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Domingo, 8 de la noche, Barrio Galerías. 

Con hasta la punta del dedo meñique pintada   de azul, Javier transita por la calles del popular barrio, acaba de salir del estadio, estaba viendo  jugar a su equipo del alma, al que,  como por variar, se lo bailaron  y de ñapa le metieron  su goleada. Javier va pero  rabón,   camina altivo y a la espera de a ver  quién se queda mirándolo medio rayado para hacer catarsis.  En esas ve a un par de prójimos  con quien desquitarse,  un grupo de hinchas del equipo contrario que camina por  la otra cera. Se siente un gallito fino, y como tal se comporta.  Pero de la piedra se le olvida contar, eran  cuatro contra uno…  La muenda que le dan es bestial, de una lo mandan para el hospital.  Los médicos de turno hacen un ingente esfuerzo para no dejarlo ir… Mientras tanto  el alma Javier ya va por el túnel, y no precisamente por el  que conduce del camerino a la grama, está a  medio paso  de la consabida luz blanca. En ese instante ve algo  revelador,  los directivos de uno y otro equipo chupando whisky y contando billete por fajos. Vean  a este par de hijue…, y yo muriéndome por defender los colores del equipo… No contento con la tunda que le dieron a su cuerpo, el alma del barrista intenta llegar hasta ellos, «voy a golpearlos»… pero antes cae al vacío. El alma aterriza sobre su cuerpo,  que de un sobresalto queda sentado sobre  la camilla de la sala de cirugía.  Galenos y enfermeras  observan atónitos,  pero complacidos.
Un frasco de acetona para quitarme esta joda de las uñas. Son sus primeras palabras. Ya está bueno, me retiro de esta vaina – dice,  a la par que se rasga con ira y manda pal carajo la bata y la gorra tipo baño de color azul que le pusieron mientras estuvo inconsciente-. ¿Por qué todos están de azul? –   Le pregunta a todo el personal médico-. Allá ustedes si quieren seguir en ese cuento, idolatrando a ese equipo. ¿A cuál equipo?, pregunta a otro, y en voz baja, uno de los galeanos?  Por mi parte, se acabó, no voy a ser más barra brava. Antes de salir de la sala de cirugía, se detiene, se queda viendo a los ojos a una de las enfermeras, y le pregunta, ¿todavía tengo pintucaritas en el rostro?
Pero  no iba ir errante por la vida.

Sábado, 11 de la noche, cuadra picha.

Tratando de encontrar su destino,  hasta ese popular sector llega Javier en busca de referentes, y es entonces cuando en una de las discos ve  a  una mujer y a un hombre bien ariscos, con ropa haciendo el amor, la hembra de espaldas y el macho,  sin ningún tipo de pudor,  le restriega su miembro viril,  al mismo tiempo que se saborea y le canta al oído una sarta  de vulgaridades, y ella encantada. Todas las parejas de bailarines andan por las mismas.
Vea pues, se dice Javier para sus adentros, estos ñeros pasándola de lo más sabroso y  yo cada ocho días, como una gueva, dándome en la jeta con un poco de maricas que no me habían hecho nada,  es más, que  ni si quiera conocía. Esta gente sí sabe  lo que es pasarla bueno, y yo que  pensaba que se la vivían tropeleando… no se diga más, voy a ser… ey amigo, ¿cómo se llama esta música?, reggaeton,  le responde, ¿y los manes  que bailan esto?, reguetoneros… Pues eso es lo que voy a ser, reguetonero.

Universidad de la vida,  facultad Reggaeton, Jou

La misma terapia, llega Javier, tres toques a la puerta y  abre la secretaria, quien  esta vez no está sentada sino que perreando   con un docente. «metelo papi, metelo, metelo papi,   ah, ah». Secre  y profe detienen por un instante el  perreo intenso y lo conducen hasta la oficina del decano, un hombre calvo, fornido, más bien tirando a gordo, gafas oscuras,  ropa ancha, un injerto,  cruce de dos especies diferentes; rapero y traqueto. Y a su  lado  dos sendas  hembras, con sendos culos y sendas tetas… Javier no lo duda,  llegó a donde era.
–         ¿En qué te puedo ayudal, papi?- pregunta al verlo.
– Quiero ser un reguetonero.
– Pelo clalo papi, siéntate socio.
Mientras lo orienta acerca de  la esencia y la profunda filosofía que encierra el reggaeton,  el decano hace con sus dedos el número dos, luego el tres, luego vuelve y hace el dos, el uno, de vuelta el dos pero esta vez con otros dedos diferentes y con la mano torcida…

Posteriormente,  encarama los pies  sobre el escritorio, prende un plasma de 50 pulgadas y oprime  el botón play del Blu-ray.  Un remix con los videos de los artistas más importantes del género queda a la vista. En ellos se aprecia el estilo de vida de los anormales,  de los bendecidos, el  denbow, el blinblineo, el patrulleo, el rebuleo, la tiraera,  la pichaera, y otras actividades propias de este género, que ni idea que serán pero que, por homófonas de eso que acá llamamos cositas ricas,  a las palabras que las definen  sí las tenemos muy en cuenta. Pausa el video.

– Eso es todo, papi, bienvenido a la música del barrio, al género urbano.

Javier le dice que muy bacano todo eso, que de admirar, ante todo,  el  vidononon que se dan esos malandros, digo,  los cantantes de reggaeton y obvio, nadie va  a negar que bien acompañados si se la pasan,   pero que él tiene una pregunta.
–  Plegunta.
–  Si conducen autos deportivos, navegan en lujosos yates, rasgan el azul del cielo con sus  avionetas privadas, viven en mansiones con sendas piscinas, en donde a leguas se ve  que los  bacanales que se pegan no son cualquier bicoca,  ¿por qué  le dicen  a esto género urbano, música de barrio?… … … … ¿ah?
-El decano se lo  queda viendo, ahora  al par de mujeres, después a los afiches de Looney Tunes que hay pegados sobre la  pared, nota que en uno  de ellos el gallo Claudio tiene roto el pico, en otro al conejo bugs le pintaron un diente de negro… algún desocupado está cogiendo los afiches de desparche… vuelve sus ojos a Javier y su mente de regreso a la pregunta que este le formuló…   y hace cara de…  ve tú a  sabel.

Al no encontrar respuesta se la cambia,  le  pregunta que si ahí,  en esa cultura,  hay Dioses, y Biblia, y mandamientos que seguir. Con tal  de andar con esas hembras el cree en lo que haya que creer  y le vende el alma a quien haya que vendérsela.
Le  responde que  un Dios claro no lo hay, que   la eterna disputa entre el King y el Jefe, aún no se ha definido claramente a favor de ninguno, «pero pues está el Dios sexo, el dios morbo, el dios dinero, el dios movimiento de cadera», en ese instante el par de mujeres empiezan a contonearse de la forma más sexual, el viejo Javi piensa que ahora sí esto se puso bueno.
– Para mami, para, -le dice a cada una de sus mininas-…  tranquilas, lo de las caderas lo dije,  no refiriéndome a ustedes,  sino  para explicarle una cosa  aquí al blothel… ¿en qué íbamos tú y yo?
– Aquí, ¿hacen examen de admisión?
– Examen escrito como tal,  no hay,  pelo si te vamos a hacel  una pequeña prueba.

Plueba:

El decano le explica a Javier que él  personalmente le va a evaluar el flow, su capacidad para improvisal, y sobre todo, su talento innato para la rima. Entonces le pide que,  a la buena manera de un reguetonero, vaya y le diga un par de cumplidos    a la yale, a la gatita que está allá afuera sentada.
– ¿A la secre?
– Ya tú sabes.
Javier le responde que para ayer es tarde, y se va para el escritorio de la secre, que para ese instante ya ha terminado de perrear, y ahora observa unos documentos. ¡Ey tú!, le dice,  propinándole  una seca, pero certera palmada al escritorio y  mirándola fijamente a los ojos, yo sé lo que tú quieles,  mami.  Entre inocente y coqueta ella le responde,  ¿de verdad? Entonces Javier endurece la mirada y le dice que no se haga la santa,  que él sabe que a ella le encanta,  y lo que por culpa de ella a él se le levanta. Y empieza a declamar.
–  Mira mami, yo sé que tu ta en celo, tas caliente, aldiendo, y yo te voy a coge,  y te voy a desvestil,  y te lo voy a metel, y te voy  a dal dulo, porque lo que tu quieles es que yo a ti te ponga en tal y luego te chupe el pascual… Porque tú a mí no  me vas a engañal,  y tu  gatita me vas a aluñal, y si te me pegas te cojo y te doy por este lado y por el orto lado también y…  muévelo mami, y…
…  y Javier ya casi que se viene recitando todos estos versos y a  la asistente del flow se le hace agua la mirada.

–    ¡Tan lindo! ¡Que tierno!  Hace rato que un hombre me decía esas cosas tan hermosas.
Decano y docente, por su parte, aplauden maravillados, fabulosamente grotesco mi hermano, le manifiesta el uno al otro.
– Tienes razón papi, el pelado tiene el flow, el swin.

Javi el Bambi

Tras aprobar con sobrados méritos el examen de ingreso a la Universidad del Reggaeton Javi el Bambi compra el uniforme,   ropa ancha, gafas negras, cadenas, le pide dinero a su mamá para los útiles escolares,  para los cuadernos de las diferentes materias, Vestuario XL, Perreo, redacción y ortografía, rimas… y pasa los siguientes meses de su vida hablando como puertorriqueño y sandungueando…Se proyecta, «cuando me gradúe  pienso hacerme un doctorado en Perreo».
Perrrro con lo que él no contaba, era con la sorpresa que el destino  le tenía preparada.  Una  noche aciaga, en la disco y  tratando de llegar hasta bajo, hasta abajo,  hasta el piso…  siente que, como par matracas viejas, sus rodillas le traquean, las piernas se le tuercen, muslos pa´ un lado,  pantorrillas pal otro, y la expresión de «uff, ¡que rico!, hace apenas  cinco minutos que distingo a esta hembrita y mírame ya como se lo rastrillo», se intercambia por esa  cara de pánico y de imbéciles  que todos hacemos cuando de súbito sentimos  el vacío, y hasta abajo es que se va de narices contra el piso. En medio de la disco queda tirado y pegando  alaridos del dolor, los otros sandungueros acuden en su auxilio,  el dolor es espantoso… Llaman a una ambulancia…  Pronóstico reservado, esguince del tendón del flow,  una lesión muy común entre reguetoneros… Debe guardar reposo.
– Doctor, no importa lo duro que sea, quiero que me conteste  con la verdad. ¿Puedo volver a sandunguear?…              Esta historia continuará…

 

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En busca del destino… Ser un barra brava

UNA LIBRA DE BARETA, POR FAVOR

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