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El ex gobernador de Boyacá ha hecho una campaña resaltable. Amaya es un líder genuino. Muchos lo subvaloran en la contienda y podría terminar dando sorpresas, incluso sobre Sergio Fajardo. 

Conocí a Carlos Amaya porque cuando este llevaba las banderas del movimiento estudiantil en la UPTC de Sogamoso, mi papá, que trabajaba allí en el laboratorio de electrónica, era buen amigo suyo. Amaya hizo su liderazgo siempre con ruana y lideró al movimiento estudiantil de Colombia en un momento de tensión con el entonces gobierno del expresidente Álvaro Uribe. 

Todos sabían en la universidad que Amaya tendría un futuro político determinante en el país porque sus cualidades de líder brotaban en su personalidad. La rebeldía de la juventud aminoró y maduró con la trayectoria que lo hizo representante a la Cámara y gobernador. De hecho, en las tremendas movilizaciones de 2018 lideradas por Alejandro Palacios y Jennifer Pedraza, tuvo un papel revelador como intermediario entre el gobierno y los líderes estudiantiles en los que se veía al espejo. 

Como gobernador le cuestionaron falta de experiencia y un gabinete muy joven que no significaba necesariamente garantía para buen gobierno. Pero en su departamento es reconocido por cumplir sus promesas de énfasis en educación, inversión social y protección ambiental. 

Amaya es tremendamente carismático, de lejos más que Camilo Romero que repite frases predecibles en un discurso que dice mucho y no dice nada. Y, de hecho, es más inteligente con las masas que Fajardo. Hasta ahora no ha sonado mucho en los medios porque su partido no lo ha puesto a sonar. Y porque un líder de Boyacá parece no tan relevante para el centralismo bogotano que entiende la política en términos del siglo pasado y chapineruno. 

Igual que los otros candidatos, tiene problemas en hacer llegar sus propuestas. Nadie sabe qué piensa Carlos Amaya en la infraestructura tributaria del país. Tampoco se conocen sus propuestas sobre Venezuela, ni una posición contundente acerca de asuntos fundamentales como la inseguridad en las ciudades, el problema de la migración, y el aborto o los derechos de las minorías LGBTIQ. Aunque pertenece a un partido de izquierda, en términos de libertades civiles e individuales su región es profundamente conservadora. 

En trayectoria política el ex gobernador ha demostrado tener talante. Ganó la Gobernación de uno de los departamentos más grandes del país y antes estuvo en el Congreso a punta de liderazgo en la educación pública. Recorrió el país con ruana y recientemente se fue a estudiar a España para especializarse y dar el mensaje de que la preparación es importante. 

Si yo fuese un estratega político de otro candidato en el Partido Verde y en la coalición de la esperanza, estaría preocupado por Amaya. Su campaña se ha demorado en la ignición pero los medios y los periodistas empezarán a reconocerlo cuando el país vea sus discursos ante la plaza pública. 

Tiene cualidades necesarias para el electorado. Es un hombre familiar, viene “de abajo” con una carrera a pulso y con enorme esfuerzo, y es un político de región profunda que conoce las necesidades de la población. Puede conquistar fácilmente a los jóvenes porque su plusvalía política está justamente en el sector universitario, en donde nadie desconoce su nombre. 

De otro lado tiene barreras que lo hacen menos agradable para el electorado del momento, lo que podría generarle costos en votación. No suena mucho porque no polariza. No exacerba emociones ni indignación y no tiene un discurso anti capitalismo ni anti empresas. Esa es una estrategia sensata y leal, pero políticamente incorrecta. Ese electorado que entiende el país por fuera de los extremos ya lo tiene Alejandro Gaviria. Si quiere competir de verdad tiene que saber agitar a las masas sin caer en las ideas del populismo que alejan al centro para siempre. 

Dentro de su movimiento, Camilo Romero, menos preparado que Amaya, hace más ruido. Pero es cuestión de tiempo para que la opinión pública tenga que empezar a fijarse en el ex gobernador. Si hay un candidato al que debería temerle Sergio Fajardo, es a Carlos Amaya. Le quedan pocos meses para empezar a hablar con carga de profundidad sobre propuestas de solución a los problemas y acento en los temas más escabrosos que pasan por la economía y las reformas estructurales: normas laborales, pensiones, justicia, seguridad, orden público, violencia, pobreza y emprendimiento. 

CODA: En transparencia aclaro que no conozco personalmente al ex gobernador más allá de cobertura de prensa ni soy cercano suyo. 

@santiagoangelp

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