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Por: Luis Carlos Leal Angarita

Bogotá, una ciudad donde habitamos cerca de ocho millones de personas y que concentra más del 20% de la infraestructura sanitaria del país, es una ciudad llena de inequidades y de barreras de acceso al sistema de salud, enmarcado lamentablemente en el modelo desarrollado por la ley 100 de 1993, que privilegia el negocio por encima del derecho fundamental y que ha generado una serie de inconvenientes que afectan directamente a la población que habita en la capital del país.

Aunque la ciudad sola no cuenta con la capacidad de transformar el modelo y resolver el problema estructural, hay que reconocer que tiene múltiples herramientas para mejorar la calidad, oportunidad y atención en salud de la población que hoy lamentablemente no están siendo utilizadas y por el contrario han generado denuncias constantes de corrupción con un detrimento de la infraestructura pública y la atención en salud de la población más vulnerada en Bogotá. La cuidad cuenta con 22 hospitales públicos, una EPS del Distrito y además un presupuesto para la capital que supera los 25 billones de pesos anuales, una dotación lo suficientemente amplia para generar herramientas y mecanismos propios que permitieran una atención oportuna, un enfoque preventivo y una calidad en la prestación de servicios en salud.

Sin embargo, fuimos testigos de los momentos en los que la entonces candidata a la Alcaldía Claudia López, hablaba de las oportunidades para fortalecer el sistema de salud en la ciudad, transmitía y recogía el sentir de las víctimas de un sistema sanitario ineficiente y con una gran oportunidad de mejoría y, lamentablemente, como en muchos otros temas, la Alcaldesa Claudia López, resultó ser una gobernante completamente opuesta a su programa de gobierno y sus propuestas para la ciudad. Hoy es triste ver como las poblaciones que históricamente han sido más vulneradas dentro de la capital tienen que enfrentarse a servicios de salud precarizados, ineficientes y que ponen en riesgo su vida.

Escándalos de corrupción, irregularidades en contratación y absoluta falta de planeación aunadas a la incapacidad del gerente de la cartera Alejandro Gómez, secretario de salud, para liderar, acompañar e inclusive cumplir sus funciones asignadas por ley, tienen hoy hospitales funcionando a media máquina, pacientes y trabajadores de la salud comprando medicamentos e insumos para poder ser atendidos, cifras de mortalidad materna en ascenso y metas del plan de desarrollo planteado por el gobierno distrital para este cuatrienio por el piso.

Y aunque la realidad es clara, el secretario de salud, ha logrado salir bien librado de cuanto escándalo se ha presentado en el manejo de su cartera. Durante la pandemia presentó en la página, SaludData, cifras que no correspondían a la verdad sobre el número de camas disponibles para la atención de pacientes que requerían UCI por Covid 19, engañando a la ciudadanía y generando falsas expectativas sobre el destino de los familiares de muchas personas, todo por defender el mensaje político que muchos conservan aún, “la pandemia fue bien manejada en Bogotá”. Esto le costó en su momento que en el Concejo Distrital se tramitara una moción de observación liderada por mí, la cual no prosperó porque la mayoría de los cabildantes consideraron no ameritaba un llamado de atención a la grave situación.

Hoy se repite la situación y a pesar de llevar un debate de control político abierto que ha tomado más de 5 sesiones en el Concejo de la ciudad, y de haber generado la oportunidad para que el secretario sea honesto con la corporación, este mantiene su discurso de evasión de la realidad, de maquillaje de cifras y suma escándalos como las compras de ventiladores con sobrecostos por encima de los mil millones de pesos, desconocimiento de sus funciones e incumplimiento de su labor para proteger la vida y el bienestar de las personas en Bogotá. Hoy el Concejo en su mayoría mantiene la postura de no generar ningún mecanismo sancionatorio que permita corregir o mitigar el impacto de su pésima gestión, pues se ha presentado la solicitud de una moción de observación e inclusive una moción de censura y, sin embargo, ninguna de ellas ha contado con las firmas necesarias para dar trámite a los debates correspondientes.

Que mal por el Concejo de la Ciudad que se hace llamar la máxima autoridad administrativa de Bogotá y no defiende los intereses de los ciudadanos, que mal por la alcaldesa que continúa incumpliendo sus promesas de campaña y que mal por el secretario de salud que aun siendo trabajador de la salud y habiendo hecho un juramento hoy no es capaz de reconocer que el cargo le quedó grande y continúa generando daño derivado de su gestión. La ciudadanía sigue siendo víctima de la supuesta Bogotá cuidadora que no respeta ni garantiza los derechos de la ciudadanía.  

Twitter: @LuisCarlosLealA.

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