No creo que todos los políticos sean un fiasco. Hay unos que son peores…
La confianza es prima hermana de la fe y aunque la segunda es creer en algo que no se ve, la primera se construye y se revalida día a día en lo cotidiano. De hecho, la vida del ser humano se da a través de las confianzas que pueda generar y las que pueda tener. Para cualquier individuo, la vida sería muy difícil si no tuviera algo o alguien en quien confiar. Por eso, a medida que va creciendo, el hombre va guardando en la gaveta de sus recuerdos, aquellos en quienes puede confiar, aquellos que sin necesidad de ver todos los días, los percibe, los siente y por encima de todo, tiene la certeza de saber que puede contar con ellos: Aquel amigo de barrio, aquella profesora de escuela, el tío buena gente que todos tenemos, ese sabor de helado que no se esfuma del recuerdo, el pequeño “ratón Pérez”, papá, mamá. Gente confiable, hechos y seres en quien confiar. Por eso, nosotros, la gente del común, no confíamos en los políticos. Tal vez tenemos fe en que van a cambiar, en que van a cumplir lo que prometen, en que no van a pensar en sus intereses, en que no van a hacer la política, el arte del engaño. Pero es difícil :
Roy Barreras regala condones y promete “meterla toda por la paz”, además de abusar de la imagen del fallecido Miguel Calero. Andrés Cristo repite la “lenguasopa “ de su hermano. John Sudarsky dice que le gusta la política en la que se gana y en la que se pierde pero advierte que no acepta el resultado si gana Peñalosa. Carlos Baena dice que él cree que la política es para servir a los demás y no para servirse de ella, Uribe utiliza el recurso de la imitación y el “ yo me llamo” para hacerle trampa a la legislación, Navarro se disfraza con barba postiza para subirse en Transmilenio, Serpa dice que lo que lo que importa es Colombia, el humorista “Alerta” se disfraza de “superpobreman”, Yahir Acuña, heredero del condenado Salvador Arana regala una botella de whiskey y 20 mil pesos (según el portal La Silla Vacía) y hasta Jorge Robledo promete que “somos todos”.
Y es que no hay que olvidar que nuestra política no está pensada para ayudar a los más pobres o para beneficiar a los más desfavorecidos. Está hecha para beneficiar a unos pocos, para enriquecer a unos pocos, para turnarse el poder unos pocos. Y claro, como en todo, habrá excepciones, pero las prácticas de la mayoría opacarán a esa “inmensa minoría”. Por cada político que emprenda una campaña buena, habrá diez o veinte que emprendan una que afecte a la mayoría y otros treinta o cuarenta que lo hagan con una intención escondida.
Es claro que los políticos están de fiesta y por eso de lo que se trata es de cambiar la cerradura y ajustar las puertas porque en este desorden,lo que terminé por perder fue la fe. En realidad, tengo que confesarlo, a mi de los políticos me gusta todo, excepto dos cosas: lo que piensan y lo que hacen. Por eso, más que políticos necesitamos es un buen sastre que tome medidas…
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