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No quiero entrar en el rol de decir que los cambios ordenados por Páez en este partido nuevamente fueron equivocados.

Las sustituciones en el fútbol son un verdadero albur como en el famoso comercial que lo deja a uno en el lugar equivocado con el popular Chamorro. Por ahí Otàlvaro hubiera anotado el gol del triunfo y hoy nadie podría criticarle al venezolano el cambio.

Lo que sí es cierto es que los raciocinios del director técnico de Millos son diametralmente opuestos a los de la mayoría de hinchas y comentaristas de fútbol. No puedo explicarme aún cuál fue su intención, en un encuentro que se va empatando de local contra el equipo más cercano a un futuro descenso, al excluir del terreno de juego a los dos delanteros titulares, que mal que bien estaban llevando el peso ofensivo del encuentro, para reemplazarlos por un ansioso Erick Moreno y un intrascendente Harrison Otàlvaro.

No estoy de acuerdo con las manifestaciones agresivas y violentas de los aficionados, pero valga decir que al  momento de ingresar a Moreno, la tribuna hubiera esperado que el hombre a salir fuera Berrio que se mostraba más ansioso e impreciso que el propio Osorio Botello -aún así yo no hubiera excluido a ninguno de los dos-. A esa altura del partido ya la hinchada se mostraba inconforme con el juvenil cartagenero, pero el DT decidió fiel a su costumbre, adoptar la decisión contraria a la esperada por la mayoría, excluyendo del terreno de juego a Osorio.

Más tarde, cuando vi en zona de traslado a Otàlvaro, comenté con mi acompañante que ojalá no se le fuera ocurrir sacar a Berrio, pues eso significaría afrontar el resto del encuentro con solo un delantero. Oh sorpresa!! Efectivamente fue Berrio el escogido para salir. De ahí en adelante ocurrió exactamente lo que en mi cabeza presentí que iba a suceder: Millos perdió fuerza en la zona ofensiva, el medio campo con el ingreso de Otálvaro, con Mayer, con Vásquez, con Ganiza, con Ramírez, mas los volantes con los que Vanemerak tenía poblada la mitad de la cancha, se volvió intransitable.

Insisto, mi opinión no es subjetiva, no es sesgada, no se basa en odio visceral hacia el venezolano, es solo que por más que intento abrir mi mente, no logro entender cuál fue la intención de Páez con las sustituciones. Quizá si no hace los cambios igual no se hubiera ganado el partido, o de pronto con los cambios realizados lo hubiera logrado, pero en serio, la racionalidad futbolística del técnico no concuerda con lo que la mayoría de aficionados concebimos como lógica futbolística.

No obstante, si Otálvaro hubiese anotado el gol de la victoria, probablemente hoy estaríamos todos comentando acerca del genio visionario de Páez, pero reitero que no he logrado entender lo que pretendía con sus modificaciones.

Las frías estadísticas indican que estamos un punto por debajo de lo que llevábamos a esta misma altura de los dos campeonatos en los que llegamos a semifinales, por lo que siento que aún hay tiempo para recomponer las cargas. Ojalá que los delanteros, sean los que sean, que Páez disponga alinear acierten las opciones de gol que se crean, que los defensores no sigan cometiendo los errores infantiles como el que se cometió para la anotación de Cartagena, que Ramos se siga vistiendo de héroe, y que las apuestas que hace el técnico tanto en la formación inicial como en las sustituciones que ordena le den los resultados que él en su cabeza aspira a conseguir, para así poder a partir del sábado empezar a recomponer el camino frente a un Deportivo Cali que va a estar estrenando DT con las dificultades que eso supone para nuestras aspiraciones.

Cordial y albiazul saludo.

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