Cayó el telón y él, como toda mala caricatura, sigue ahí, agarrado de los jirones de tela tratando de no desaparecer. Su copete de 75 mil dólares anuales se mantiene asomado, mientras un pedazo de su cara anaranjada todavía se ve allá, a lo lejos, renuente a esfumarse.(...)
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