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IMG-20181125-WA0072Escuchar que un grupo de ciclistas amateur quiere realizar el recorrido entre Bogotá y el Alto de Letras en una sola etapa, puede parecer una locura, algo absurdo o hasta imposible. Por eso cuando Andrés Zapata, amigo de la universidad, me contó que él junto a Héctor Niel lo iban a intentar, mi respuesta inmediata fue: están locos, es absurdo.

Pero después de pensarlo, de cuestionarme sobre lo que realmente es absurdo, loco o imposible, decidí unirme a este reto, intentarlo sin miedo a fracasar, descubrir  si era posible o no, en lugar de quedarme con la duda. Y es que esto es lo que siempre he pensado de la vida: ¿por qué no intentarlo? ¿Por qué no arriesgarte por algo que te apasiona? ¿Por qué no?

Así que decidí hablar con Andrés y Héctor para saber si me querían como compañero de ruta, y ellos, sin dudarlo, me incluyeron en su sueño, en su reto, en su locura. En este punto ya éramos cuatro porque Julián Rodríguez también había decidido unirse.

Faltaban dos semanas para que llegara el día y nosotros empezamos a ver cómo muchas personas empezaron a creer en nuestra idea que evolucionó y con el apoyo de marcas como Dimatic LTDA, VeloBike y Kom Sport se convirtió en el #RetoBogotáLetras.

Otros prefirieron decir que no era posible, que ni siquiera un profesional era capaz de realizar esta etapa en un solo día, y es que no era solo la extensión del recorrido, a lo largo de los 250 kilómetros que nos esperaban también había otros ingredientes que le ponían el grado más alto de dificultad a la ruta. Más de 6000 metros de desnivel positivo acumulado, más de 100 kilómetros de montaña, terminar en el puerto de montaña más largo del mundo con 83 kilómetros de longitud y pasar por temperaturas de 4 a 36 grados centígrados eran algunos de los componentes del reto.

Llegó el gran día

Finalmente eran las 4:25 a.m. del 24 de noviembre y ya estábamos listos. Las bicis esperaban por sus pilotos, los carros acompañantes iban cargados de comida, agua, hidratantes y lo más importante: gente que no dudaba en que podríamos llegar al Alto de Letras ese mismo día. Siberia fue el punto de partida y la luna llena también llegó para presenciar la salida de los 4 ciclistas que partíamos con diferentes pero increíbles motivaciones.

Los kilómetros iban pasando, el sol empezó a acompañarnos y en un momento de la ruta se convirtió en nuestro principal rival. Hacia las 12:00 M la temperatura era inclemente y a esa altura recorríamos el tramo entre Honda y Mariquita ya en el departamento del Tolima, las goteras de Letras se hacían muy difíciles, con más de 165 kilómetros en las encima y 36 grados que dinamitaban las piernas.

Sobre las 2:30 p.m. arribamos a Fresno, allí habíamos planeado almorzar y descansar un poco, el cuerpo lo pedía a gritos. Sin duda este fue uno de los grandes momentos del reto, porque así nos negáramos a asumirlo, todos en este punto nos sentíamos frágiles, cansados y pensativos. Pero este fue el punto preciso para encontrarnos con nosotros mismos, para saber que éramos todos para uno y uno para todos y que, como un equipo, lograríamos coronar los 60 kilómetros de escalada que a esa altura nos faltaban, así que recargamos baterías, llenamos las caramañolas de líquido y el corazón y la mente de ganas de culminar con éxito.

¿Lo lograremos?

WhatsApp Image 2018-12-21 at 16.05.56 (1)El clima se hacía cada vez más duro y el frío y la lluvia torrencial hacían su entrada triunfal para decirnos que de fácil no tendrían nada los kilómetros finales. El paso por Padua era como llegar al segundo campamento base para los que escalan el Everest, era pensar ¡vamos que se puede!, ya llegamos hasta acá y no pensamos desfallecer. La lluvia nos daba una tregua, pero la noche empezaba a llegar.

Luego la lluvia volvió al recorrido y la noche estaba ahí para acompañarla a recordarnos que querían presenciar en primera fila el momento de coronar el reto, las luces de las bicicletas eran un elemento fundamental en esta parte del recorrido, porque aunque teníamos carros acompañantes sus luces se perdían entre la curvas de la exigente subida. Los últimos 20 kilómetros habían llegado, el difícil tramo de Delgaditas al Alto había llegado, y sabíamos que las fuerzas después de 15 horas de haber tomado la salida ya eran muy escasas.

Pedíamos alimentación a los carros acompañantes. En este punto, realmente, ya no teníamos claro cuánto habíamos comido y cuánto habíamos bebido (o por lo menos eso sentía yo). Héctor y Julián tomaron la delantera y Andrés decidió quedarse a mi lado para animarme hasta la cima. Y es que aquí ya cada kilómetro eran como 10 y un fuerte dolor en mi rodilla izquierda producto de una lesión vieja tampoco quería perderse el momento del clímax.

¡Coronamos!

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Empezamos a ver la punta de la montaña en la profunda oscuridad de la vía y Andrés, que conocía la carretera, sabía que estábamos cerca y pronunciaba frases de ánimo para el señor Jorge (un valiente que decidió acompañarnos en bici y terminar el recorrido) y para mí . Ya se sentía la emoción, estábamos a poco de completar el reto. La tenue luz que acompaña el CAI del Alto de Letras se empezaba a divisar, ya no eran kilómetros, eran metros, ¡lo habíamos conseguido!

Abrazos, relatos, agradecimientos y lágrimas se apoderaban de nosotros, la luna y la noche como en la salida, también estaban en la llegada. Nuestra propia hazaña, nuestra propia proeza eran realidad. El #RetoBogotáLetras había sido completado con éxito.

En ese mismo momento, al coronar, sabíamos que algo había cambiado, que luego de esto tendríamos que pensar en ¿y ahora qué haremos?, pero ninguno lo decía allí. En el alto solo sentíamos que debíamos descansar. Era en lo único que pensábamos.

Este reto nos unió como equipo, como grupo, como familia y aunque todos tenemos diferentes objetivos por cumplir el año que viene, sabemos que habrá otra ruta para asumir de la misma manera. ¿Cuál será? Aún no lo sabemos, tal vez ustedes que están leyendo este post quieran recomendarnos alguna.

Si quieren conocer más detalles de este reto y los que vendrán los esperamos en #RetoBogotáLetras @retobogotaletras en Instagram.

 

Por: Jairo Salazar Morales

@Salazarjairo

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