Para saberlo le recomiendo desde ya una lectura: «Manual de anatomía para líderes», de una autora colombiana, periodista, coach, escritora y quién sabe que cosas más ha hecho esta mujer. Y, precisamente, lo está presentando al mercado colombiano en el marco de la Filbo 2022, en Corferias. Me sorprendió la manera como aborda el tema del liderazgo, pues utiliza el cuerpo humano como analogía para desplegar nada mas ni nada menos que 33 competencias que toda persona ya sea que lidere equipos o no, – recuerden que el primer liderazgo es el personal-, debería desarrollar.
No les voy a hacer un «spoiler» pero de seguro se van a sorprender el cómo logra ese recorrido. No es un manual medico, es una lectura que aporta a líderes, estudiantes de áreas administrativas y /o consultores empresariales, porque además comparte experiencias propias en el desarrollo de líderes y herramientas específicas. Así que, con el permiso de la autora, voy a compartir un fragmento del capítulo dedicado a la nariz y a partir de allí a la curiosidad como clave y a la identificación de oportunidades (intuición – solución de problemas) como competencia. Que lo disfruten… ¡ah! y si se pasan por Filbo, pueden escucharla presentando su libro el viernes 29 y sábado 30 de abril en el Pabellón 6, stand 120, primer piso a las 6pm. ¡Imperdible!
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Clave: Curiosidad
Competencia: Identificación de oportunidades (intuición – solución de problemas)
La nariz está definida como la parte que sobresale del rostro de los humanos y de algunos animales, está ubicada entre los ojos y la boca, cuenta con dos aberturas en la parte inferior que permiten respirar y oler. Forma parte del sistema respiratorio y es el órgano del olfato. En todos los vertebrados, las cavidades nasales se encuentran conectadas a través del techo de la boca con la faringe formando lo que son los orificios nasales, permitiendo cumplir con la función olfatoria además de servir a las vías respiratorias.
» …Si le preguntara sobre las siguientes siglas ¿qué me diría?: GLI3, DCHS2, PAX1 y RUNX2. ¿Le suenan conocidas? Es muy probable que no, a menos que esté en el mundo de la genética o sea un curioso de estos temas, porque se trata de genes y no cualquier gen, son los responsables de la forma y tamaño de la nariz y varios rasgos faciales. De acuerdo con un estudio realizado por un equipo de investigación de la University College of London y publicado en el año 2016 en la revista Nature Communications, específicamente, en el caso de la nariz, estos investigadores infirieron que los diferentes patrones de esta parte del cuerpo se fueron moldeando genéticamente para ayudarle al ser humano a su adaptación climática. Para llegar a este tipo de conclusiones analizaron los genes de catorce rasgos faciales de cerca de 6.000 personas de Brasil, Colombia, Chile, México y Perú con ancestros europeos (50%), americanos nativos (45%) y africanos (5%). Esto es muy interesante cuando comenzamos a analizar las características físicas de las diferentes culturas y cómo una parte tan pequeña de nuestro cuerpo no se quedó atrás en nuestro proceso evolutivo.
Y allí es donde hemos llegado. A la nariz. Y con esta nueva información le invito a abordar el CADEX para iniciar nuestro recorrido. Es más, si alguno puede ver los genes mencionados, fantástico, pero si no, en realidad lo importante aquí es responder a la pregunta ¿y qué lecciones relacionadas con el liderazgo nos trae esta parte de nuestro cuerpo?
Entramos por una de las dos ventanas que dan camino a las fosas nasales, fíjese que pasillo tan interesante y como está cubierto por vellosidades, sí, esos pelitos que como un atrapapolvo retienen las partículas microscópicas que se filtran en el aire, el cual al pasar a través de ellos se calienta y se humidifica gracias a las células que hay en esas vellosidades que secretan mucosidad. Tres en uno. Aquí me detengo para contar algo.
Reunión de equipo. Tema: seguimiento semanal de indicadores. Objetivo: definir acciones que permitan impulsar aquellos que no se estén corrigiendo.
Escenario 1. El líder de este equipo previamente les ha pedido que le envíen sus cuadros de seguimiento. Varios de ellos son muy alentadores, pero otros definitivamente no. Los proyecta en una pantalla dejando claro quienes lograron cumplirlos y quienes no; les da su interpretación, los califica como “buenos”, “malos” o “inaceptables”, les exige acciones concretas y les recuerda las consecuencias para el área y a nivel individual que ocasionará su no cumplimiento. Y cierra con ¿algún comentario al respecto? Habrá quien se atreva en un acto de valentía a hacerlo o, como es muy común, el silencio reinará y el líder satisfecho termina con “bien, estoy seguro que podremos hacerlo, confío en ustedes”
Escenario 2. El líder de este equipo les ha pedido previamente a todos que le envíen sus cuadros de seguimiento, los proyecta omitiendo a quién corresponde cada cual y les dice “sé que están haciendo un gran esfuerzo y es lo primero que quiero reconocer y agradecer. Ahora, quiero pedirles que vean estos cuadros y, más allá de sus resultados individuales, lo veamos como el equipo que somos y piensen unos momentos sobre dos preguntas y luego lo conversamos. La primera, ¿qué le están mostrando estos resultados como equipo? y la segunda ¿Qué podemos hacer como equipo que a hoy no estamos haciendo?”
Este es un caso real. Lo trabajé con una líder y el primer escenario era la forma como habitualmente abordaba estas situaciones, y, claro, no le era efectivo, se sentía agotada porque con ello reforzaba una convicción “yo tengo que pensar siempre todo, nadie es capaz de proponer nada”, así que probó el segundo escenario y los resultados fueron radicalmente diferentes. Asistí a esa sesión en calidad de shadow coach o coach en la sombra, en donde ninguno del equipo sabía quién era yo realmente, me senté lo más alejada posible y en silencio toda la reunión.
Las dos preguntas del escenario dos, las habíamos construido previamente con ella y dieron paso a respuestas como “me doy cuenta que a nivel individual hay efectivamente varios rezagos, pero que como equipo podríamos apoyarle porque también hay resultados muy buenos ¿y si compartiéramos aquí lo que está funcionando para aprender todos de ello?” o, y esta dio lugar a una escalada de ideas que fueron muy motivantes para este equipo: “yo soy una de las que ha logrado avanzar muy bien, así que me propongo como mentora de quién o quienes quieran que les apoye para avanzar”. Dicho esto, otros que iban muy bien propusieron lo mismo e incluso, quienes no iban tan bien alzaron la mano para decir abiertamente lo que les estaba dificultando y que no habían sido capaces de manifestarlo por temor a ser sancionados. Con todos, esta líder después se reunió de manera individual para tener una conversación de feedback, la cual, previamente, yo le había apoyado a diseñar en nuestras sesiones.
¿Qué pasó aquí? El primer escenario les quitó el aire, en el segundo les despertó una emoción que es fundamental para “abrir las fosas nasales”: la curiosidad, que surge cuando la atención se enfoca en algo que nos falta y queremos averiguar que es, nos motivamos para reducir esa sensación. De niños vivimos en curiosidad permanente, ni siquiera nos detenemos a pensar las consecuencias de esa búsqueda. Cuantas rodillas raspadas dan cuenta de esto.
George Loewenstein, profesor de economía y psicología en la Universidad Carnegie Mellon, abrió las puertas en 1994 para relacionarnos de forma diferente con la curiosidad al proponer que no es solo un estado mental, sino también un sentimiento poderoso que impulsa y motiva. Y, he aquí algo muy interesante, esa curiosidad requiere de un conocimiento inicial, es decir, no podemos sentir curiosidad sobre algo que desconocemos y en cuanto sabemos un poco queremos saber más, por eso cuanto más sabemos, más queremos saber. Y, por eso, en el ejercicio con el equipo que mencioné anteriormente el conocimiento estaba al mostrar los diferentes indicadores individuales, pero como información base y catalizador de curiosidades llegaron las preguntas. La pregunta, es la nariz de la curiosidad. ¿Qué están haciendo algunos miembros de este equipo que no estamos haciendo los demás? ¿qué nos falta por aprender y entre todos podemos lograrlo?
Es como la entrada del aire a nuestro cuerpo. Las vellosidades que vimos hace poco en el recorrido, podríamos compararlas con el filtro que colocamos a la realidad que percibimos, no todo lo que llegue será beneficioso, la curiosidad como estado de ánimo es un gran compañero, pero también debe conocer sus alcances. Hay quienes viven en estado curioso sin límites y es a quienes yo llamo “buscadores”, preguntan, recolectan información, se asombran con cosas nuevas, pero no definen, no concretan y por ende su avance es lento. Pero, si no la tienen es como cuando algo bloquea nuestras fosas nasales, el aire se va acabando, no hay preguntas, la respiración se dificulta.
Recomiendo la lectura de un artículo publicado en la edición de septiembre/octubre del año 2018 de la revista Harvard Business Review del cual quiero destacar aquí solo uno de los puntos que pone sobre la mesa: cultivar la curiosidad en el liderazgo facilita los procesos de adaptación frente a contextos cambiantes, se indaga más, se reflexiona más y se dedica más espacio no solo a la búsqueda de respuestas sino a elegir preguntas estratégicas que lleven al encuentro de acciones más acertadas. ¿Cómo cultivarla? Estando abiertos no solo a lo que pasa fuera nuestro, sino a lo que sucede en nuestro interior. La curiosidad no es crítica. ¿Por qué me pasa esto a mí? eso solo lleva al menosprecio personal. Es muy diferente plantearlo en términos de ¿qué puedo aprender de esto para no repetirlo? Un lider curioso, es un lider que no permite que la entrada del aire a su cuerpo se bloquee. Piense una vez más en su nariz y en esta lección tan poderosa que le deja»
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