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Aunque tengan el propósito de proteger a la ciudadanía, los toques de queda no pueden ser decididos fácilmente como si se tratara de cortes de luz por fallas eléctricas.
Dicen los historiadores que los toques de queda aparecen en la edad media como una forma de resguardar a los castillos cuando estos eran asediados por los enemigos. Más recientemente, en España, se usaban para proteger a las personas de incendios, tan comunes siempre debido a que la mayoría de las casas eran construcciones de madera. También los usaron los nazis cuando ocuparon París y Franco para reprimir a los movimientos obreros durante su dictadura. En Colombia, el término ha estado asociado preponderantemente a acciones militares para controlar el orden público y con no muy gratos recuerdos. Uno de ellos ocurrió con el asesinato a Jorge Eliecer Gaitán y la consecuencia fue una guerra civil de más de 10 años con cerca de 300.000 muertos en la época de “La violencia”.
Hoy, en Colombia, los gobernantes regionales están tomando decisiones sobre toques de queda con un plumazo rápido y sin exponer las evidencias puntuales y los estudios previos sobre cómo una medida como esa podría evitar una posible propagación de contagios. Aunque parece lógico, no lo es. Y, por el contrario, una libertad individual determinante como la libre circulación queda golpeada por el afán de mostrarse duros y contundentes.
En el Meta, el gobernador Juan Guillermo Zuluaga llamó a un toque de queda desde las 10 p. m. del 24 de diciembre hasta las 5 de la tarde del 25. Y lo mismo para la noche del 31 y el primero de enero. Resulta lamentable esa medida que impide la libre circulación de los ciudadanos de todo un departamento, cuando en la misma región las acciones para controlar los aforos en los bares han sido realmente débiles, y el propio hijo del gobernador participa en fiestas sin tapabocas y sin distanciamiento que exhiben sus amigos en redes sociales. ¿En qué evidencia puntual está soportada esta decisión? ¿Cómo se prueba que los contagios se reducen con una prohibición de circulación de 19 horas y durante el día?
En otras ciudades como Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena, Bucaramanga y Manizales la prohibición es un poco más blanda y solo se tiene pensada durante la noche con periodos de cinco o seis horas hasta el amanecer. Esto parece más prudente entendiendo las aglomeraciones que podrían presentarse durante las celebraciones de Navidad y Año Nuevo y así lo han hecho algunos países en Europa. Sin embargo, esos toques de queda también deben estar soportados en evidencia porque significan una vulneración explícita a la libertad de los ciudadanos, además de una ampliación del poder ejecutivo en un solo gobernante: el gobernador o el alcalde de turno.
No es cualquier decisión, así luzca fácil y pequeña. No hay ningún país democrático del mundo en el que se haya impuesto un toque de queda durante el día por más de 19 horas, como lo va a hacer el departamento del Meta. Las autoridades que han estado más preocupadas en organizar novenas colectivas y concursos de cuadras, como en Villavicencio, deben estar enfocadas en hacer pedagogía; actos puntuales de cultura ciudadana; de tener lista la red pública de salud con los salarios pagados a los profesionales, sin deudas y con el menor número posible de camas de cuidados intensivos ocupadas en urgencias no vitales. La represión y la restricción siempre es más fácil, pero el principio de la libertad no se puede vulnerar con esa ligereza.
Los toques de queda implican un despliegue de la fuerza militar del Estado y un riesgo para el contrato social que garantiza seguridad y libertades a cambio del cumplimiento de la ley. Nadie quiere más contagios y tragedias con familiares muertos. Pero restringir la libertad y vulnerar aún más a los ciudadanos que han perdido sus empleos, que pasaron a las filas de la pobreza y de la pobreza extrema, y que seguramente desarrollaron problemas de salud mental por el confinamiento, no debe ser la salida. Los toques de queda deberían ser la última opción, no la más fácil y de plumazo.
@santiagoangelp
recuerde que la indisciplina social y la falta de solidaridad con el otro, incluso con los padres y abuelos, es una generalidad en Colombia, y exigen ese tipo de medidas coyunturales. Promueva política publica para “iniciar”… si …. iniciar de esa magnitud es el problema, con la cultura del respeto por el otro y la conciencia de nuestros deberes ….. no todo son derechos.
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