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A continuación, el diálogo que, según María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Mario Hernández, Egan Bernal, Rigoberto Urán, Carlos Antonio y Luis Carlos Vélez, y muchos otros «emprendedores» y «ganadores»,  más se reproduce a diario al interior de los hogares más pobres y deprimidos de este país:

“Mamá, papá, he decidido que voy a ser pobre. No me miren así, quiero ser pobre, a lo bien. No me lo van a creer pero, aquí en donde me ven, me encanta sufrir. Siento placer pasando hambre y necesidades. Me parece divertido escuchar mis tripas chirriar del filo, o bañarlas con apenas un pocillo de agua de panela.

Debo aceptarlo, tengo mentalidad de man arrastrado. Me fascina andar llevado, mal trajeado, ir por la vida sin cinco en el bolsillo, desnutrido y desguarambilado. Enfermarme y que no me atiendan o me dejen morir por falta de recursos, ese siempre ha sido mi sueño desde niño. Tan clara la tengo que aún recuerdo cuando Albita, la profe de kínder, me preguntó: ¿qué quieres ser cuando grande? Pobre, profesora, le respondí sin titubear. Seguir siendo pobre, querrás decir, me aclaró ella con toda la razón. Y eso no es todo, me fascina sentir el desprecio de la gente, sobre todo del sexo opuesto. Saber que la mujer que me gusta nunca se va a fijar en mí me infla de júbilo.

Porque, eso sí, aparte de pobre, siempre quise ser feo. Nunca hemos hablado de esto, pero desde antes de nacer, siendo aún un espermatozoide, papito dios me preguntó si prefería germinar dentro del vientre de una reina de belleza o en el de una mujer pobre y cero agraciada, y la elegí a usted, mamá. Incluso, mucho antes me preguntó si aspiraba a ser el espermatozoide de un man pinta y millonario pero me negué, preferí ser el gameto de uno cutre y feo como usted, papá.

-Pero, hijo -. Pero, nada mamá, es mi decisión y te pido que la respetes. Así como el abuelo respetó la tuya hace 20 años cuando decidiste, libremente, ser pobre, unir miserias con mi papá y venirte a vivir a esta pocilga junto con él.

Dicen que lo que se hereda no se hurta y yo heredé de ustedes dos ese gusto por los barrios de invasión, la miseria, las goteras, el piso de tierra, las ratas, las pulgas en la cama, las latas de zinc, las calles de barro, la insalubridad, el gusto por el hacinamiento y las ventosidades ajenas.

-Así se habla, mijo. Definitivo, hijo de tigre sale pintado-. Pienso -continúa el joven- seguir el legado de la familia, y ser pobre como el abuelo, el bisabuelo, o el tatarabuelo de mi tatarabuelo. Habla con tal convicción que su madre lo observa orgullosa y al borde del llanto.

Aún no termino. Mamá, papá sé que nací con todo para ser rico, y que, sí quisiera, mañana mismo a esta misma hora podría estar forrado, picho en plata, pero el papel moneda y la buena vida me causan alergia. Soy consciente de que con el apoyo de usted, cucho, sus contactos, y lo de un mes de su trabajo podría reunir el capital para montar una gran empresa. Sé que el haber estudiado hasta quinto de primaria en una escuela pública – la abandonó para acompañar a su mamá en los semáforos, aunque según Martuchis lo hizo de flojo, vago, sinvergüenza y atenido- me tiene reservadas, abiertas de par en par, las puertas de un alto cargo en una multinacional, pero se van a quedar con las ganas, esperándome. Los voy a dejar con los crespos hechos.

Hoy, ante ustedes, decido libremente ser un desempleado, o conseguir un oficio en el que trabaje harto y me paguen poquito. Eso sí, pienso cerciorarme antes de que me vayan a tratar mal y a humillar, como me gusta. Aunque, ¿saben qué me parece una chimba?, salir a rebuscármela, a reciclar, o subirme a los buses a pedir plata, notar complacido como todos me miran como un culo o tuercen la geta al verme. Eso, que a muchos molesta, es para mí como un fetiche sexual.

Pero, hijo, lo interrumpe su madre, ¿cómo vas a arreglártelas para ser desempleado en un país con una tasa de desempleo tan baja, que roza el 0%? Peor aún, ¿cómo le vas a hacer para conseguir un trabajo mal pago en una nación en la que los salarios son tan altos? Y ni sueñes con escarbar en la basura, vivir del rebusque, o pidiendo limosna, ni te imaginas cuántos niños como tú sueñan con ser indigentes, mendigos o recicladores.

Lo sé, cucha, sé lo difícil que es ser pobre y morirse de hambre en este bello país, pero estoy decidido a lograrlo. Los sueños se cumplen y este anhelo no me lo quita nadie.

Para terminar, y así como el pelado de la canción “¿en dónde están los juguetes?” le creyó a la mamá el cuento de que esa navidad el niño dios no le trajo juguetes porque de puro despistado no vio la carta, o lo pilló haciendo algo malo, yo también  creo firmemente que  el pobre es pobre porque quiere. Estoy convencido, además, de que en este país las oportunidades son exactamente iguales para todos, y de que Peñalosa, Santos, Gabriel Gillinsky o Alejandro Gaviria, también pidieron limosna y limpiaron vidrios en los semáforos de niños. Así mismo,  de que la Cabal  y Paloma Valencia también vendieron dulces en los semáforos de niñas, como mis hermanitas. La única diferencia entre todos ellos y mi persona es que quisieron, la vaina es que yo no quiero, qué se le va a hacer, pero no quiero, no se me da la gana, me encanta ser pobre, ¿está claro?»

-Perfectamente claro, hijo. Y queremos que sepas que apoyamos y respetamos tu decisión.

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