Ingresa o regístrate acá para seguir este blog.

Por: Jhonny Alejandro Marin

El anuncio del presidente electo Gustavo Petro de constituir un gran acuerdo nacional es hasta el momento una acertada política de alianzas que garantiza la gobernabilidad, calma los mercados y logra el respaldo suficiente para impulsar la agenda legislativa. Siendo esto importante, el acuerdo nacional planteado hasta hoy carece de los nadies, de los marginados, de aquéllas y aquéllos que viven en la periferia, en los territorios olvidados y llenos de violencia, que votaron por el binomio Petro y Francia porque sueñan con un cambio.

Toda persona que gobierne y ejerza el poder político debe contar con la capacidad de imprimir una agenda e iniciativa política; de allí que la discusión sobre las alianzas y acuerdos de gobernabilidad no son discusiones de principios morales o éticos, ya que desde la pragmática política, la intención es juntar los diferentes intereses en propósitos comunes, que en este caso se materializarán en el gabinete ministerial, agencias del Estado, propuestas legislativas y el Plan Nacional de Desarrollo.

El filósofo Byung Chul Han, a propósito de su libro “Hegel y el Poder”, menciona que el poder se ejerce generando concordia, y así logra congregar y sumar diversas voluntades en propósitos comunes. Contrario a lo que se piensa, el ejercicio del poder no requiere el uso de la fuerza ni de la violencia, en consecuencia; dado que esta divide y fragmenta, por lo que en lugar de libertad habría coerción, y no habría voluntad, sino temor y miedo.

Las voluntades que se suman a un acuerdo están dispuestas a compartir intereses, propósitos o visiones; a promover el diálogo y la discusión en torno al país. Pero en lo que hay que llamar la atención, es que hasta el momento al acuerdo nacional solo han sido convocados algunos sectores políticos y económicos.

Los temas más sensibles del país requieren un amplio nivel de consenso y de diálogo, y siendo importante es insuficiente, ya que el acuerdo entre los sectores políticos con representación en el gobierno y en el Congreso solo garantiza la gobernabilidad institucional. Si el acuerdo nacional solo recoge estas expresiones, será incapaz de lograr ser un escenario que permita los consensos para resolver los problemas más urgentes y sensibles de la nación.

En el caso de los territorios podrá cambiar el enfoque con que se construyen los lineamientos de las políticas públicas y los gastos de inversión, pero no es suficiente si no existe un cambio en la lógica en que son tratadas las comunidades y su reconocimiento político.

El anterior estallido social demostró que no hay jefaturas y dueños de la movilización; también demostró que la lucha por la dignidad va más allá de lo económico y parte por el reconocimiento político, eso quiere decir que el cambio significa también modificar la dinámica unilateral con la que se ejerce el poder. Si no existe una vinculación efectiva, territorial y no solo burocrática de las comunidades, éstas en algún momento ya no se sentirán representadas en el gobierno y menos en el acuerdo nacional.

La paz, elemento sustancial para lograr un cambio en el país, requiere de una amplitud y vinculación de las comunidades. No es suficiente avanzar en la negociación con los grupos armados, se requiere ganar las voluntades de las poblaciones excluidas históricamente para lograr una garantía mancomunada que permita la transformación real en sus entornos.

Avanzar en el concepto de paz integral entendiendo esta como la articulación de la implementación de los acuerdos ya existentes (con garantías de seguridad para las y los reincorporados), con las negociaciones con grupos como el ELN y otros, y fortaleciendo a su vez la inversión en infraestructura vial, la producción agrícola, la política de empleo, de educación, el cuidado del ambiente, entre otros, implica reconocer que las comunidades no son receptores pasivos de la política de gobierno y que estas deben cumplir un papel activo en sus territorios para evitar la continuación del conflicto social y armado.

Lo mismo sucede con otros sectores como las y los trabajadores, estudiantes y jóvenes, docentes, mujeres, afros, comunidad LBTGIQ+, etc., estos no hacen parte del acuerdo nacional por el simple hecho de que algunos de los liderazgos de cada sector estén en el empalme de gobierno o se identifiquen con el pacto histórico. Más allá de la izquierda, del pacto y del gobierno, existen sectores y comunidades que deben de ser congregadas para construir de manera conjunta una nueva lógica del poder y del país, y así encontrar la potencia de transformación en ese pueblo que quiere trabajar para vivir sabroso.

 

Twitter:@JhonnyMarinC

 

Compartir post