Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

En estos días de preparación a la Navidad una bella imagen que acompaña tanto a los pesebres como a los árboles, son las estrellas. Es un hermoso recordatorio que en medio de las noches oscuras aparecen luces para guiarnos, animarnos y también para alegrarnos dándonos esperanza, consuelo y compañía. El mismo Jesús está asociado a la imagen a estos astros, los curiosos pueden buscar en Nu 24,17; Mt 2,2; Lc 1,78-79, 2 Pe 1,19; y Ap 22,16.

A continuación, describiré en versos esa situación de oscuridad existencial, y la de luz de estrellas:

En lo frágil de la existencia miramos a nuestro alrededor y percibimos que todo se ha oscurecido, que se perdieron las respuestas y nos sentimos profundamente hastiados, confundidos y vacilantes en medio de los propios abismos.

Nos atrapa una embriagadora y a la vez dolorosa tristeza, sin saber en realidad por qué o dónde nos duele. Todo se junta en un remolino de rabia e impotencia, y quedamos atrapados interiormente, en medio de una absurda y cruel batalla.

Aunque los demás crean que estamos contentos y tengamos lo que necesitamos, se evidencia que estamos rotos, atrapados, perdidos en las sombras, desencantados de la dura existencia y defraudados hasta de nosotros mismos.

Queremos salir corriendo para que nadie nos encuentre. Queremos escapar, y ya sin fuerza, intentamos dormir profundamente, y lo peor, es que aún esto, se nos niega, por un molesto ruido en la mente y en el corazón que nada lo acalla.

Nos sentimos en un vacío indescriptible que soportamos silenciosamente, ocultándolo para que nadie se dé cuenta que pasa; sin embargo, en el fondo, nos llenamos de desilusión, y de una inexplicable sensación de horrible fracaso.

Tenemos temor de expresar ese descontento para evitar que nos vean vulnerables o que se den cuenta de que, aunque parezcamos ser tan fuertes, en realidad somos débiles y que las interminables lágrimas también vienen y nos acompañan.

Existen días que intentamos neciamente auto engañarnos diciéndonos que aquello que nos sucede lo podemos controlar y contener, pero en realidad es una bola de nieve en vía de imparable avalancha, que aumenta ineludible a cada paso.

Buscamos falsos refugios para evadir las molestias cotidianas, nos desquitamos con quienes menos lo merecen, y hasta consideramos en atentar contra nosotros mismos, en justificaciones que nos seducen vilmente y nos engañan.

Pero en medio de la densidad de la noche aparecen las estrellas que alumbran nuestro cielo, que nos recuerdan que pedir ayuda no nos quitará respeto ante los demás, y que sufrir y llorar en silencio, hoy ya no tiene ningún sentido.

Estas estrellas son personas y situaciones que nos dan un respiro, que nos recuerdan que a pesar de lo difícil que parezca la oscuridad no es eterna, y que, en realidad con su cariño, su sabiduría y su ternura siempre ellas nos acompañan.

Nos ayudan a descubrir que no necesitamos cargarnos el mundo entero y que es posible afrontar un día a la vez con sus luces y dificultades, y que para cada uno de nosotros hay un bello destino y un verdadero y dulce amor prometido.

Estas estrellas nos llevan a valorar la vida por el simple hecho de estar vivos, a tomar decisiones valientes, a secar nuestras lágrimas, a apasionarnos por cada momento, y a creer que somos merecedores de la anhelada felicidad.

Y que seamos también estrellas para otros, ofreciendo apoyo y acogida en medio de sus situaciones de desasosiego, recordando que lo hacemos por los demás lo hacemos por nosotros mismo, pues es innegable que vivimos en unidad.

Queridas y queridos lectores del blog Diálogos espirituales les deseo una bella preparación para Navidad y que encuentren sus estrellas y si no aparecen, entonces les pido se conviertan ustedes en estrellas de luz para quienes los rodean.

 

Fabián Salazar Guerrero PhD. Doctor en Teología. Asesor en Belleza Espiritual.

Seguimos en contacto en:
Email: teologosalazar@gmail.com
Youtube: embellece tu vida fsalazarguerrero
Instagram: fsalazarguerrero
Twitter: @fsalazarguerrer

Compartir post