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Hace 17 días en Colombia con gran sorpresa ganó el No en las urnas, luego de que el gobierno decidiera la refrendación de los acuerdos por la paz por parte de los ciudadanos para dar mayor blindaje a la firma del pacto con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC.
¡Increible!, sí. Como cuando se pensaba que Goliat le ganaría al rey David o que Jesucristo no sería crucificado por ser el hijo de Dios. Ganó el No y ni siquiera los promotores, esperaban que fuera así; tanto que no se tenía un plan B inmediato y fue necesario dar una ventana de tiempo para que elaboraran sus propuestas y fueran presentadas al gobierno. Hoy, luego de este tiempo, hay que decir que el país está en una completa incertidumbre, en un futuro dudoso, en el limbo.
Al respecto, hay quienes piensan que el presidente Juan Manuel Santos hará “conejo” y como dé lugar bajo la excusa de marchas, protestas y campamentos “meterá” el acuerdo a pesar del pronunciamiento del pueblo el pasado 2 de octubre, como lo dijo en su alocución de hace menos de 24 horas: “se necesita un acuerdo Ya”. Pero por otro lado, otros esperan a que se haga el consolidado de propuestas de los opositores del acuerdo para saber qué queda y que no, y mientras eso sucede Iván Marquéz ha dejado claro que: “Renegociar el acuerdo es complejo pero lo podemos analizar. No podemos permitir que se dilate en el tiempo porque corremos el riesgo de que el proceso de paz termine mal, está en el limbo (…) y si se nos muere este proceso, el limbo puede pasar al infierno y por eso tenemos que salvar este proceso de paz”.
¿Presión?, quizás. Sin embargo se debe reconocer que la dilación ha estado en todo esto. Tal vez lo peor que pueda pasarle al país es que el No rotundo de 6.422.136 de compatriotas haga regresar a Colombia la horrible noche, aunque afortunadamente no ha sido de un día para otro como lo aseguró en su momento el presidente de la república. De hecho, el grupo armado sigue paciente en la mesa y fue flexible en aceptar la ampliación del cese al fuego hasta fin de este 2016, no en vano, pero algo es algo.
Quizás este pronunciamiento de Marquéz sea una manera de mostrar al gobierno que no están dispuestos a aceptar las propuestas radicadas la semana pasada, dando a entender que “o todo se deja como esta o esto se vuelve peor”, porque entre otras las propuestas han considerado que las FARC deben pagar cárcel. Sin embargo, a pesar de estos supuestos, este mensaje que Marquéz le entregó a Daniel Coronell en entrevista debe ser una voz de alerta, al reconocer que el tiempo se agota y que renegociar no solo se puede dar en un abrir y cerrar de ojos. Es un hecho que puede inclusive prolongar o llevar a más años de negociación como lo ha dicho el ex presidente Andrés Pastrana o Alejandro Ordoñez y quién sabe si sea lo correcto o no.
El gobierno en esto, debe reconocer sus errores al querer jugar solo con la pelota, no escuchar en su momento a quienes no apoyaban los acuerdos y por ende considerar sus diferencias. Ahora, será necesario que el gobierno estando ya la “leche derramada” sea preciso, incluyente y cuidadoso con los pasos que va a dar, porque la mesa de negociaciones, los colombianos y la comunidad internacional esperan por las decisiones que se vienen y un “conejo” puede dejar mal posicionado al premio nobel de paz.
Aun así, infierno, todavía queda. Colombia no puede decir que tiene paz, hasta que otros grupos armados, bandas criminales y la misma sociedad no detengan la violencia de armas, maltrato físico y verbal. Pero sin duda prevenir un nuevo incendio con las FARC ayudará a que las llamas no provoquen la exacerbación de la violencia y los secuestros. Ojalá el humo blanco se manifieste pronto y ayude a guiar el curso del barco porque la paciencia se agota, el tiempo corre y la fuerza de quienes han decido acampar por la paz necesitan renovarse con prontas noticias o por qué no decirlo, con resultados.
Porque pasar “del limbo al infierno” no solo representa un intento más fallido para la historia de Colombia con grupos armados como las FARC. También representa un “oso” con la comunidad internacional y por supuesto un cuestionado premio nobel de paz. ¿Qué hará Santos en medio de este limbo?
Bastante equilibrado
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