En nuestro país tenemos una larga historia de cuerpos, troncos y extremidades flotando en los ríos, pero nosotros preferimos contar los muertos del país vecino. Me duelen esos muertos, claro que sí, pero a nadie pareció dolerle que en un año de paros la violencia, la sangre y la muerte, también estuvieran presentes entre los olvidados de nuestra tierra. Ellos riegan con sudor y lágrimas los alimentos que producen y nosotros comemos viendo desde la cajita de colores las miserias del país en modo espectáculo.
Es lamentable que prefiramos ignorar a los que flotan en el río. Cuerpos que con sevicia fueron mutilados para que el terror nos paralice. Y paraliza, pero no a nosotros sino a quienes tienen algo distinto que contarnos sobre los mandamases de un pueblo y las angustias en territorios sin Dios ni ley. Entonces militarizan Buenaventura después de tantos años de soledad y cuando el terror ha vuelto en forma de piquetes.
Tenemos el descaro de lamentar la “falta” de garantías para la democracia en Venezuela. Acá con una contundente historia de muertes físicas y políticas a líderes opositores, no hemos hecho un alto en el camino.
Tras la más descarada persecución política que llevó a la destitución e inhabilidad a Petro, dejamos que el Presidente se burle en nuestra cara defendiendo el principio de institucionalidad que irrespeta untándolo de mermelada e ignorando unas medidas cautelares que le facilitaban una decisión con unos costos políticos importantes para quien gobierna con el hambre de la reelección. Nuestro cinismo apabulla.
Acá con un gran abstencionismo, redes clientelares y delitos electorales todavía pensamos que tenemos elecciones legítimas y habituados por la fuerza de la costumbre, volvemos cultura una práctica que soslaya la democracia y reviste de normalidad que candidatos de dudosa procedencia sean elegidos una y otra vez y hasta en cuerpo ajeno.
También nos horrorizamos con la “censura” a la prensa en Venezuela, donde al menos, hay canales de la oposición que se dedican todo el día a criticar al régimen. En nuestro país, la prensa que “pesa” se arrodilla al sistema de turno, ayer fueron uribistas, hoy son santistas y su alegría es inocultable tras la destitución de Petro.
Ahora bien, no por las anteriores razones estoy de parte de quienes piensan que no podemos sufrir y preocuparnos por el país vecino. Somos libres para expresar nuestra solidaridad y desear una mejor suerte a ese alma vino tinto que con pasión vibra y defiende lo que cree, produciendo cambios significativos en su historia. En 50 años no ha habido cambios que frenen los ríos de sangre que corren por las venas abiertas de nuestras poblaciones pobres y horrorizadas. Es la radiografía de nuestra hipocresía. “El que escupe para arriba, le cae la saliva en la cara”.
Estimada Martha, como te comente en días anteriores, soy un lector asiduo de tu columna, las cuales me parecen interesantes, muy bien escritas, y con una temática de mucha actualidad. Todas me gustan, pero esta me parece mejor que muchas. Te felicito. Esta felicitación quise hacerla después de leerla, pero ahora que la releí con mucho detenimiento, no sólo encuentro a una columnista que escribe muy bien, sino que cada vez lo hace mejor. Espero que sigas publicando tus puntos de vista y con la independencia filosófica que te caracteriza. Un abrazo.
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Nadie Niega Que Colombia Esta Remal, Pero Podria Estar Muchisimo Peor Si No Vemos Lo Que Pasa En VeneVCuba, T@r@d@!…
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Henry,
En una cosa tiene razón la Señorita Martha, si vivir una democracia FALSA, o ya DEFINIDA. Buen Artículo!
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señorita: Habra los ojos y mire para Venezuela para ver lo que se nos viene pierna arriba, entre otros con su alcalde Petro, por supuesto que en Colombia vivimos la tragedia de la corrupción, pero la solución esta muy lejos del Castro-Chavismo.
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Nos hemos acostumbrado tanto a no castigar a los politicos que transgreden la ley, que nos cuesta mucho trabajo aceptar el cástigo para aquel que con pleno conocimiento quebró la ley y esperaba impunidad por su popularidad.
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El hipócrita y corrupto Uribe Vélez, brama como toro rabioso de lo que sucede en Venezuela pero nunca le importó las masacres perpetradas por sus amigos paracos que jugaban futbol con las cabezas de las víctimas, ni mas de los 4 millones de desplazados, ni las víctimas de los falsos positivos, ni los actos de corrupción de sus hijos. Definitivamente, tiene razón la bloguera, para esconder la inmundicia dela criminalidad uribista se acude a la hipocresía, amnesia e ignorancia del pueblo colombiano. No es que defendamos lo que ocurre en Venezuela con estos dictadores tropicales, pero en Colombia ocurren otros horrores que no pueden esconderse en hechos reprochables y criminales de países vecinos
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COMENTAMOS CON ASOMBRO LA TRAGEDIA DEL PAIS VECINO, PERO NOS DUELO RECONOCER QUE ESTAMOS PEORES QUE ELLOS, SEÑORES PERIODISTAS MAS ETICA A LOS COMENTARIOS DE CUALQUIER INDOLE
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