Hace algunas semanas, el IGAC dio a conocer el nuevo mapa que determinaba los nuevos límites del territorio chocoano y antioqueño, todo ello, conforme a los acuerdos dispuestos para el levantamiento del paro civil en el Chocó con base a los límites dictados por una ley de hace más cincuenta años. La decisión expone que el corregimiento de Belén de Bajirá, así como los corregimientos de Blanquiceth, Nuevo Oriente y Macondo, de Turbo que solían hacer parte del territorio antioqueño, ahora hacen parte del Chocó.
Frente a lo anterior, las reacciones no se hicieron esperar, tal cual si fuéramos territorios en disputa o si no hiciéramos parte de un mismo país, y más que eso, como si no tuviésemos identidad alguna, personalidades del espectro de la política colombiana como el gobernador de Antioquia y uno que otro congresista dieron a conocer sus opiniones al respecto: entre otros comentarios, se resaltan aquellos que promueven las consultas populares, paros legislativos, denuncias y demás con el fin de defender el territorio que en palabras le solía pertenecer a Antioquia, bajo argumentos como que el director del IGAC se extralimitó en sus funciones, y que además se estaban pasando “por la galleta” las normas, el Congreso y el Consejo de Estado; además de ello, habitantes del mismo corregimiento, ahora perteneciente al Chocó, se levantaron en protesta por la decisión, exigiendo que la decisión se replantee, ya que ellos no desean pertenecer al Chocó. ¿Por qué?, las razones no son claras, pero al parecer, una gran mayoría se opone a la decisión, a pesar de que unos pocos la celebren.
Pero, ¡señores!, lo triste en realidad es que Belén de Bajirá es un territorio que ha vivido entre dos territorios, sus niños asisten a dos colegios, uno en Antioquia y otro en Chocó, tiene dos centros de salud, entre otros aspectos, esto, por las disputas entre los dos departamentos en ejercicio de su “soberanía” y la lucha por el territorio, un territorio de 2015 Km2 y 16.000 habitantes, con calles sin pavimentar, colegios en condiciones precarias, un hospital que no responde a las necesidades de salud de su población, y con su población en condiciones de pobreza extrema, con un NBI del 83%, sin alcantarillado, ni agua potable.
Entonces: ¿por qué la disputa?, gracias a esta, el corregimiento junto y sus pobladores se encuentran en una situación de vulnerabilidad , ya que al parecer, ninguno de los departamentos se ha apropiado de la situación de sus pobladores, por el contrario, se han concentrado en generar conflictos entorno a la “propiedad” de este pequeño trozo de tierra que después de 50 años sigue sin salir del limbo al que lo ha sometido la ineficiencia institucional y la escasa presencia estatal, a pesar de ser tan codiciado por el mismo.
La invitación por tanto, es a que dejemos de someter el rumbo de todo un pueblo a los intereses particulares de algunos pocos, ¡amigos! Somos un solo país, procuremos que nuestros pobladores tengan condiciones dignas de vida, el territorio está hecho para disfrutarlo, no para generar conflictos como históricamente ha sucedido, no sólo en el país, sino en el mundo entero. ¡Actuemos como un Estado democrático, autónomo y soberano, recordemos que no somos feudos en disputa por la tierra, recordemos los principios del Estado social de derecho que nuestra Constitución proclama!
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