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SinExcusas - AlexanderBasta con recordar afirmaciones como “el presidente tiene la facultad de redactar la pregunta que se le dé la gana” o “antes de que acabe noviembre podemos tener un nuevo acuerdo de paz” para saber que el mandatario de los colombianos a la hora de tomar algunas decisiones no le interesan los medios, sino el fin.

Quizás este corre corre en el que se le ha visto por la refrendación del nuevo acuerdo de paz tenga que ver con eso. Decisiones que se toman a la ligera o de afán para demostrar que con su poder a como dé lugar puede tronar los dedos y tratar de quedar bien. Pero en medio de tanto relajo, a este Adán lo tentó la serpiente y cayó. Al mandatario colombiano sus propias palabras le han hecho cometer el pecado más costoso de su mandato, la paz. Solo hay que recordar su campaña de reelección presidencial en medio de palomas, banderas y camisas blancas, pero más adelante también apareció una manzana, aquella que mordió delante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC en febrero de este año cuando les dijo: “Lo que se firme en La Habana lo someteré a plebiscito, les guste o no a las Farc».

Cometió pecado. Sí. Es que con el ánimo de darle mayor peso a los acuerdos de paz con el grupo armado, el pasado 2 de octubre quedó mal, al creer que el pueblo votaría por el sí en el plebiscito por la paz. Pero más allá de la pérdida hay que preguntarse con los nuevos acuerdos ¿qué paso con el compromiso de dejar al pueblo decidir el rumbo de la paz con las FARC? ¿Ya no? ¡No!, ya no. Es que ahora el afán es correr porque el 10 de diciembre Santos está citado en Oslo para recibir su premio Nobel de Paz y no puede salir con un “chorro de babas”. Tiene que llegar con un nuevo acuerdo y ya refrendado.

¡Qué pecado! La Real Academia de la Lengua Española – RAE define pecado como lo que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido. Mucha coincidencia. Y coincidencia, porque el presidente Santos por pecar prometiendo una refrendación de acuerdos vía plebiscito ha dividido a todo un país en un sí y un no, donde se ha dejado en medio a las FARC, mirando a lado y lado para ver cómo se ponen estas dos parte de acuerdo,  porque también hay que decirlo, esto ha sido un campo de batalla para ir metiendo política, aspiraciones y campañas presidenciales y quizás eso no ha permitido que se muevan medio centímetro en sus argumentos. Un ejemplo: Alejandro Ordoñez.

Pecado, sí. Pecado, porque la manzana que mordió el presidente y que ahora no reconoce con la pérdida del plebiscito le va a llevar a dejar una Colombia con una paz a medias, una paz incompleta y con sectores polarizados. Algo así como actuar a su ritmo, como se le da la gana. ¿Logrará entonces refrendar los nuevos acuerdos de paz? sí, es lo más probable, y hay que decirlo, porque a como dé lugar tiene que alcanzar su meta antes de que sea 10 de diciembre. No en vano hace unas horas aclaró tanto rumor y dijo que la refrendación definitivamente va por vía congreso de la república, donde se verán las 310 páginas empalagadas de mermelada y donde el tiempo será corto y nada raro sería ver una refrendación a pupitrazo.

Definitivamente, ¡Qué pecado! Una paz incompleta se ve a la vuelta de la esquina. El presidente Santos mordió la manzana y no la escupió, tenía que masticarla  y mientras lo hacía, veía llegar a Timochenko a Bogotá listo con el esfero para este jueves firmar en el teatro Colón. Es que ni siquiera dejó que la mesa con los del No (o con los del nunca) se levantara este lunes, cuando ya estaba esperando al jefe máximo de las FARC. Una falta de respeto, porque parece que para Santos con o sin los del No esta firma va o va.

Lo cierto, es Colombia necesita la paz y una oportunidad con las FARC nadie esperaba que fuera tan fácil, pero tampoco se esperaba fuera tan polémica gracias a un pecado. Pecado que a propósito llevó a que Adán fuera expulsado del paraíso y luego tuviera que pagar su penitencia, algo que quizás se vea también en esta historia. Un mandatario no solo cargando su trofeo de paz, sino también la cruz con el costo político que estas decisiones le van a costar. Es que ha sido toda una bola de nieve que ha llevado al mandatario a ir de embarrada en embarrada.

Que Dios nos ampare y nos cojan confesados como dice el dicho popular. Pero, ojalá el presidente Santos algún día se confiese, porque lo que se viene no será nada fácil.

Si esta es la paz que nos deja el Nobel de Paz, calculen qué se puede esperar. ¡Qué pecado!

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