En 1996, la Asamblea General de la ONU, proclamó el 21 de noviembre como el ‘Día Mundial de la Televisión’, «La resolución supone el reconocimiento del gran impacto de las comunicaciones geo-televisivas en el escenario presente mundial. De esa forma, la televisión se reconoce como una herramienta importante de orientación, canalización y movilización de la opinión pública. Su impacto en los asuntos políticos no puede, por tanto, negarse».
Aprovechando esa fecha tan importante, queremos hacerle una dura crítica al duopolio que controla la televisión en Colombia, que se enriquece con las frecuencias que son del Estado y que embrutece día a día al televidente aprovechando su posición dominante.
Empecemos diciendo que ¡esa tal competencia en el duopolio no existe!, y que ese duopolio maldito tiene un consorcio que le vende pauta a los dos. ¡Hágame el favor! de entrada, está monopolizada la cosa.
Recuerdo que durante el primer año de haber salido los dos ‘canales privados’ al aire, (‘privados’ entre comillas porque utilizan y usufructúan el espacio electromagnético que es de todos), solo se pasaba pauta del grupo económico dueño de su canal, o sea, «ni por el chiras» se emitía pauta del otro grupo, (a propósito de esa expresión, «ni por el chiras», según Wikipedia, se refiere a «ni por casualidad», y se origina por el tiro que consigue golpear a más de una canica contraria de una sola vez). Todo esto para decirles, que jamás hubiéramos pensado ver la novela ‘Carolina Barrantes’, con el patrocinio de una bebida cola de propiedad del canal de la competencia. O sea, pautaban entre sí…o se quebraban.
«Si no puedes con el enemigo únete a él», esa era, y es aún, la consigna.
Todos los años viajábamos a Cartagena al reinado, (pero no como soberanas participantes, si no a trabajar), y un día estaba yo en un importante hotel de esa ciudad, en una reunión de producción, y vi en unos de los salones exclusivos a los dueños de estos canales aplicarse, como diría el doctor Casas de la W, varios ‘lamparazos’, o ‘amarillos’, departiendo como amigos y socios.
Luego, bajando en la Vitara al Centro de Convenciones, logré ver a la distancia a dos camarógrafos, uno con chaleco fosforescente y el otro con azul oscuro, peleándose salvajemente por lograr ubicar de primeros el cable de la ‘Flyway’, (antena satelital). Me bajé del jeep, como en las películas, casi en movimiento, y les grité: «¿Oigan, ustedes son bobos o qué, vengo del Santa Clara y los duros están tomando whisky juntos y ustedes dándose puños por un cable?»
Igual ocurrió en un viaje internacional, emitiendo desde una plaza histórica de la revolución, cuando dos reconocidas periodistas se halaron del pelo en un espectáculo bochornoso, para rodar de primeras su informe a través del satélite, y luego terminaron la pelea en el avión, sin saber que la antena ‘Fly way’, de propiedad de uno de los canales del duopolio, se había acordado desde Bogotá para el uso de los dos canales, incluso, el día del altercado estaba ‘planillada’ la ventana del dueño de la antena, (ventana se le dice al turno en el satélite), después de la del otro canal. Por eso se originó la pelea, porque la presentadora del canal dueño de la antena, se creía con el derecho de empujar a la del otro diciendo: «La fly es mía», (y eso que eran ‘amigas’ desde en un noticiero con nombre de empresa de taxis), ¡Y los dueños tomando juntos whisky en Bogotá! (Hoy las dos trabajan en la misma cadena de radio).
Como dice un colega: «Nos ponen a pelear a los periodistas entre sí como si de ello dependiera nuestra profesión».
Otra vez, estaba yo viendo en uno de los pasillos de uno de estos canales donde trabajaba, la parrilla de programación para la noche, y junto con mis compañeros no podíamos creer atónitos, que un señor de apellido de electrodoméstico, le entregara el rating en bandeja de plata al otro canal. Cambió abruptamente los horarios de los programas que estaban marcando muy bien y los mandó como dice Julito, «al horario de la funeraria». ¡Blanco es, gallina lo pone, frito se come!
Y ese señor, repito, de apellido de electrodoméstico, intentó reencaucharse en el otro canal, sin éxito alguno, con un ‘¿Quiere ser millonario?’, (aunque no lo necesitaba, porque bien acomodado si es, no solo acomodado en dinero sino en opinión).
Un día de elecciones presidenciales en medio de tanto ‘voleo’, observamos sorprendidos como llegó de visita el presidente del canal de la ‘competencia’. ¿A qué? ¿por qué, y ¿a cuenta de qué?, ¿cuáles son los secretos?
Y muchas veces esos dos presidentes salieron en los noticieros de la noche con bufandas, (puedo apostar tejidas por mi suegra), alterados porque venía en camino un tercer canal, y con la ayuda del hoy Fiscal General de la Nación, lograron bloquearlo, por medio de una diligencia de un ‘ciudadano preocupado’.
A buen entendedor pocas palabras. El rating es turnado, la logística y la pauta compartida, los ejecutivos van sin problema alguno, de allá para acá, igual sus talentos. Hasta se ponen de acuerdo que partidos transmitir en el mundial y cuáles no. Los cortes a comerciales los hacen de manera exacta y milimétrica, para ellos, pero abrupta para el televidente. Y al final de cada año se reparten la torta.
Quienes hemos trabajado en las dos orillas, (y no me refiero al periódico digital), sino a quienes hemos estado en los dos lados, con las dos camisetas, podemos dar fe y testimonio que ¡esa tal competencia en el duopolio no existe!
Los empleados y los televidentes son quienes se tragan el cuento y prohíben en sus casas tomar la bebida de la competencia, o ver el otro canal. ¡Yo prohibo en mi casa ver los dos!, (aunque viéndolo bien, ¿cuál bebida de la competencia? si hasta en eso son socios).
Una vez una compañera de archivo de uno de esos canales, (para proteger su identidad le diremos ‘Alcirita’) salió un domingo de la tienda de su barrio con una gaseosa litro de marca X, y al ver que la esposa del dueño del canal llegaba a su casa para encomendarle un trabajo acerca de una exposición de orquídeas, tiró la botella de la competencia al jardín más cercano, mientras la atendió tartamudeando y temblando, sin ponerle cuidado a nada de lo que le decía, solo miraba a donde había caído el envase con el precioso líquido. Al irse la patrona, ‘Alcirita’ se lanzó de cabeza al ante jardín vecino a recuperar su bebida para el almuerzo, disputando la botella en franca lid contra un ‘dóberman’.
No hay secretos, ellos saben exactamente que producciones vienen en camino y se ponen de acuerdo para sus estrenos. El televidente es quien pelea en la tienda con el vecino a ver que novela o ‘reality’ de turno es mejor, y se casan con uno de ellos. Los actores, directores, productores, creativos y altos ejecutivos brincan de cancha a cancha, y se pasan la pelota, y el televidente cree que están jugando un partido, y se pone la camiseta, y hace barra, y hasta se celebra sus ‘goles’ sin saber que todo está acordado en el camerino.
¡Sí!, todo está acordado, los sueldos, los premios, las patéticas películas de fin de semana, (Steven Seagal y Lorenzo Lamas están en la nómina) y por supuesto los horarios de noticias y de programas de opinión. Hay pacto para bloquear cualquier ley que les quite el monopolio, (en este caso el duopolio), jamás dejarán que se licite y otorgue un verdadero tercer canal, (Ver: Ese nuevo Canal Uno no es ‘ni de fundas’ el Tercer Canal http://blogs.eltiempo.com/la-sal-en-la-herida/2017/10/09/ese-nuevo-canal-uno-no-es-ni-de-fundas-el-tercer-canal/). Callan o se acomodan en momentos coyunturales de la vida nacional donde deben pronunciarse, y como decía mi abuelita, ¡el que calla otorga!
¡Esa tal competencia en el duopolio no existe! y debería existir, con propuestas diferentes, y si ellos no las quieren hacer, deberían dejar que otro canal las haga sin morir en el intento.
Mi maestro y amigo, el cineasta Carlos Mayolo, me decía: «Mirá Giovannetti, cuando veo esos dos canales me siento como en el bachillerato, estamos en diferente salón, pero vemos las mismas materias con los mismos profesores».
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