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Estaba mi hija Yeyita susurrando en la cocina con mi suegra, y desde mi cuarto, en un apartamento de 75 metros, pude escuchar, (tengo el poder auditivo de la ‘Mujer Biónica’), “Las cosas se dieron Chavin, normal”, “el ascensor solo, los dos solos…” y se refería básicamente al por qué una amiga de ella, se besó de un momento a otro con un vecino del edificio al que encontró en el elevador y creo que ha visto solo una vez en los 7 años que llevamos en el conjunto. Es más, creo que ni sabe su nombre (a propósito de la ‘Mujer Biónica’, cuando la veo en un canal Retro, soy víctima de las burlas de mis hijos por defender a mi amor platónico ‘biónico’ sin avergonzarme. Para ellos sus únicas mujeres héroes son Rihanna o Taylor Swift).
Y comienzo mi artículo de hoy con esa anécdota para significar, y usando un símil, con todo respeto, de un título de un best seller de nuestro Nobel, Gabo, “cómo es el amor en los tiempos del Facebook y del WhatsAp”, y más puntualmente, el amor de los adolescentes de ahora.
La época de los acrósticos o los sonetos con métrica Alejandrina desapareció. Las cartas con los bordes quemados y en papel pergamino ya hacen parte del lejano pasado. Los temas que dedicábamos a nuestras novias, como ‘Necesito llamar su atención’ de Roberto Carlos, si nuestros hijos los escuchan, serían el hazme reír de ellos.
“Todas las veces que usted pasa y no me ve
Quedo pensando qué no haría para tenerla a usted
Quedo pensando miles de cosas
Cualquier locura haría tal vez
Los días pasan corriendo
Voy a acabarla perdiendo
Tengo que hallar la forma de llamar su atención”…
…y las tarjetas o postales que llenábamos al respaldo con inspiradas y enamoradas frases, son tan solo jeroglíficos, y arcaicas cartas para la adolescencia y juventud actual.
Las canciones que se dedican ahora son más o menos así ¡perriando ma!
“Mami es que esa falda está causando temblor
Ese movimiento está causando temblor
Me tumba ese cuerpo está causando temblor
Como un terremoto va causando temblor
¡Perriando ma! ¡Perriando ma!
¡Perrriando ma! ¡Perriando ma!
Tírate pa acá ¡Perriando ma!
Pégala pa acá ¡Perriando ma!
¡Perriando ma! ¡Perriando ma!
¡Perriando ma! ¡Perriando ma!
Tírate pa acá ¡Perriando ma!
Pégala pa acá ¡Perriando ma”
Pero volvamos al famoso invento de Mark Zuckerberg, Facebook. “En una relación con Pedro”, así se declaran hoy comprometidas las chicas en esta red social, y el día de mañana… “En una relación con Pablo”, y pasado mañana, “En una relación con Juan”. Cambian de novio como cambiar de canal, igual los jóvenes, y suben al ‘face’ todas las fotos que una memoria de 64 gigas puede almacenar, y lo peor, fotos de nosotros los padres que ni siquiera sabemos que existen.
En estos días me encontré con alguien que no veía por lo menos hace 10 años y me dijo con mucha familiaridad, “por ahí vi las fotos de tu aniversario y de la casa que tienes en Flandes, te ves muy bien sin camisa”. “¿Sin camisa?”, pensé, y me sorprendí, porque después del atraco que sufrí hace ya casi 9 años y donde me dejaron con más heridas que un torero, nunca dejo el torso al desnudo. (Según mi inseparable ‘amiguis’ Wikipedia, ‘torso’ puede designar al cuerpo humano excluyendo las extremidades, o una representación escultórica de esta parte del cuerpo“, bueno yo de escultórico les juro no tengo nada, más bien mis hijos dicen que me parezco a Homero Simpson, pero ojo, no por la crayola en la cabeza, sino por lo calvo y barrigón, ahhh, y porque tomaba cerveza).
Al llegar a casa, revisé tal cual oficial de delitos informáticos, el perfil de ‘face’ y de Instagram de mi hija, y me encontré con fotos mías, hasta con la pijama que me regaló mi sobrina Linda y que usé en la clínica, (en la época del atraco), cuando pesaba 30 kilos, y que ahora con mis 70, (kilos, no años), me queda como ombliguera. También una imagen en la que aparezco sin camisa, en un viaje a la casa de veraneo de mi hermano Franklyn, paseo al que invitamos al novio de mi hija, y donde ella me ha fotografiado, (por fotografiar a su amado que estaba accidentalmente en ese momento a mi lado), deshidratándome en esos 40 grados de temperatura a la sombra, y donde por física necesidad de no morir derretido, tuve que despojarme de mi camiseta.
Todo esto para decir que los adolescentes y jóvenes de ahora manejan la consigna, “si no está en la red no existe”. ¡Todo debe ser publicado! Desde el beso casual y apasionado, hasta los momentos más íntimos y familiares donde somos los padres presa de estos ‘paparazzi’, y luego nos vemos ‘etiquetados’ en los 5.000 amigos de nuestros hijos.
Y qué decir de cómo se ha perdido el respeto por parte de los amigos de nuestros hijos para con nosotros sus padres. Nos tratan como iguales.
“Como estás viejo, soy Pipe, oye, ¿tú sabes si tu nena ya llegó?, es que ando ‘desparchado’ y es a ver si me cae al ‘apartacho’ que estoy solo”.
“Qué tal viejo, soy Marce, es que necesito a tu hijo Jr. o a Tatao, alguno de los dos, es que estoy estrenando tina, ¿tu les puedes marcar al celu por fa?”
“Que tal viejo, soy Pier, oye acabo de conocer a tu hija y la invité a una pijamada en mi cuarto, ¿la dejas ir? ¿por fa, sí?”
Uno de los pretendientes de mi hija alguna vez, y como a la antigua, cosa que me hizo feliz, fue a pedirme la mano de mi hija. Amablemente le pregunté, “¿y ya hablaste con mi señora?”, y me contestó cortante, “Si señor, pero me gusta más su hija”.
En los 38 años de conocer a mi suegra jamás la he tuteado o la he llamado por su nombre, siempre Doña Isa le he dicho, y a mi suegro, quien murió hace 6 años, siempre le dije Don Lucio. Ahora los yernos te hablan de igual a igual con un grado de confianza sorprendente y hasta atrevido.
Volviendo a las redes sociales, menos mal el venezolano Manuel Antonio Carreño Muñoz, (más conocido como Carreño y su Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres), no vive, (o tal vez debe estar revolcándose en su tumba), al leer lo que los jóvenes redactan y cómo lo redactan, en ‘face’ y ‘whatsapp’: “Oiga marikis, ¡no se ralle!, no se coloque rabona, malparidis, yo no soy líchigo con usté, yo voy pa’ las que sea parcera, pacto de sangre weona”, párrafo que contrasta con un verso de nuestra época: “Escúchame princesa de mi castillo, no te enfades, no te enojes, amada y adorada mía, mi amor no tiene límites, seré tu esclavo por siempre, solo corre amor por ti por mis venas”.
¿Y se han dado cuenta del sexo en vivo en los ‘Transmillenos’? Mientras los adultos venimos escuchando ‘La W’, en nuestros celulares normalitos, ellos, me refiero a los jóvenes, vienen, al son del reggaetón que emiten sus costosos ‘Smartphone’, más ‘amacizados’ de lo que el sistema de transporte obliga, desvistiéndose en directo y prácticamente fabricando un tercerito ante la mirada atónita de los pasajeros. Y para qué hablar de esto mismo que pasa en los parques, en los ascensores, en las fiestas y hasta en las puertas de los colegios.
“El uniforme es sagrado”, nos decían los profesores de antaño. Ahora esta prenda parece y se usa más como vestido para ‘striptease’, pues las chicas llevan la falda más arriba de los muslos y los jóvenes lucen sus pantalones ‘descalsurriados’. Y en los puentes peatonales los sorprende uno, en escandalosos besos, rasgándose apasionadamente de parte y parte sus camisas blancas de colegio, mientras sus sacos de uniforme están confinados en sus maletas.
“Qué seba de man tu ex, es una chanda, le dije que no te echara los perros y esa ñámpira me sacó un carbonero 14, y luego se fue de guachafita con mi cuñis, qué boleta, y la hembra salió jincha de la rumba”, así le habla hoy el novio a su novia, y lo publica en ‘face’, twitter, google+, ‘whatsapp’ y todas las redes sociales existentes. Eso mismo dicho por nosotros en nuestra época sería algo así: “Qué señor tan problemático tu exnovio, es un grosero, le recalqué amigablemente que no te cortejara más y el indecente me amenazó con arma blanca, con uno de esos elementos usados en marroquinería, y luego invitó a bailar a la que ahora es su novia, o sea tu hermana, y ella se pasó un poco de copas, y salió algo mareada del lugar”.
Una amiga mía me contaba un día que a todas las novias de su hijo las ha conocido cuando salen del cuarto al baño en toalla, (me refiero al baño y con la toalla de mi amiga), o en el mejor de los casos, en pijama en la cocina tomándose los cunchos de whisky que les sobró de la rumba, (hablo de la pijama de mi amiga y del trago 18 años que tenía ella guardado para una celebración especial), “No le conozco las novias vestidas”, me reafirma ella.
En los 8 años de novio nunca dormí en la casa de mi novia, bueno creo que una vez, y fue en la celda del servicio que quedaba en el patio, y eso porque me invitaron a la fiesta de sus 15 y no conseguí una buseta a las 3 de la mañana que me llevara del barrio ‘Afidro’ a ‘Villa Mayor’. Después de un cónclave de caso dos horas me dejaron quedar allí. Nunca entré a la habitación de sus papás y mucho menos los sorprendí en pijama ni con la cama sin tender. Las visitas siempre fueron en la sala con su abuelita de supervisora y jamás en su alcoba. Ahora las parejas de novios comparten sus fines de semana, “un fincho en tu casa un fincho en la mía”, o mejor, “uno en tu cuarto, uno en el mío”, (ojo, no sean malpensados amigos lectores).
En fin, dentro de poco nuestros yernos nos sacarán de la alcoba matrimonial, nos expropiarán nuestro carro y nos invadirán nuestra casa de veraneo. Vivirán con el sueldo de nuestras hijas y hasta tendremos que servirles de fiadores y luego pagar sus préstamos de libre inversión.
No se olviden amigos lectores de nuestras obras sociales:
Perdieron sus piernas en campo minado y el gobierno los ‘reparó’ con doscientos mil pesos
A mano armada le robaron su silla de ruedas de motor y el triciclo de su microempresa. Ayuda urgente
Ayuda económica urgente para Julianita y sus quimioterapias contra el cáncer
Óscar se aferra a la vida con el amor de su novia y su mamá. ¡Ayudémoslo!
Misión cumplida ¡Josmer ya tiene su silla de ruedas de motor! pero ahí no para la ayuda
Estas son nuestras obras sociales que requieren de su apoyo urgente
Ayuda al Prójimo
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giovanniagudelomancera
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¡¡ Que buen post!!
Sin duda alguna incita a la reflexión e introspección de mucho ámbitos diarios.
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