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En la última edición de la Revista Arcadia se publicó un reportaje titulado: ¿Por qué en Colombia los escritores (casi) no venden?

Para intentar dar otro punto de vista, pongamos la lupa en dos casos que se comentan en el reportaje de la revista: El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince y Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar.

El olvido que seremos está contada desde el nivel cero de lenguaje, es decir, lo más sencillo posible, sin malabares estéticos, sin intentar sacarse a tres jugadores en el área y meterla de taquito. La novela es muy fácil de leer. Pero lo más importante es la empatía que genera el personaje. Ese papá es una putería de papá. Uno se siente muy cerca de ese personaje, uno lo quiere, lo admira, uno quiere ser un papá así, uno quisiera tener un papá así. Es decir, se crea una conexión emocional. Y la tragedia: lo matan. ¡Carajo, cómo van a matar a ese gran señor!

 

¿Por qué en Colombia los escritores casi no venden? Porque sus historias no crean esa conexión. Porque nuestras escuelas de narrativa no se han preocupado por encontrar la manera para que los escritores generen empatía con los personajes de las historias.

El olvido que seremos se lee como literatura del entretenimiento. Ya me imagino el lodazal en el que me estoy metiendo. No importa. Es entretenimiento porque no es línea dura. Es entretenimiento porque vende mucho, es popular, porque no se centra en el lenguaje, se centra en la historia, porque pinta con acciones el carácter del personaje. Estas acciones generan en nosotros la capacidad para identificarnos.

¿Por qué en Colombia los escritores casi no venden? Porque nuestra narrativa no crea personajes, ni héroes ni villanos. No tenemos un detective, un ladrón que se pueda leer en todo el mundo. No tenemos literatura popular. Y lo peor, los escritores denigran de ella.

Por otro lado está Tres ataúdes blancos, que casi no vende. ¿Por qué? Porque a Ungar le gusta la literatura de la línea dura: una literatura que buscar expandir los límites de la forma, del lenguaje, pero no le interesa generar una empatía por el personaje.

Ya lo dijimos la línea dura no vende. Tres ataúdes blancos es una historia que recuerda a La conjura de los necios, a Paris no se acaba nunca, y otras novelas que no sienten la necesidad de generar misterio, ni suspenso, ni intriga. Pero le interesa la ironía. Y a la masa no le interesa la ironía.

 

¿Por qué en Colombia los escritores casi no venden? Porque nuestras historias no generan una conexión emocional con el lector. Para contestar la pregunta, creo, hay que sacar la lupa y contestar desde los mecanismos narrativos que tiene cada novela.

 

Como buen paisa-conspiretas tengo mi cantaleta: La novela colombiana le apuesta mucho a la literatura de la línea dura pero poco al entretenimiento.

LEA: ENTRETENIMIENTO VERSUS LA LÍNEA DURA

 

 

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