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El mayor defensor del uribismo es hoy un mensajero cuyo portal se ha convertido en un fuerte de conspiraciones sin corroborar. Sus argumentos son replicados por todo el aparato político del uribismo. No por los medios serios, por supuesto. Pero las fábulas desconcertantes son un arma de filo pulido. Las mentiras y las sombras de duda tejidas con la tinta envenenada de rencor pueden hacer mucho daño, calar, tener un efecto en el imaginario. Aun cuando la verdad siga siendo la verdad. 
 
Cesar Rodríguez escribió una gran columna para el New York Times en la que explica muy bien a qué se enfrenta el presidente Iván Duque. Es verdad que la Corte Suprema no ha salido del fondo farragoso en el que se metió por su cuenta con los escándalos de los pagos a los togados para que dejaran que el polvo se acumulara en los expedientes de congresistas y aforados, a cambio de relojes millonarios, costosos BMW, y sumas ridículas de dinero. 
 
Es verdad que le hizo mucho daño a la corte más importante del Estado que por primera vez en la historia un presidente suyo y exprecandidato a la Presidencia del Partido Conservador-que no se olvide-, fuese a parar a la cárcel por recibir millones a cambio de dilatar procesos o descartar pruebas. 
 
Pero no puede pretenderse de ninguna forma que ese capítulo oscuro e indignante sea ahora la defensa del uribismo para quitar el resorte a la investigación por el proceso más delicado que enfrenta hoy el expresidente Uribe. 
 
Duque ha evitado hablar del tema. Hizo solo una declaración días antes de su elección. Evitó por completo referirse a ello en el discurso con la banda de los tres colores. No hizo lo propio el presidente del Senado que prejuzgó la imparcialidad de los magistrados con un tono amenazante. El poder es poder. Pero lo cierto es que, aunque hasta ahora lo ha hecho bien; ha viajado por el país pisando con sus zapatos los suelos olvidados y saludando a las personas una por una en cada plaza, no va a poder esquivar el tema de Uribe para siempre. 
 
El momento va a llegar y ese momento no está lejos. El tres de septiembre el expresidente tiene quizás el día más difícil de su vida. Tendrá que explicarle a la Corte con argumentos serios y no con las evasivas a los medios de comunicación, por qué coincidencialmente cercanos suyos que no podían estar visitando a Monsalve sin su consentimiento estaban tan interesados en la retractación supuestamente voluntaria de un testigo clave. Por ahora el tema ha perdido fuerza. El nuevo Gobierno, el uribismo 2.0, ha cambiado la imagen sobre la forma en la que se gobierna un país. Duque estuvo en San Andrés. ¿Cuántas veces Santos?, Duque estuvo en Tumaco. ¿Cuántas veces Santos?, Duque estuvo en Girardot. ¿Cuántas veces Santos? Pero el reloj de arena no da espera y lo único que no ha podido hacer el poder hasta ahora es detener el tiempo. 
 
Duque, al final, tendrá dos caminos. El país que votó por él no podría conformarse con un presidente concentrado en gobernar, mientras su otro presidente está cerca de la cárcel. El país que votó por él no va simplemente a volverse duquista en un suspiro. El país que votó por él tiene un líder enquistado en la silla de la historia. “Uribe es Dios”, dijo el compañero de celda de Monsalve. Duque es solo un presidente. 
 
 
Los colombianos están atentos. En las calles los niños les cuentan a sus padres sobre la situación, los vendedores en las tiendas le suben el volumen a las noticias, a la radio, y los políticos no paran de hablar al respecto. El país está dividido y eso hace daño. Pero la verdad, sea cual sea, debe triunfar indemne porque la honra lo demanda. Ese pequeño pedazo de honra que le queda a Colombia. 
 
Las garantías deben estar dadas. Hizo mal, muy mal, el magistrado Barceló en filtrar la información a los medios antes de ser anunciada como información oficial. Eso le quita credibilidad y firmeza, un disparo en el pie. Hizo muy mal en compartir secretos con panelistas que creían tener doble as, y resultaron teniendo tréboles y picas. Pero la verdad, sea cual sea, debe triunfar. Y el país espera saber si Duque hará lo correcto. Gobernar o traicionar. 
 
 
Pdta: Es vergonzoso el proceso para elegir nuevo contralor. ¿Cuánto dinero le pagamos los colombianos a la Universidad Industrial de Santander para que al final las opciones sean entre Vargas Lleras o el expresidente con los intereses fríos de cada parlamentario y no con los intereses por la nación? 
 
@santiagoangelp

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