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Jair Peña Palabras masPor: Jair Peña 

«La pobreza circundante es un reproche, no nos debería dejar dormir; mientras subsista tenemos algo apremiante por hacer». Álvaro Gómez Hurtado

El Diccionario Esencial de la Lengua Española de Larousse define la pobreza como “carencia de los bienes necesarios para el sustento de la vida”. Cabe preguntarnos, ¿cuántos colombianos viven en condiciones infrahumanas y qué podemos hacer como sociedad para superar este flagelo? Y es que no sólo existe la pobreza material, sino también, la pobreza del espíritu, esa que nos genera apatía y total indiferencia por el otro. Usted refutará, “¡es deber del Estado ayudarle, no mío!”, permítame decirle que es una verdad a medias, sin duda debe existir voluntad política – sobre esa versará este escrito –, sin embargo, le dejo la inquietud, ¿no deberíamos ayudar de primera mano sin esperar que lo haga una estructura fría, amorfa y distante como el “omnipotente” Estado? Existe una palabra para ello: solidaridad.

En mi anterior columna les conté acerca de la preocupante situación que afronta la economía colombiana. La innovación, el emprendimiento y la inversión extranjera no parecen ser motivo de desvelo para el Gobierno Santos, arriesgando de esta manera el bienestar económico de los ciudadanos, pero como no se trata de ser profetas del apocalipsis, espero plantear algunas soluciones al problema del crecimiento y de esta manera contribuir a la superación de la pobreza en el país.

Debe establecerse un marco institucional que propicie el desarrollo. ¿Qué elementos debe tener ese marco? Reducir al mínimo el tiempo y la cantidad de documentos requeridos para registrar las nuevas empresas, establecer la exención de impuestos para las iniciativas nacientes, fomentar la cultura de la innovación e incentivar desde el sector educativo las ciencias naturales y exactas. En esto consisten elas soluciones que propongo:

Reducción de tiempos y procesos: Según información del Banco Mundial el tiempo necesario para la creación de un negocio en Colombia es de nueve días, lo cual representa una reducción considerable respecto al 2003, en dicho periodo el tiempo estimado era de 43 días. Pese a ello, cabe advertir que en los últimos siete años la reducción se ha venido frenando como podemos observar en la gráfica.

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Por tal motivo es imprescindible seguir minimizando los tiempos en la legalización de una empresa, esto se logra simplificando los procesos burocráticos. ¿Cómo se simplifican?, estandarizando los requisitos para el registro de una empresa – sea persona natural o jurídica – a nivel nacional, y unificando los datos de cada una de las Cámaras de Comercio del país en un único sistema. A su vez, en aras de una mayor eficiencia, este sistema debe garantizar que todo el proceso de registro empresarial se haga en un máximo de tres días.

 

Exención de impuestos y creación de zonas francas: las nuevas empresas en Colombia empiezan a pagar impuestos desde el registro de la misma, según el Régimen Tributario Colombiano entre el 0,1% y el 1,0% dependiendo del acto. Aunque parezca una fruslería, es en realidad el abrebocas de todas las cargas impositivas que se le vienen en adelante. Impuesto a la renta del 25% (tarifa general), impuesto a las ganancias ocasionales del 10%, CREE 9%, sobretasa al CREE 9%, IVA 5% – 19%, GMF 0,4%, entre algunos otros nacionales y locales como el impuesto a la riqueza, al patrimonio, predial, ICA, etcétera.

Se olvida el Gobierno de que son los empresarios quienes generan riqueza y dinamizan la economía, a diferencia de los burócratas, quienes representan un gasto. Por tal razón es imperante hacer una exención de impuestos a los ‘primíparos’ por los tres años siguientes a la conformación de las empresas, tiempo en el cual se estima que se estabilizan financieramente. En paralelo, se deben crear nuevas zonas francas permanentes y uniempresariales, que garanticen la generación de miles de empleos e impulsen la competitividad regional.

Fomentar la cultura de la innovación: Es imprescindible generar políticas públicas para la apropiación de las herramientas tecnológicas y facilitar el acceso de los ciudadanos a la cultura, el arte y la educación por medio de internet, a través de plataformas gubernamentales que ofrezcan contenido educativo en alianza con centros de educación superior – sean públicos o privados –  que comprendan su papel como cuerpos intermedios de la sociedad en el desarrollo del país.

También es vital acercar la empresa privada a la universidad, los empresarios deben tener una responsabilidad cívica, y los estudiantes, profesores e investigadores ver con buenos ojos la inversión de capital privado a proyectos académicos de diferente índole. Colombia genera pocas patentes al año, permitiendo la financiación privada de proyectos creativos, sin duda, podremos crecer de manera exponencial en dicha materia.

Potenciamiento de las ciencias naturales y exactas: En América Latina la tendencia es tener un número amplio de estudiantes vinculados a las facultades derecho, ciencias sociales y humanas, y un número reducido en facultades de física, matemática o ingeniería. Colombia no podía ser la excepción, se estima que por cada ingeniero titulado hay 3 abogados, lo cual es comprensible debido a la complejidad del nuestro sistema jurídico. Sin embargo, esto nos deja un déficit de profesionales en ciencias naturales y exactas. El reto de los próximos gobiernos será potenciar dichas profesiones, esto pasa necesariamente por la formación básica primaria, básica secundaria y media.

Es un secreto a voces que nuestros estudiantes detestan los números, no quieren saber nada de cálculo, química o física, y si bien tampoco gustan de la lectura – un colombiano promedio lee 2 libros al año – la prefieren mil veces sobre cualquier tipo de ecuación. Ante tal escenario debe ser política de Estado la implementación-vigilancia de una formación sólida en ciencias naturales y exactas, para ello debe haber una evaluación rigurosa de los docentes y una selección sesuda de los contenidos escolares.

Apostilla: La crisis política y humanitaria en Venezuela requiere la intervención inmediata del Consejo de Seguridad de la ONU. El diálogo se quedó corto, mientras el régimen chavista asesina civiles a diestra y siniestra, la comunidad internacional guarda un silencio cómplice.

Twitter: @JairPenaGomez

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