Hace unos días reflexionaba sobre los Sí y los No; los aeropuertos últimamente me sirven para eso.
No son las cosas que no hemos logrado, sino las pequeñas cosas que alcanzamos cada día. No es no, obvio no. Pero lo importante no son todos los No que hemos recibido sino ese Sí que transforma nuestra sonrisa. No es la gente que se fue sino la que se queda – y la que vuelve, que me hace creer en las transformaciones, pero esa es otra historia- y cada día nos abraza el alma y apuesta por nosotros. No son las heridas del pasado sino la luz que tenemos luego de esa oscuridad. No son los días grises, sino la fuerza que los colores del día a día nos dan para caminar con pasos agigantados, firmes y derechos. No son los sueños que no hemos logrado, sino las formas que tenemos para reinventarnos y crear nuevas maneras de lograrlo.
Insisto, somos los lugares, la gente, las experiencias, los amores, los desamores, las lágrimas, las alegrías, los sueños rotos, las metas alcanzadas. Todo suma, todo construye, todo lo que nos deshace, todo nos hace.
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