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Aprender de la vida es de lo más barato que hay. Basta con salir a la calle, fracasar un poco, dejarse atracar, exponerse, comer en un parque y muchas otras cosas que a todos nos toca. Pero ahora es más fácil posar de erudito y citas conferencias TED, que es la manera más efectiva de quedarse con algo en la cabeza en cuestión de segundos.

En una de esas tandas sinsentido laboral, pero que para mí son el verdadero equipamiento, encontré una de un profesor que en 2005 hablaba de la toma de decisiones, y de cómo entre más opciones uno tiene va siendo, paradójicamente, más infeliz a la hora de escoger, porque caemos en la parálisis y el remordimiento, o en la insatisfacción de haber decidido mal comparado con lo que habría pasado si se tienen menos alternativas.

Y tiene mucho sentido. Basta con pensar en ir a comprar ropa, o celular. Ahora que soy libre financieramente, decidí cambiar de teléfono, pues el que tenía ya presentaba ciertas fallas. Me ofrecieron algunos Android pero decidí seguir con el legado iPhone, por aquello de la uniformidad. Tuve en mis manos un iPhone 7, con su pantalla gigante, sus mil y un facilidades y esa cámara tan brutal que se gasta. Estuve dispuesto a pagarlo y segundos antes de comprarlo, me sentí intranquilo porque lo veía muy grande para mi gusto, así que preferí buscar otra opción. Me fui por un iPhone 5S, pero ya después de comprarlo, seguí pensando qué hubiera pasado si tuviera el 7. Y así con todo, los pensamientos de lo que no se hizo se quedan rondando la cabeza, al punto de que uno deja de disfrutar lo adquirido a consecuencia también de los comentarios de la gente, que siempre espera que uno escoja no lo mejor, sino lo que ellos creen que uno debería escoger.

Pues es justamente eso, lo aprendí viendo la charla, lo que se llama costo de oportunidad, que en resumidas cuentas es aquello a lo que renunciamos cuando tomamos una decisión importante. Cuando hay muchas opciones, es fácil imaginar las cosas que nos gustan de las alternativas que rechazamos, dejando de pensar en eso mismo. Pasa en el supermercado, pasa en la calle, pasa en el amor.

Ahora es cada vez más difícil escoger pareja por eso, por tanta diversidad. Tengo un amigo de esos bien novieros, que optó por tener novias como por deporte, porque cree que si no prueba y prueba no sabrá si la que es debe ser. El tipo es experto en el scroll de Tinder, y creo que su tendencia a vivir pensando en razones para decirle NEXT a alguien revelan el momento social en el que estamos, donde escogemos porque desconocemos, y a veces preferimos desconocer por no escoger.

Escoger pareja está desvalorado, porque nos han enseñado a que si tiene un defecto congénito, un testículo magullado, una cicatriz inocultable, toca cambiarla, como si fuera un bovino o un chifonier. A mí, que me han friendzoneado lo que no está escrito, me causa curiosidad que en los argumentos que me han botado siempre se resalta el interés de esperar algo mejor, la poca intención de conocer, de explorar, de perderle el miedo a equivocarse y hasta dejarse sorprender, que es lo bonito de la vida.

Ahora estoy recién casado, quién lo creyera, pero recuerdo esas épocas en que me decían que era un soltero codiciado, cosa que jamás pude creerme. Eso sí, recuerdo cuando recibía mensajes internos y hasta ‘whatsappazos’ de mujeres que querían que les diera el sí, y la verdad yo las dejaba en visto, porque me aterraba ver que el menú siempre crece, pero uno no tiene ni idea de qué pedir.

Casarme ha sido mi mejor manera de ser libre. Es encontrar a alguien tan diferente a mí en lo secundario, pero tan parecida en lo fundamental. Alguien que despelucada y sin bañar se ve incluso más linda que cuando se preproduce en la peluquería. Qué maravilla es encontrar que ella no tiene mis mismos gustos, pero sí mis mismas ganas de vivir.

Igual, me mantengo en que las relaciones se construyen con trabajo, tiempo y compromiso. Y eso sí que requiere menos Tinder, menos NEXT, y más menos: más negarse a uno mismo, más dejar de mirar otros patios, más morir a mí. Lo sé porque el costo de escoger me lleva a elegir la oportunidad, y hay cierto riesgo en la aventura de conocer a alguien por el resto de la vida.

 

LUIS CARLOS ÁVILA R

@benditoavila

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