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“¿Qué pasa si traigo clientes nuevos?” Esto le preguntó un colaborador a su jefe inmediato, seguramente con la esperanza de destacarse y tener más oportunidades dentro de la empresa, aportando a su crecimiento. El jefe le dijo: “Gana puntos conmigo”.
Es probable que después de esta respuesta, sin duda desafortunada y desalineada con las nuevas tendencias para la gestión del talento humano, ese empleado que estaba interesado en participar activamente en los resultados de la compañía, ya no lo esté, y quiera mirar nuevas opciones de trabajo en otro lugar.
Las compañías que hoy quieren ser reconocidas como un gran lugar para trabajar, buscan que los empleados participen cada vez más en los procesos y resultados, lo cual implica construir una cultura que estimule la creatividad y la innovación, con base en la confianza y el respeto.
Sin embargo, aún se pueden encontrar empresas cuyos líderes son indiferentes a las inquietudes de sus equipos cuando quieren involucrarse un poco “más allá” de sus funciones, no toleran el error, y en algunos casos, no reconocen la autoría de las iniciativas a sus verdaderos creadores, por lo cual es poco probable que los empleados se expongan a lanzar una idea, o siquiera, a preguntar algo.
¿Por qué no crear un ambiente para la participación de los colaboradores y generar más oportunidades de lograr una mayor agilidad, eficiencia y mejores resultados? Hoy, cuando la única constante es el cambio, es buena idea adoptar nuevas prácticas que nos faciliten el camino al éxito, lo cual, por supuesto, requiere de personas con las habilidades apropiadas.
Al respecto, ha venido surgiendo la tendencia de contratar personal con base en sus habilidades y no en el puesto de trabajo. El informe de Tendencias Globales de Capital Humano 2023 de Deloitte, asegura, que esto es acerca de “Definir el trabajo en función de las habilidades necesarias. En lugar de definir el trabajo como un conjunto específico de tareas y responsabilidades (es decir, un puesto de trabajo), debe definirse principalmente en función de las competencias y habilidades que requiere. Las organizaciones tendrán que considerar en primer lugar sus objetivos estratégicos o los resultados deseados y, a continuación, determinar el trabajo que hay que hacer para alcanzarlos y las competencias que implican”.
Suena muy obvio. ¿Pero lo es? El desafío está en la implementación que implica un reajuste interno, lo cual en realidad no debe ser un obstáculo, menos ahora, cuando las empresas han demostrado ampliamente que están en capacidad de lograr exitosamente las transformaciones que requieren, aún en circunstancias adversas, como en el caso de la pandemia.
Como la constante es el cambio, hay que permanecer atentos a lo que puede suceder en el entorno, de manera que siempre estemos listos para adaptarnos rápidamente a las circunstancias. Y si en el proceso involucramos el apoyo de los colaboradores con las habilidades apropiadas para lograrlo, será más fructífero.