En estos tiempos que nos corren, vivimos obsesionados por contarle al mundo lo buenos que hemos sido y lo mucho que hemos hecho. Por eso las hojas de vida terminan siendo como una bolsa de maíz pira, aire que llena pero que no alimenta.
Un currículum vitae es la última esperanza de un desempleado, una herramienta casi póstuma de marketing, un utensilio de marca personal en una sociedad donde valen más los contactos que los amigos, un instrumento que se infla o se desinfla, según las circunstancias. De Linkedin, mejor ni hablar, por superficial, por banal, por insustancial, por discriminador, por aséptico y fundamentalmente, por inútil.
Una hoja de vida es la última esperanza de un desempleado
Hoja de vida de recién graduado que se respete, está llena de prácticas laborales, distinciones colegiales, medallas scout y hasta menciones de honor de grupos de oración, todo con el fin de hacer pensar que está calificado. La de un profesional mayor de 35 se concentra en lo «gordo»,en esos puestos con los que las mamás se llenan la boca de agua por sus hijos, en lo más grandilocuente, pero con el cuidado extremo de no parecer sobrecalificado. La cruel paradoja de malo si no se tiene experiencia y muy malo si se tiene. Todos, sin embargo, omiten los fracasos, como si las frustraciones y los fiascos no hicieran parte de la vida, por lo que en sana discusión, debería llamarse currículum pars vitae, o por lo menos, como en las cajetillas de cigarrillos, llevar al final y en letra pequeña, un avisito que dijera: “para efectos de mercadeo y en vista de la urgencia, se omiten las decepciones y las pérdidas”.
Una hoja de vida es un resumen de triunfos antiguos, de éxitos pasados, de victorias de otros años, por lo que en lo que respecta hacia el futuro, en realidad no dice nada, porque el pasado ya no es, el futuro aún no es y el presente cuando es, deja de ser. Una vez se escribe y se envía esperanzado como un naufrago que lanza una botellita al mar con la fe puesta que alguien la encontrará, el CV cae en manos de unos tipos, que como en una tabla ouija intentan leer entre líneas, imaginar quién está detrás de esa foto de perfil, suponer el indicado, descartar por joven o desechar por viejo, sin saber que en esas tres o cuatro hojas, no hay un resumen de cargos ocupados sino un grito de socorro, un llamado de auxilio, casi una plegaria. Por eso, en un país con una tasa de desempleo del 11.8%, una hoja de vida es un artículo de primera necesidad, pero inocuo, inofensivo, anodino e insustancial, que como las agüitas aromáticas, calman los nervios pero que no curan la ansiedad.
En Colombia valen más los contactos que los amigos
Los gurús laborales, los coaches del trabajo, dedicados a la gratificante y poco arriesgada labor de dar consejos, recomiendan currículums puntuales, que exalten las habilidades, que enaltezcan las virtudes, que glorifiquen las pericias, pero ninguno, que se sepa, recomienda nombrar los defectos y carencias, porque eso está mal visto y poco ayuda. Y pueden tener razón, porque las empresas quieren seres inmaculados, casi virginales, puros, limpios, impecables, jóvenes y perfectos, pero sobre todo, que no jodan,aunque los seres humanos seamos exactamente todo lo contrario.
El papel lo aguanta todo, pero una vida no se resume en tres o cuatro hojitas…
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Ya estoy jubilado. Nunca trabajé tanto ni en peores condiciones que cuando buscaba trabajo.
La ansiedad y desespero se me debían notar en la cara.
La última vez, ya tenía 40 años. Pasé la peor época de mi vida.
En entrevista con el propietario de una empresa, me ofreció unas pésimas condiciones. Pensando en mí situación y mi familia, decidí aceptar, pero, estúpidamente, le dije que le contestaría al día siguiente.
Me dijo: «tienes 40 y éste es tu último tren». Contesté «¿Dónde debo firmar?». «Firmarás mañana…».
Por suerte, cuando estaba a punto de cumplirse mi contrato de 6 meses, este señor vendió su empresa a una gran compañía. Los nuevos dueños y sus sicólogos seleccionadores empezaron de nuevo y despidieron a la mitad de la gente. A mí me entrevistó un sicológico del que fui jefe años más tarde. Era el peor seleccionador del mundo (la prueba es que me había escogido a mi).
Trabajé en esa empresa por más de 20 años hasta que me jubilé.
He visto miles de hojas de vida. Casi todas, siguen los patrones marcados por los que viven de «enseñar» cómo se hacen. Personalmente, nunca me sirvieron de mucho para decidirme por alguien. Pero son un elemento de descarte tan superficial como injusto.
Armas de doble filo, autotrampa mortal y exposición a prejuicios de algunos «peores sicólogos del mundo».
Mucha suerte, muchachos, porque la van a necesitar. Tanto como una buena hoja de vida.
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Que me dicen de esas sicologas de selección quese creen Dios para descartar lagente que tiene la experiencia necesaria, creen que nunca van a llegar a los 40 y quisiera verlas cuando lleguen a esa edad y nadie quiera recibirlas y prueben el sabor
amargo de tratar de encontrar un trabajo después de esta edad.
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escuela gringa en cualquier curriculo… entre mas aire mejor se vende… pero a la hora de los resultados… como los nidos de las palomas… mitad paja… mitad mierda… ah la experiencia??? y eso para que…?
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Gracias por su tiempo para obtener este Radiografía…!
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Muy acertado.
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Totalmente cierto, además cuando preguntan en la entrevista los defectos, se debe responder: «soy muy perfeccionista, me desespero si no tengo todo al día, también tengo por defecto poner el trabajo por encima de la familia y mi salud, mis compañeros se enojan conmigo porque quiero que trabajen a mi ritmo que es de 5 de la mañana a 12 de la noche de lunes a domingo etc.
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