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A menos de un mes de posesionarse, el presidente electo Gustavo Petro tiene su primer reto económico. La exorbitante subida del dólar es una coyuntura que no para, no espera y sin duda es una preocupación constante no solo en los mercados, sino en el ciudadano de a pie, pues el precio de la principal moneda de referencia es una variable que tiene efecto en indicadores macroeconómicos como la inflación de alimentos de la canasta familiar. 

Es cierto, Gustavo Petro no controla los precios -aún-, ni tampoco puede establecer el precio del dólar o el euro -a menos que se tenga una tasa de cambio fija, como China-. Sin embargo, lo que sí controla el Presidente son las declaraciones que salen de su boca minuto a minuto de cara a los medios de comunicación que son -entre muchas otras variables- la base de reacción de los mercados. 

Es lógico pensar que la subida del dólar es multivariable y se debe a choques exógenos, Estados Unidos tiene históricos en sus tasas de interés para contrarrestar la inflación y Colombia, al ser una economía tomadora de precios, le afectan de manera directa las decisiones de la FED. Sin embargo, es incongruente considerar que las declaraciones de suspender la exploración petrolera de facto no tienen un efecto especulador en los mercados y en el precio del dólar. No es coincidencia que los gremios hayan pedido al Presidente Electo enviar un mensaje de calma. 

El precio del dólar no es nada más que la punta del iceberg de las consecuencias de suspender la exploración petrolera y con esto, perder de un plumazo exportaciones acumuladas por $1,260 millones de USD. Esto, considerando que en febrero de 2022 se reportó un aumento del 97% de las exportaciones totales con una participación del 44% de la industria petrolera. 

El nuevo gobierno entrante tiene grandes retos en materia macroeconómica, pero su principal lucha será a contrarreloj en contra de la subida del dólar buscando subsanar el abismal déficit que genera la suspensión de exploración de petróleo en indicadores como la balanza de pagos y la balanza comercial. Para esto, deberá buscar sustitutos para potenciar o, incluso, incluir en la canasta exportadora de Colombia, y esto no será posible sin grandes mecanismos e incentivos al sector empresarial. 

Lo primero será aprovechar el TLC que tenemos con Estados Unidos -el mejor de la región- en el que las reglas de origen son particularmente bajas para Colombia. Esto permite que compañías extranjeras de China, América Latina e incluso el mismo Estados Unidos nos vean como plataforma exportadora de cara a éste país. Todo esto, en el marco de la regionalización de las cadenas globales de valor y de suministro.  Igualmente, mantener los mecanismos de atracción de inversión para que Colombia siga siendo un país competitivo a nivel regional es clave para fortalecer nuestras exportaciones de la mano de la inversión internacional. Mecanismos como las zonas francas especiales y multiempresariales que permiten la creación de parques industriales y miles de empleos es una gran política social y una manera de explorar y diversificar nuestra canasta exportadora. 

Sin duda, el gobierno Petro tiene muchos retos macroeconómicos pendientes, pero desarrollar una política de exploración de la canasta exportadora y potencialización de las exportaciones colombianas deberá ser un imperativo para contrarrestar la crisis económica que se avecina. No hay mejor política social que el empleo a manos del sector privado, y más en situaciones donde el Estado se encuentra desfinanciado y el mundo al borde de un colapso económico.

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