A la hora de pensar en las actividades que componen el quehacer de un docente en el salón de clases, es común sugerir actividades que son en principio, de naturaleza bastante operativa, tales como preparar clases, calificar exámenes o atender a padres de familia. Y, tomando en cuenta la naturaleza mas visible de estas actividades, resulta fácil reducir la actividad docente a estas. Sin embargo, se olvida con mucha frecuencia que la cotidianidad del salón de clases solo puede ser mantenida en tanto los docentes reconozcan su labor como investigadores en educación.
¿Por qué habrían de ser los docentes los encargados de liderar este proceso? ¿A fin de cuentas, ellos que saben? No resulta descabellado pensar en el docente de colegio como alguien alejado de la academia precisamente en función de la cotidianidad que mencionaba al comienzo de esta entrada, y si bien es cierto que la realidad del docente escolar está alejada de la realidad de la investigación académica, también es cierto que el contacto directo y constante con las dinámicas del salón de clases proveen a los docentes escolares con un conocimiento empírico profundo y relevante que puede ser convertido en conocimiento teórico con una mayor facilidad que el proceso inverso, es decir, aplicar un conocimiento de base netamente teórica en un campo empírico, siendo esta situación un reclamo que se le ha hecho constantemente a los investigadores en educación: ¿Que autoridad tienen ellos, desde sus torres de cristal, para decirle a los docentes como deben hacer su trabajo?
Cuando los docentes asumen este rol de investigadores, logran un efecto positivo adicional a la generación de un conocimiento teórico sobre su saber hacer que sea realmente relevante: Logran elevar su posición de simples operarios dentro del andamiaje escolar, convirtiéndose en interlocutores válidos ante los entes encargados de la formulación de políticas. Dejan de ser receptores pasivos de lo que otros tienen que decir y empiezan a ser capaces de proponer insumos para la formulación de políticas educativas, favoreciendo una descentralización que en contextos como el colombiano es necesaria desde hace un largo tiempo, junto con la asunción por parte de los docentes de este rol de investigadores, la cual, tendría efectos significativos en la percepción social de los docentes, problema central en el mejoramiento de la calidad educativa en Colombia.
Con esta segunda entrada doy la bienvenida oficial a quienes han visitado este nuevo blog en los últimos días, y los invito a hacerlo en las siguientes semanas. Esta discusión sobre políticas educativas en Colombia se verá alimentada con entradas nuevas cada miércoles, disponibles desde la mañana. Así mismo, los invito a visitar la anterior versión de este blog. En siguientes semanas, seleccionaré entradas de dicha versión para ser publicadas en este espacio.
Una vez mas, bienvenidos.
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