Iba a escribir sobre procrastinación, pero mejor lo dejo para mañana. Ojeando las noticias deportivas que hablan acerca de la situación de salud de Pelé y la nueva nominación a James Rodríguez como uno de los quince mejores centrocampistas del mundo, no puedo evitarlo, y aún sabiendo que se me vendrá el mundo encima, debo decirlo: Me gustaban más los días de antes, esos días tranquilos en los que no nominaban a James para uno de estos premios.
Antes, debo confesar sin pena alguna, que soy uno de los muchos colombianos que antes de James me gustaba el Barcelona, pero ahora me interesa más el Real Madrid. Creo que aún con su poca edad, ya tiene un lugar en la historia del fútbol colombiano y que sin duda alguna es una de las estrellas del deporte en el mundo.
Pero esto de las nominaciones, me tiene francamente mamado. Y no es que no se los merezca. Esas y muchos más. Lo que sucede es que ya saturan, porque no pasa un día sin que aparezca una nominación: Mejor gol del Mundial, bota de oro, al once ideal del Mundial, al once ideal de la liga española, al Premio Puskas, al equipo ideal de Europa, al balón de oro, al mejor centrocampista, al más sexy, al que más gana, entre muchos otros.
Increíblemente Pelé , tal vez el mejor jugador del fútbol de la historia para muchos, recibió muchos premios y reconocimientos pero al final de su carrera en 1974, entre ellas su posición de ministro de los Deportes en Brasil en 1995. A lo largo de su carrera, aparte del premio al mejor jugador joven en 1958 y balón de plata en el mismo año, la mayor distinción extradeportiva, aunque fuera consecuencia directa de su juego, fue el reconocimiento a sus 1284 goles a lo largo de su carrera, reconocimiento no exento de polémica, porque muchos consideran que se le sumaron goles en partidos de dudosa existencia.
Es claro que me estoy envejeciendo, pero en realidad me gustaba más lo de antes, cuando los jugadores jugaban por jugar (incluido James cuando corría en el Pony fútbol con el sólo interés de divertirse) y no lo de ahora, cuando son la pieza más débil de un gran engranaje de mercadeo financiero en el que ellos no son más que una ficha que se pone y que se quita. Todos los reconocimientos a James son un honor, pero no nos digamos mentiras, detrás de cada uno, hay un interés comercial, bien de Adidas, bien de Nike, bien de Coca Cola, bien de DirecTV, o bien de cualquier multinacional que le llene los bolsillos a la verdadera mano negra que mueve los hilos del deporte: la FIFA. Es por eso que habrá tantos premios como patrocinadores lo requieran. Y con seguridad, ahí estará nominado James.
Hoy, ya no existen niños que quieran ir al estadio, como tampoco existen pelotas de letras con las que se pueda rasguñar las paredes blancas. Existen niños que quieren ser famosos y ganar dinero y premios como Messi, como Cristiano, como James, Pese a todo, los balones siguen corriendo raudos por las calles destapadas. Y detrás corren los niños. Esa es la esperanza que mantiene vivo el fútbol. No los premios.
En el fondo, creo que James piensa lo mismo…
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