Leer cuentos acarrea una intensidad propia de ese género tan potente. Un buen relato es envolvente, sugestivo y limpio, porque carece de detalles irrelevantes. Así que un libro de cuentos es como una dosis generosa de esa narración que sacude, sobre todo, por lo que no dice.
Libro del Tedio, del colombiano José Ardila, es una colección de cuentos que no pudo tener un mejor nombre. Los personajes que atraviesan los doce relatos experimentan hastío y un agotamiento feroz en las fronteras rígidas de la cotidianidad y las rutinas. ¿Acaso qué puede producir más tedio que la monotonía transversal a la vida misma?
El libro está dividido en cuatro partes, cada una de las cuales contiene tres cuentos. Las dos primeras están articuladas por el entorno familiar (una con más énfasis en la figura materna, la otra en la paterna), la tercera se enfoca en la relación de pareja, y la cuarta en el trabajo y en la vida urbana contemporánea. Todas las secciones dan cuenta de lo absurdos que pueden ser los lazos humanos —a veces impuestos, a veces por elección—, y de cómo la repetición de los actos diarios puede dejar de ser un ciclo para convertirse en un completo tormento.
La representación de la casa es importante como escenario por excelencia para la manifestación del tedio y de la sensación de extrañamiento, no solo entendida como vivienda, sino también como ciudad (Medellín alberga varias de las historias) y, por qué no, como país. Los personajes quieren huir, quieren cambiar de contexto, pero parecen entrampados en su propio círculo.
La cuota de humor es fina y eficaz, muy bien administrada a lo largo de la obra. El juego con la ironía hace que la lectura sea divertida, pues todo ocurre en la familiar zona gris que separa lo insoportable de lo jocoso, el llanto de la risa, en el colorido abanico de las formas del tedio.
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