La cita del cine, de ese gran cine donde se aplaudía luego de terminar una función, volvió a darse en Cartagena como sucede desde hace 55 años. El pasado 17 de marzo culminó la edición 55 del FICCI- Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias-.
170 películas se proyectaron durante siete maratónicas jornadas. Tuve la oportunidad de asistir a 11 películas y aún así sentí que me faltó mucho por ver. Lo bueno del asunto es que muchas llegarán este año al país y otras son parte de retrospectivas, así que su acceso es sencillo.
Sin embargo, el FICCI es más que cine en su estado puro, es cinefilia, es mercado, es ventana y claro, es la experiencia de Cartagena. Es cinefilia desde el momento en que se recobra la pasión por hacer una fila para entrar al teatro, comentarla luego a la salida con amigos durante un café, transportarse con historias cotidianas y ver cómo se funden con la dinámica de la ciudad. Tuve el chance de ver un par de cintas en el ciclo Cine bajo las estrellas y pese a las cuestiones técnicas, la experiencia del cine al aire libre con el telón de fondo de la amurallada es casi un Nirvana para los amantes del séptimo arte. Ojalá hicieran más funciones así y no en los asépticos multiplex.
El festival es mercado y ventana en cuanto es la unión de creadores con productores y patrocinadores, que asegurarán el futuro de sus proyectos. Sin temor a dudas, ir al festival de cine de Cartagena es estar al tanto de los próximos dos años de la cartelera nacional y eso es un lujo que el festival lo sabe. Destaco dentro de las próximas cintas colombianas: Cartas a una sombra, El silencio del río, Tres escapularios y Todos se van.
Por eso hay que rescatar los espacios alternos que este año apoyaron a los nuevos creadores, ya sea desde la sección dedicada para ellos como la de los premios PuertoLab, para ayuda en la etapa de postproducción, los premios resultado de los Encuentros Cartagena y algunos de los estímulos del Fondo de para el Desarrollo Cinematográfico, exactamente los de apoyo a festivales.
A la par, la charlas magistrales fueron la gran competencia para quienes querían ver algunas películas. Difícil decisión entre ir a cine y entablar un charla con Darren Aronofsky, Kim Ki Duk, Pablo Trapero o James Gunn.
Es un lástima que por temas logísticos mucha de esta excelente programación se desperdicie dado que los tiempos de desplazamiento entres sedes (tres) y la hora de antelación para reclamar las entradas, complicaban tener una agenda sólida.
También hay que destacar que varias de las gemas presentadas vienen de ser exhibidas en festivales por primera vez, de suerte que los colombianos somos el segundo y a veces primer público que las ve en pantalla gigante.
Así pues, Cartagena manda la parada cinematográfica en el país y ya en próximas semanas empezaremos a ver en cartelera algunas de las cintas que estuvieron en La Heroica.
En abril llega Todos se van, el regreso al cine de Sergio Cabrera, una historia que seguro llegará a los corazones de muchos. Otra que aterriza pronto es la peruana Elefante desaparecido, un thriller que fue la apertura del Ficci y que se aleja del relato tradicional dentro del cine de estas latitudes. Recomendadas ambas.
También pronto llega Ruido Rosa, ganadora a premio de mejor director. De ella no puedo contar mucho pues la vi hace años aun en etapa de postproducción, aunque si debo señalar que muestra otra cara del caribe colombiano y es bueno saber que las regiones se cuentan desde el cine. Una historia de amor otoñal que quizás a algunos les guste.
Puede que nos demoremos o quizás no lleguen (aunque espero que si) otros estrenos que fueron los ganadores del FICCI. Hablo de la guatemalteca Ixcanul de Jayro Bustamante, ganadora a mejor película, y de Silencio del rio de Carlos Tribiño, ganadora como mejor película colombiana.
La primera viene de triunfar hace cerca de un mes en el Festival de cine de Berlín siendo ganadora del Oso de Plata Premio Alfred Bauer y paralelamente con Cartagena recibió el máximo galardón en su homólogo de Guadalajara.
Narrada en idioma indígena original, esta cinta cuenta la historia de una mujer maya, María, de 17 años, que intenta llegar a un destino diferente para el que ha sido elegida. Así como el héroe griego ante el oráculo, María ve su futuro a los pies del volcán, al lado de su madre, su matrimonio es un espejo que definitivamente no quiere seguir.
Pero los ‘dioses’, ejercen el sino trágico sobre la protagonista para mostrar las ataduras que aun lleva la mujer en nuestra sociedad. El peso de su género que las hace débiles y culpables por el simple hecho de ser y atreverse a salirse del patrón.
Vale la pena acercarse al universo que retrata Bustamante, con imágenes poderosas como las que pueden salir de la desnudez de una madre y el recorrido negruzco de la ceniza en las faldas de un volcán.
Caso similar, con mayor grado de contemplación es el que plantea la película colombiana Silencio en el río. Una experiencia visual que lleva al espectador a lo largo de un río y del recorrido que hace un cadáver y un niño que vela por esta persona.
Visibilizar los rostros anónimos de la violencia siempre será una tarea pendiente de nuestro cine y aunque digan que es otra película del conflicto, encontrarán en ella puntos para humanizar esa olvidada realidad.
Sin llegar a sorprenderme, las propuestas colombianas del FICCI demuestran que la industria ha tomado ya un ritmo interesante. Sigue aún pendiente el reto del público .
La próxima cita es en julio con lo que suceda en el BAM. Por allá nos veremos.
Este fue mi itinerario cinéfilo en el FICCI , para que vayan agendandose :
Las que no decepcionaron:
Los hallazgos felices:
Las sorpresas:
Le faltó un hervor:
- Tres escapularios
- Los últimos días en el desierto
Como su título:
Las que no alcancé pero entran en lista:
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