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Llegó la Navidad y con ella se despierta la esperanza que quizás estuvo adormilada todo el año, se despierta la alegría y hasta cambiamos de actitud. Es una fecha que aparte de ser considerada comercial, pues tiene su magia y eso hay que aceptarlo.

Hablando de milagros y magia navideña, les voy a contar una historia de Navidad que le ocurrió a una familia amiga. Lo que esa noche sucedió es real y aunque sé que será difícil de creer… Pues así pasó.


Después de un año muy difícil, de esos que uno quiere que termine rápido para que las energías del universo cambien y haya otra oportunidad, una familia de cuatro personas (papá, mamá y dos hijas) no estaban de ánimo para celebrar.

Ese año habían pasado cosas muy tristes, los padres, quienes tenían una empresa próspera, se habían asociado con una persona que por medio de mentiras y fraude los había metido en muchos problemas hasta el punto de dejarlos en banca rota.

Eso llevó al padre a un grado de estrés tan alto que se enfermó gravemente sufriendo una parálisis facial. Cómo verán no era una buena época, ni habían motivos para celebrar.

Sin embargo, y más por las hijas que por ellos mismos, los padres decidieron salir a un centro comercial el 24 de diciembre a comer una pizza y comprar alguna «bobadita» con un presupuesto muy limitado ($30.000 cada una de las hijas).

Y después volver a casa, no tenían más familia para celebrar y pues el ánimo no era el mejor para ir con amigos. La situación de parálisis del padre lo avergonzaba y no quería mostrarse así.

Sin embargo, mientras compraban lo que podían y mientras cenaban, pasaron un momento maravilloso. Hacía bastante tiempo no estaban tan felices a pesar de los problemas.

Hay que creer en la magia de la Navidad y esperar sus milagros.

Cuando iban saliendo hacia la casa, entre la multitud que hacía compras de última hora, una de las hijas se percató de que había un niño pequeño, solo, sentado en una silla, llorando y viendo a todos lados.

Entonces después de decirle a los padres quienes notaron lo mismo, se acercaron al niño para confirmar que estaba perdido y pues obviamente no iban a dejarlo ahí.

Entonces comenzaron a buscar a los padres por todo el lugar, fueron a la administración del centro comercial y la gente de seguridad dio el anuncio, pero no podían hacer más, ya estaban por cerrar y la única opción era llamar a la policía.

Así que se pararon afuera, en el puerta principal, para ver si alguien reconocía al pequeño que apenas hablaba, tenía 4 años y no daba la información clara.

Así poco a poco se desocupó el lugar y ya eran las 10 p.m. La policía tampoco llegaba y la familia no sabía que hacer.

Entonces pensaron en llevar al pequeño a una estación de policía cercana, y de camino al lugar cayeron en cuenta de que si dejaban al pequeño en la estación, seguramente lo enviarían a un orfanato y se complicaría mucho más su situación.

Pero también sabían que podrían cometer un delito si se llevaban a ese niño para la casa, y pues con la mala suerte que llevaban… Esperaban lo peor.

Mientras estaban ahí parados tratando de decidir qué hacer, la zona se desocupó, eran las 11 p.m. del 24 de diciembre y ellos estaban solos, con un pequeño de 4 años y sin saber qué hacer.

De repente apareció una mujer que empujaba un carrito de café de esos que hay por todas las calles de Colombia y al ver al niño lo reconoció de alguna manera y le dijo a la familia que había otra familia desesperada buscando al niño al otro lado del centro comercial.

Así que ellos se dirigieron hacia allá y al llegar estaba la policía, dos camionetas, muchas personas arregladas como de fiesta desesperadas, llorando.

Cuando vieron al pequeño todos corrieron hacia la familia y recibieron al niño agradeciendo a Dios por haberlo encontrado.

La familia estaba muy feliz y después de dar unas declaraciones todo se arregló y todos se dispusieron a irse. Ya casi eran las 12.

Entonces la familia del niño, en agradecimiento les ofreció dinero que el padre no aceptó, la familia del niño insistió entonces en que se fueran todos a pasar la Navidad en su casa. Y ellos no pudieron decir que no.

Era una familia muy unida y muy adinerada, se portaron muy amables, brindaron y celebraron la vida. Lloraron y entraron en tanta confianza que el padre contó sus tristezas.

Pero era Navidad. Y resultó que uno de los miembros de la familia del niño era un importante neurólogo y prometió ayudar al padre.

Y por cosas de la vida, los padres del niño eran dueños de una empresa inmensa que se encargaba del mismo negocio que hacía la familia y les ofrecieron expandirse…

Mejor dicho les dieron trabajo…¿Pueden creerlo? La vida girando en dos horas 180°.

Ese año la familia se recuperó plenamente, el padre recuperó su movilidad y se levantaron económicamente.


Los milagros existen y en Navidad se dan más, tengo muchas historias que lo demuestran y aunque como dije al principio, se considera una fecha comercial. Creo que hay que ir más allá.

Hay que creer en la magia de la Navidad y esperar sus milagros.

Los invito a creer, a vivir la Navidad en familia, siendo paz, tolerancia y sobretodo amor.

¡Y pues claro! No caería mal recibir algún paquetico en el árbol.

Crean vivan y sueñen… Viene Navidad y todo es posible.

Feliz Navidad para todos

Gracias por leer

Por

Pineda.

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