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“The newer a culture is, the more it fears nightfall” Schivelbusch, Disenchanted Night, p. 81

Siempre hay cosas que decir sobre la luz y sobre la oscuridad. En general, tomamos como un supuesto que la iluminación nocturna existe, y no caemos en cuenta que hace algunos siglos no existía, pero es obvio que no es un invento antiguo sino reciente. Una historia que leí hoy me recordó ese tema y me dieron ganas de escribir al respecto.

La luz (nocturna) ha sido asociada con varias cosas, y mientras más atrás nos vamos en la historia, más nos damos cuenta de la importancia que tenía esto en lo que ahora ni pensamos. Como el azucar del siglo XV, la iluminación en las calles era sinónimo de poder en París del siglo XVII. Llegaba a tal punto esa asociación, que la Torre Eiffel casi pierde el concurso de la Exposición Mundial de 1899 frente a una torre de luz que iluminaría toda la ciudad…de la luz!

Pero esa asociación de la luz urbana con el poder sigue teniendo algún nivel de relevancia… sin ir tan lejos (o bueno, yendo muuy lejos), la NASA tiene unas fotos maravillosas del mundo por la noche, que llaman “night lights” :
Night Lights by NASA

Fuente: http://visibleearth.nasa.gov/ (la foto en más alta resolución aqui

La imagen muestra la iluminación nocturna de la Tierra, y se podría casi asociar al nivel de ingresos, como en esta imagen:

econbrowser GDP
El caso es que no es totalmente deschavetado asociar el nivel de luminosidad nocturna de una zona geográfica con su nivel de ingresos. Eso, por varias razones, no es una asociación muy afortunada (busquen “light pollution” y verán a lo que me refiero), pero ese no es el tema de este post.

La idea que quiero presentar es que, al contrario de lo que sucede con la luz (y el día), la noche y su oscuridad ha sido normalmente asociada con miedo, peligro, inseguridad y a veces hasta muerte. La asociación de la inseguridad con la oscuridad es tan fuerte que, por ejemplo, en el siglo XIX era la Policía la que estaba a cargo de la iluminación nocturna de Rio de Janeiro (Martins, p. 7).

Desde el Siglo XVII, las ciudades de varias partes del mundo (o por lo menos Londres, París y Berlín) tenían un personaje que cumplía una función muy clara: caminar con una antorcha por las calles para acompañar a quienes debían ir a algún lugar, y en el caso de Paris eran también “compinches” de la policía (en Londres no, y de ahí la mayor tecnología en candados – otro tema que no es de este post). Eran una especie de taxista peatón que llevaba a quien tuviera algo de plata a su destino, siempre y cuando tuviera razón y permiso para hacerlo.

Con el paso de los años, y la revolución de la iluminación urbana en el siglo XIX, estos “guardias” fueron lentamente reemplazados por lámparas, y en el entretanto por la responsabilidad de cada hogar de prender luces externas a sus casas cada noche. La iluminación había reemplazado al personaje urbano, y una vez más un avance tecnológico generó un desempleo total de un sector de la economía (como sucedió con la imprenta, el acueducto, la recolección de basuras, el transporte masivo…). Ese tal “watchman” (sí, guachimán) había sido reemplazado por un bombillo, y en 1906 Ernest Laroche decía que le daba lástima por ese cambio pues los guardas nocturnos eran como “el ángel guardían de todos los habitantes de la ciudad”. Otros simplemente mostraban el reemplazo gráficamente:

Watchmen-schlorr

Y uno creería que ese trabajo de cuidar gente en la noche, y de llevarlos de un punto a otro para que no se extravíen o los roben, ya no es tan presente en las ciudades. Y por eso me sorprendió tanto leer este articulo donde hablaban de Kibera, un asentamiento informal de Nairobi, donde los Masai cumplen hoy en día exactamente esa función:
Economist 

article on Kibera slum Más allá de la comparación odiosa de un “tugurio” con una ciudad del siglo XVII (las letrinas, las enfermedades, el polvo), me pareció increíble ver que, casi trescientos años después, renaciera un trabajo urbano que uno no pensaría que existe. Y queda también la desilusión de saber que hay sitios en el mundo donde uno ve las mismas necesidades que existían hace tres siglos.

_______________

Post-data: A mí me gusta pensar en la noche (y la oscuridad) en otros términos. Creo que hay que reinterpretarla como un momento de contemplación y de tranquilidad, y varias personas lo asocian con un tono festivo (copietas de los Celtas). En cualquier caso, creo que es importante retomar algunas de las características de una noche totalmente oscura que puedan hacernos comprenderla de manera distinta, y que nos hagan incluso buscar la oscuridad como hay que hacerlo cada vez con más dificultad para ver las estrellas.
Gabi Simon polvora

@carlosfpardo

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Carlos Felipe Pardo es un colombiano con maestría en urbanismo de la London School of Economics que trabaja en temas de transporte sostenible, desarrollo urbano y calidad de vida. Le ha tocado ir a más de 60 ciudades en Europa, América Latina, Asia y África a dar asesorías, presentaciones y cursos sobre esos temas. Ha escrito libros y capítulos (unos más buenos que otros), varios de los cuales están en la página de su organización Despacio.org

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