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Valeria Restrepo

Por: Valeria Restrepo

A los millennials se nos atribuyen características como personalidad de descontento, inmadurez, obsesión por la tecnología, entre otros descalificativos. Sin embargo, recientemente se ha despertado una oleada de calificación positiva hacia este grupo etario debido a su alto involucramiento cívico. Esta última característica, positiva por supuesto, es nueva entre el lenguaje de marketing que asociaban a la Generación Y con tendencias narcisistas.

La realidad es que los jóvenes entre aproximadamente 18 y 35 años se han mostrado como ciudadanos críticos en una sociedad permeada de prácticas antiguas y obsoletas que, en la mayoría de los casos, se rehúsa a modernizarse por el miedo al cambio o a no poder ajustarse a este.

En la última Cumbre Mundial de Comunicación Política -realizada en la ciudad de Cartagena- consultores políticos, analistas, comunicadores, políticos y demás ponentes hicieron protagonistas a grandes personajes internacionales y nacionales; que de cierta manera han influenciado en el modo como la comunicación política ha tomado diferentes vertientes y propiciado diferentes caminos. Entre los protagonistas, a quienes llamo grandes no por ser excelentes políticos o respetables personalidades, sino por ser el resultado palmeable de la comunicación y el marketing político –objetivo de la cumbre-, se encontraban Trump, Obama, Macroon, Mujica, Santos, Uribe, entre otros.

Incluidos entre esos otros a los Millennials, resulta que en la actualidad los jóvenes hemos despertado el radar de los políticos. Un radar permeado de corrupción y prácticas de clientelismo que los jóvenes hoy en día no digerimos tan fácil como lo harían posiblemente nuestros padres. Y es que somos la masa electoral más numerosa en muchos países, entonces ahora sí los políticos están buscando hacer “clic” con los jóvenes a quienes no hallan más como insultar, pero que serán pieza clave en las elecciones venideras. Vemos entonces, claro ejemplo, políticos queriendo posesionarse en universidades, redes sociales –que antes eran de exclusivo entretenimiento y se nos acusaba de poco inteligentes por su alta demanda en la generación-, y medios de comunicación alternativos donde los millennials pasan horas de ocio pero ahora les interesa.

¿El reto? “Renovarse o morir”. Ya lo mencionaba uno de los ponentes de la cumbre, los políticos deben buscar la forma de adaptarse a las nuevas necesidades en materia de comunicación política si desean obtener los votos de esta generación. Pero el renovarse no significa que queramos ver políticos de payasos en YouTube, o que nos cuenten su día a día en un Instagram Story o demás prácticas que los viejos están confundiendo con el acercamiento a los millennials. Si bien las redes sociales son un medio que indiscutiblemente abarca a gran parte de la generación, los millennials son más que tecnología y contenidos precarios. Acercarse a esta masa electoral requiere dejar de lado los discursos vacíos que se acostumbran y pretender movilizar con altos capitales presupuestales, y mas bien encontrar causas afines a las nuevas demandas de una sociedad cambiante que ya no se conforma con un buen discurso político sino que reclama hechos y acciones dignas de un buen ser humano. El líder político de los jóvenes no necesita ser joven en edad, necesita ser joven en ideas porque el atraso no es una condena, es una decisión.

Twitter: @Regovaleria

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