil infracciones más, son la mayoría.
Y en parte logran ser la mayoría porque a nadie, distinto a los propios usuarios, le interesa que ese servicio mejore. Empezando por los dueños del negocio, que lo encuentran bastante rentable así como está, sin cambiar en nada, sin ceder en sus posiciones casi dictatoriales. Porque si son como dictadores es porque hay varios sometidos, empezando por los gobernantes de turno, que con posiciones tibias, cobardes y más bien populistas no se atreven a enfrentarse a esa mafia, pues seguramente paralizar a la ciudad es una amenaza que ningún alcalde puede obviar, sobre todo si quiere ser presidente después, o no quiere morir políticamente por cuenta de una lucha con un gremio poderosísimo e intocable.
Es que las denuncias de taxistas casi criminales son diarias, son incontables las personas a las que bajan de esos reinos de cuatro ruedas donde los conductores son reyes con visos de divinidad, y con lo que cobran de más se podría hasta pagar la deuda externa del país o con lo que suman en infracciones ya se habrían hecho 5 líneas de metro en Bogotá. Y con toda la tranquilidad, como el personaje del video anterior, desafían, a veces con arma en mano, al pasajero diciendo “anote la placa y ponga la queja”, porque saben que la queja es lo mismo que nada, que seguramente muchos llaman a diario a las empresas o a las aplicaciones de taxis a poner quejas y la respuesta seguramente es un formato predeterminado con la mentira que suelen responder a sus usuarios: “su opinión es muy importante para nosotros, bla, bla, bla”.
El próximo año llega con elecciones para elegir un nuevo alcalde de Bogotá y entre los miles de problemas que tendrá que enfrentar el gobernante de la ciudad, se suma el del servicio público de transporte, incluidos los taxistas, esos señoritos intocables que se creen por encima de la ley y que de hecho lo están, como otras mafias que nos aquejan y que nadie controla. A esos candidatos a la alcaldía hay que preguntarles por las medidas que van a tomar para controlar a los taxistas, ese gremio lleno de ladrones y hampones (reitero, para los que se ofenden fácil, que hay taxistas buenos, aunque minoría) y si los calificativos le parecen excesivos, bien pueda remitirse al diccionario para que confirme que no hay ninguna mentira en esas palabras.
No desconozco que los taxistas tendrán sus propias quejas y que hay pasajeros igual de desastrosos, pero no me alcanzan los dedos para contar casos de abuso por parte de ese gremio frente a gente conocida y decente, sin hablar puntualmente de mujeres agredidas por los “reyes” de las calles bogotanas que en gavilla se creen superiores a todos los demás mortales.
A los taxistas y su gremio no hay que decirles nada, a ellos no les importa lo que uno tenga por decir. A quienes sí hay que decirles algo es a los gobernantes, a los medios de comunicación, a la policía y a las autoridades. A ellos tenemos que exigirles que controlen a estos reyezuelos que nos tienen sometidos, que los hagan cumplir las leyes, como las tenemos que cumplir quienes no manejamos un carro amarillo y no estamos en capacidad de chantajear a una ciudad completa.
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En el año 2001, hubo un paro de taxistas que casi paraliza la ciudad, ponían tachuelas en vías principales para obstruir el tráfico, vimos en la noticias niños desde 5 años encerrados en los colegios a las 8 de la noche porque los señores taxistas impidieron la circulación general incluyendo el transporte escolar. El alcalde de turno era Antanas Mockus y no se dejó intimidar ni chantajear hasta que los honorables taxistas se vieron obligados por a desbloquear la ciudad por sí mismos y detener el absurdo, hasta tanto el alcalde no negoció con ellos. Eso es lo que necesita Bogotá, nuevamente un alcalde que se respete a sí mismo y haga respetar su autoridad, que no le tiemble la mano ni tenga manchado el bolsillo con el dinero de esas mafias … cuando será?
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buen articulo
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