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Esta sección finaliza el recorrido de la situación política de Haití. En los primeros escritos se expuso cómo el proceso independentista llevó a un lento momento de construcción del Estado, generando diversos problemas económicos y políticos que ayudarían a acrecentar la desigualdad social de los Haitianos, la extrema pobreza, y la formación de una élite cuyo único objetivo era cooptar el poder político por todos los medios necesarios, así fuera el derramamiento de sangre inocente.

Pasando por la dictadura feroz de los Duvalier, el actuar de los Estados Unidos, el silencio cómplice de los estados latinoamericanos, y el papel de Jean-Bertrand Aristide, se llega a dos puntos clave de la historia de Haití. Las operaciones de paz, y la turbulencia política en los años 2000.

Mantener la paz

 

Foto: UN/MINUSTAH/Jesús Serrano Redondo. Tomada de: UN DISPATCH - United Nations News & Commentary Global News - Forum: https://www.undispatch.com/why-stopping-peacekeeper-abuse-is-so-politically-challenging-and-so-very-important/

Foto: UN/MINUSTAH/Jesús Serrano Redondo. Tomada de: UN DISPATCH – United Nations News & Commentary Global News – Forum: https://www.undispatch.com/why-stopping-peacekeeper-abuse-is-so-politically-challenging-and-so-very-important/

 

Finalizando la Guerra Fría, el término “operación para el mantenimiento de la paz” empezó a utilizarse en la organización de las Naciones Unidas como un instrumento de ayuda en aquellas regiones que estaban presentando inestabilidades políticas y sociales, y que generaban una amenaza a la paz y seguridad internacional. Estas operaciones empezaron a localizarse en las regiones donde más se sintió la Guerra Fría, cuya característica especial no era la existencia de un conflicto entre países, sino el surgimiento de conflictos internos de larga duración y extremadamente violentos.

Se dio, así, el nacimiento de actores insurgentes ocasionando violaciones sistemáticas a los derechos humanos y ataques para debilitar a estados legítimos, produciendo un escenario de “nuevas guerras” como lo mencionaría la académica Mary Kaldor.  Nuevas dinámicas que tienen como objetivo la guerra de desgaste, la erosión y pérdida de legitimidad del Estado, y nuevas identidades que buscan acceder al poder político y económico, arrasando los derechos humanos de la población civil.

Es este tipo de conflicto el que hace que países como Haití estén en la agenda de las organizaciones internacionales y las ONGs, para generar un proceso de recuperar y mantener la paz, la seguridad regional, y otorgar necesidades básicas a una población en condiciones de extrema pobreza. Sin embargo, si bien es cierto que se habla de un proceso de carácter humanitario, se sigue generando polémica con respecto a la efectividad y desarrollo de las operaciones. Incluso se genera el debate de si la acción de “mantener la paz” es el resultado de una buena voluntad, o un mecanismo de estrategia e intereses por parte de los Estados.

 

El primer despliegue

 

UN peacekeepers in Haiti (UN Photo/Logan Abassi). Tomada de: Caribbean Journal: https://www.caribjournal.com/2013/06/19/canada-sending-new-deployment-to-un-peacekeeping-mission-in-haiti/

UN peacekeepers in Haiti (UN Photo/Logan Abassi). Tomada de: Caribbean Journal: https://www.caribjournal.com/2013/06/19/canada-sending-new-deployment-to-un-peacekeeping-mission-in-haiti/

 

En septiembre de 1993 el Consejo de Seguridad de la ONU desplegó la primera operación de paz en el país, la Misión de las Naciones Unidas en Haití (UNMIH por sus siglas en inglés), con el objetivo de apoyar la modernización del ejército haitiano y, además, de crear una nueva fuerza de policía en ese Estado.

A la par de la modernización de las fuerzas de seguridad, resulta importante ver el actuar del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para mantener la paz. Mediante la resolución 940 de 1994, se creó una fuerza multinacional con el fin de permitir la salida de las fuerzas militares golpistas del país y restablecer el gobierno de Aristide.

Se determinó recurrir a todos los medios necesarios para poner fin al régimen ilegal en Haití y garantizar el retorno del presidente legítimamente electo. Es decir, se puede interpretar que el restablecimiento de la paz podía hacerse por intermedio del uso de la fuerza, por lo que los métodos “alternativos” (casi violentos) para lograr paz y seguridad, siempre han estado inmersos en la agenda mundial.

Cabe resaltar que la creación de la fuerza conjunta estuvo dirigida por tropas de Estados Unidos, junto con la participación de otros 28 Estados, que tenían el objetivo de garantizar la seguridad pública en el país. Una situación que también abría el debate de cómo se puede erosionar la soberanía de un Estado en escenarios de crisis política, y si realmente existía buena voluntad de estos Estados en buscar la paz, o solamente operaban por intereses estatales.

De esta manera, el hecho de que Estados Unidos estuviera involucrado de forma directa en el despliegue de tropas en Haití, llevó a que los golpistas abandonaran el poder. A raíz de lo anterior, y como ya se había estipulado previamente en la resolución 940, el Consejo de Seguridad le otorgó una prórroga al mandato de la UNMIH para que se desplegara nuevamente en el territorio.

Finales de los noventa

 

A finales de los años noventa se establecieron otras 4 operaciones para el mantenimiento de la paz. Los propósitos de estas misiones en Haití se centraban en proveer de asistencia al gobierno constitucionalmente legítimo, continuar con la profesionalización de las fuerzas armadas, propiciar condiciones óptimas para el desarrollo de elecciones y apoyar la creación de un nuevo cuerpo policial.

Es así que durante el periodo de 1994 a 2001, hubo varios avances en el proceso de reconstrucción del país, debido ampliamente a los aportes de cada una de las cuatro misiones. Sin embargo, en un plano sistémico, la situación seguía cada vez peor. Nunca se dio una reforma política y socioeconómica para los haitianos, debido a la incesante crisis política y falta de estabilidad interna.

El segundo gobierno 

 

Foto: Shannon Stapleton/Reuters. Tomada de: The Guardian: https://www.theguardian.com/commentisfree/cifamerica/2011/mar/18/haiti-jean-bertrand-aristide

Foto: Shannon Stapleton/Reuters. Tomada de: The Guardian: https://www.theguardian.com/commentisfree/cifamerica/2011/mar/18/haiti-jean-bertrand-aristide

 

Jean-Bertrand Aristide vuelve a ser presidente para el periodo de 2001-2004. Sin embargo la situación interna se volvía insostenible. Por un lado, se empezó a formar un movimiento político anti-Aristide llamado Convergencia Democrática, formado por militares en el exilio, y aquellos que no quisieron participar de las misiones de paz, además de ciudadanos que veían dichas operaciones como un intento de atornillar a Aristide en el poder, y dejar endeudado el país.

Por otro lado, se empezó a conformar lo que el historiador Justin Podur llamó como la insurgencia paramilitar. Grupos de exmilitares empezaron a cometer atentados a estaciones de policía y guarniciones militares. Asimismo, estos grupos empezaron a formar milicias urbanas en los barrios pobres de las ciudades, con el fin de someter a la población, y de demostrarle a Aristide que era incapaz de proveer seguridad y protección a su gente. Era normal que, cada vez que existía una protesta, estos grupos cometieran masacres.

Giro a la izquierda

 

Ahora bien, un punto clave para que existiera una fuerte oposición y alzamiento paramilitar, fue el hecho que Aristide empezó a identificarse con el “giro a la izquierda” que había en América Latina. El acercamiento con el entonces Presidente Hugo Chávez, y el restablecimiento de relaciones con Cuba, fortaleció el discurso de la oposición y de los paramilitares sobre la idea de un posible Haití socialista. Por su parte, Estados Unidos tampoco vio con buenos ojos el acercamiento de Aristide a Venezuela. La figura de Chávez en la isla generaba un sentimiento de odio a los norteamericanos, y rechazo a las operaciones de paz.

En el plano interno, las políticas sociales y económicas no eran aceptadas en el parlamento y el ambiente político comenzó a agitarse. La oposición, cada vez que podía, bloqueaba cada acción que pretendía ejecutar Aristide en el legislativo. Por su parte, la población civil empezó a desaprobar y desconfiar del gobierno, ya que las promesas de mejorar la seguridad y las condiciones de vida de las personas no se estaban viendo reflejadas.

En medio de la crisis política y social, un grupo grande de miembros del movimiento político Lavalas, se levantaron en armas para defender a Aristide y combatir a los paramilitares, pasando por encima del ejército, de las operaciones de paz y de la nueva fuerza policial. Pero, al igual que los paramilitares, los sublevados Lavalas cometieron actos en contra de la población civil.

La rebelión de 2004

 

A comienzos del año 2004, las fuerzas paramilitares de nombres RAMICO y el ‘ejército caníbal’ organizaron una rebelión en la ciudad de Gonaïves, controlando la zona norte del país y amenazando con movilizarse a la capital. Estos hechos llevaron a que el 29 de febrero de 2004, el presidente Aristide dimitiera y abandonara el país, dejando a Boniface Alexandre como presidente interino, y quien solicitó la intervención de la Organización de Naciones Unidas para estabilizar la situación en el Estado.

Mientras tanto, las fuerzas paramilitares cometieron masacres a todos los miembros de los Lavalas y a todo aquel que sintiera afinidad por el movimiento en el norte del país. Para someter a la población, mutilaban los cuerpos y los dejaban en las calles. Estos actos de barbarie solo demostraban que el factor del miedo ha sido el instrumento político principal para estos actores insurgentes que solo anhelaban obtener el poder político en Haití.

Así pues, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas decidió autorizar, a través de la Resolución 1529, el despliegue de la Fuerza Multinacional Provisional (FMP) por un plazo de tres meses, con el objetivo de establecer un ambiente de seguridad y estabilidad en el país, a través del control del orden público y la protección de los Derechos Humanos. No obstante, el propósito principal de la FMP era consolidar un escenario propicio para el despliegue de una misión de las Naciones Unidas de mayor envergadura.

MINUSTAH

 

Prensa Americalatina / Dinfunsión

Prensa Americalatina / Difunsión

 

La situación caótica de Haití hizo que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobara la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH, por sus siglas en inglés) a través de la resolución 1542. Se trataba de una operación con una alta contingencia civil y militar, que pretendía, por medio del uso de la fuerza, estabilizar la situación política, económica y social de Haití.

A su vez, MINUSTAH creó un Programa de modernización del Estado y fortalecimiento de las instituciones democráticas, que buscaba generar respuestas efectivas a los mayores desafíos que tenía el país (falta de cohesión política, el tema de la seguridad, y  el constante deterioro de las condiciones sociales de educación, vivienda y salud).

El control del orden interno por parte de la operación hizo que las fuerzas paramilitares se replegaran y los grandes cabecillas fueran arrestados y enjuiciados por sus crímenes. Durante los años 2006 a 2010 se produjo un sentimiento de estabilidad, por lo que el presidente encargado René Préval, inició un proceso de recuperación económica y social.

Cabe resaltar que, entre los protagonistas de la operación de paz, estuvieron Brasil, Argentina y Chile, ya que Estados Unidos decidió abstenerse de participar militarmente en Haití. Un hecho sin precedentes, y que generaba el mensaje de que la recuperación haitiana debía estar a cargo de los países latinoamericanos. Por supuesto, dichas participaciones se vieron con doble intención, ya que los intereses de los países más allá de lo humanitario, también eran los de buscar posicionamiento a nivel internacional, profesionalización y modernización de ejércitos, o el de mejorar las relaciones con Estados Unidos, como fue el caso de Argentina, que buscaba, de cierta manera, renegociar su desbordada deuda externa.

2010 a la actualidad

 

AFP/Archivos Héctor Retamal

AFP/Archivos Héctor Retamal

 

Después del terremoto del año 2010 que dejó devastadas las principales ciudades, incluyendo Puerto Príncipe, se generó un lento proceso de reconstrucción y ayuda humanitaria. Como lo reconoció Jeffrey Sachs en una entrevista, el problema central era que los programas sociales y de recuperación de infraestructura quedaron incompletos. La falta de rendición de cuentas generó un ambiente de recursos perdidos, inseguridad, y una sociedad civil desesperanzada.

Este escenario es el que debió enfrentar Michel Martelly, el segundo presidente elegido democráticamente en el año 2011. Una persona que se mostraba como alternativa diferente de la política tradicional haitiana, y que resultó ser aliado de la dictadura de los Duvalier. En su gobierno volvió a resurgir la amenaza paramilitar, y los programas sociales nunca fueron implementados al 100%. Su sucesor, Jovenel Moïse, el actual presidente de Haití, se considera como la persona que generará otro punto de sublevación, ya que la sociedad civil está cansada de tantas décadas de miseria, y pretende derrocar al gobierno por medio de la violencia y el caos.

El futuro de Haití, por más turbulento y cruel que pueda ser, debe estar pensado en torno a la base de cómo reparar el tejido social azotado por la extrema pobreza y la violencia. Ahora, con la iniciativa existente de las intervenciones extranjeras en la región, por la situación de Venezuela y Nicaragua, se debe pensar en los intereses estatales que contienen estas operaciones, para que no ocurran escenarios catastróficos. ¿Serán las operaciones para el mantenimiento de la paz la solución para nuestra seguridad regional? ¿Necesita Haití otra operación militar teniendo en cuenta los resultados del pasado?

 

 

 

 

 

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Politólogo e internacionalista de la Universidad Sergio Arboleda. Profesional con formación en análisis y comprensión de los problemas políticos e internacionales.

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Reconocimiento a un melómano que acaba de fallecer y que cultivó la melomanía en miles de clientes. Además. reflexiones en torno a un concierto bastante raro, el de Carlos Santana y la Fania. 

 

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En la noche de ayer, domingo, falleció de un infarto Saúl Álvarez, el fundador de la tienda La Musiteca, ubicada en el paseo comercial de la calle 19 con carrera 8, en Bogotá. Ese local fue el precursor de toda la ola de vendedores de música de la zona. Su negocio estuvo ubicado primero en una de las casetas metálicas que quedaban sobre la calle 19.

 

saul1.jpg

Recuerdo que cuando yo era niño, iba casi todos los domingos al mercado de las pulgas que en ese entonces era por la carrera tercera. Y si estaban abiertas las casetas de discos, era el momento de bajar y mirar esas rarezas que a uno de niño lo dejan marcado para siempre.

 

La última vez que estuve, hace no más de dos meses, le compré el disco de Hercules & Love Affair, y el Dig Lazarus Dig!!! de Nick Cave. De paso le eché ojo a la hermosa caja que tenía de los Talking Heads, prometiéndome que un día de estos volvía a la tienda a comprarla... Qué impresión tan tenaz saber que si vuelvo, Saúl ya no va a estar ahí.

 

Hoy me enteré del deceso a través de José Plata, locutor de Radiónica, y luego lo confirmó por Facebook otro coleccionista, Mario Jursich. En su proyecto Musicpimp, Alejandro Marín también recuerda los últimos discos que le compró... ¿Cuáles le compraron ustedes?

 

Vive.in publicó en alguna ocasión una corta reseña de Musiteca, dentro de su guía de lugares interesantes de Bogotá. Allí aparece la imagen de Saúl, sosteniendo una de sus joyas de colección.

 

La pérdida de Saúl Álvarez es un golpe certero en la cultura del melómano que creció haciéndole encargos a este rebuscador consumado. Era demasiado raro que no pudiera conseguir algún encargo caprichoso de esos que a uno se le venían repentimanente a la cabeza.

 

Para quienes estén interesados en acompañarlo en la velación, supe que será a partir de esta tarde en la Funeraria Gaviria de la 13 con 42.

 

Paz en su tumba. Sea momento para despedirlo con una buena canción: 'Phoenix', de Wishbone Ash.

 

 

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¿Qué pasó con la Fania?

 

El pasado concierto conjunto de la Fania All Stars y Carlos Santana estuvo lleno de matices que harán de la noche del jueves 12 de marzo de 2009 una experiencia inolvidable. Sobre todo porque, pese a que fue un gran concierto con más de cinco horas de música, fue también, extrañamente, una gala de confusos errores que dejaron deslucida a una de las agrupaciones más interesantes de la historia de la música popular latina.

 

Empecemos por el final. Empecemos por Carlos Santana... ¡Qué concierto! El tipo le dio gusto a todo el mundo. Para quienes disfrutamos de sus grandes clásicos, no se midió en gastos y tocó 'Oye cómo va', 'Samba pa ti', 'Evil Ways', 'Jingo' y una que me encanta y que no me imaginaba en el repertorio: 'No One To Depend On', que me la canté a grito herido... y en uno de sus "potpurríes", metió 'A Love Supreme', un fragmento de la pieza de jazz de John Coltrane que Santana tocó con John McLaughlin en el disco 'Love Devotion Surrender', en su etapa más experimental y espiritual al 100%... cosa rara, definitivamente. Supongo, específicamente por ese fragmento, que es un concierto diseñado para gustarle también a los fanáticos que extrañan a ese Santana salvaje.

 

 

Yo sentía que me había desconectado de la música del guitarrista mexicano desde hace mucho tiempo, porque no me he sentido nunca identificado con la onda que se produjo del álbum 'Supernatural' para acá. De hecho, su música de los noventa también me parecía muy aburrida. Yo soy seguidor del Santana que comenzó en el 'Live At Fillmore' en 1968 (antes de Woodstock) y que llega al 'Inner Secrets' de 1978; luego le reconozco su importancia por 'Blues for Salvador' (1987) y me encantó el 'Santana Brothers' (1994). Pero de resto, no me gustó nada mas.

 

Y coincido con algunas teorías que dicen que Santana tenía un talento que se desarrolló hasta un punto máximo y ahí comenzó a repetir la fórmula, años tras año. Cuando ya parecía no tener más ideas nuevas, y ya invadido por una espiritualidad acaramelada que alteró su visión musical con una mística de la paz y el amor al extremo, salió con los duetos al estilo 'Supernatural', a promocionar nuevos talentos como la carrera en solitario de Rob Thomas, etc etc etc.

 

Pues bien, quienes nos creemos tan críticos con Santana desfallecimos en el concierto del pasado jueves. Si bien, el guitarrista tiene una sola fórmula para hacer todo lo que hace, lo hace de manera genial. Vale que se repita, vale que se desvíe, vale que no tenga ideas muy novedosas... las que ya tuvo hacen historia.

 

Y ahora trajo consigo a una banda interesante, con dos cantantes de perfiles interesantes, con los que grabó recientemente el álbum 'Multidimensional Warrior', reinterpretando todos sus éxitos. Un espectáculo muy sólido.

 

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Tan sólido, que aún hasta hoy me pregunto por qué los organizadores pensaron que podían integrar los dos espectáculos, el de Santana con el de la Fania... ¡Son completamente diferentes! Y si Santana traía una planificación, es respetable porque tenía ganas de tocar durante tres horas (y por eso llegó a las 12 de la noche tocando). La última vez que estuvo en Colombia, fue espectacular pero fue tratado casi como un artista de apertura frente a Soda Stereo. Esta vez quería vengarse y por eso jugó con el público a "¿Se quieren ir a dormir ya?"...

 

En la foto de la derecha, Ismael Miranda.

 

Si el mánager de Santana fue el que ordenó que sacaran a la Fania del escenario alrededor de las 9:05 p.m., eso sí está muy mal. Especialmente porque la anterior fue posiblemente la última oportunidad de ver a todo este combo de estrellas reunido. Será seguramente el último concierto de Ismael Quintana en Colombia. Y además junto a Cheo Feliciano y Johnny Pacheco, quienes tampoco pueden esconder el peso de los años, y Adalberto Santiago, Ismael 'niño bonito' Miranda y Andy Montañez.

 

Pretendían quienes juntaron a todos estos artistas que se iba a resolver una diferencia histórica en Bogotá, como homenaje al fallecido Ralph Mercado. Creían que Santana se iba a unir a la Fania, posiblemente a tocar 'El ratón' o 'Oye cómo va' en homenaje al hombre que precisamente intentó comprar a Carlos Santana hace más de 30 años, cuando le ofreció un cheque en blanco firmado, como comprando su voluntad. Fue en ese entonces que, como Santana rechazó la jugosa oferta, entonces su hermano Jorge Santana, el 'malo' (por el nombre de su banda, porque es buenísimo guitarrista) aceptó la propuesta y surgió la grabación de 'El ratón' que veíamos en el post de ayer.

 

A las 9:00 p.m. fue el turno de Richie Ray y Bobby Cruz tocando con la Fania. Salieron a tocar el 'Jala jala'. Papo Lucca le dio paso a Richie en los teclados para llegar al sonido bestial. Pero por sonido bestial, todos entendíamos otra cosa: Cada viento iba por su lado, los trombones nunca se entendieron. La voz de Bobby fue sepultada por una interferencia, piano y vientos iban a ritmos distintos, como si no tuvieran retornos. Aldredo de la Fe miraba a sus compañeros descompuesto, como si pudiera arreglar algo en el camino pedregoso hasta la primera nota. Impresionante. Recuerdo a un amigo melómano agarrándose la cabeza, sin entender por qué sonaba todo tan mal. Ninguno de nosotros entendió.

 

delafeylucca.jpg

 

 

 

 

 

Papo Lucca, Bobby Valentín y Alfredo de la Fe, desconcertados durante el concierto de la Fania.

 

Lo que pasó con la Fania fue vergonzoso. Y fue una culpa compartida, entre quienes forzaron el show y los mismos protagonistas, el grupo: una demorada salida al escenario en la que ni los presentadores del show sabían qué era lo que estaba pasando; partituras extraviadas y instrumentos desencajados, cantantes que aparecieron con la ropa con la que estaban ensayando porque nunca les llegaron los vestidos. Roberto Roena haciendo muecas de que le llevaran algo que nadie entendía bien qué era. Canciones que comenzaban y a los 20 segundos debían detener, porque iban en un tono diferente. En fin, un completo desorden.

 

Si bien cada miembro de la Fania merece todo el respeto que se han ganado a través de la historia, era importante que un concierto de este envergadura estuviera muy bien preparado. Para muchos colombianos, fue el concierto de despedida, y esa no era la imagen adecuada para cerrar.

 

Ojalá vuelvan todos juntos para un concierto exclusivo para ellos. Ojalá que así sea. 

 

Suerte y pulso.

 

 

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