La utopía aquella según la cual la pandemia nos volvería mejores seres humanos se ha ido desvaneciendo de a pocos y a poquitos.
Todo es especulación. Hoy nadie sabe nada, nadie parece tener una respuesta confiable, porque lo que hoy parece ser cierto, mañana no lo es tanto, y muy a nuestro estilo lo que ha terminado por pasar es que todos nos hemos ido acomodando, bien para sobrevivir o bien para sacarle algún provecho.
Y en esa oscuridad seguimos buscando algo a qué agarrarnos, algo de luz que nos permita alimentar aunque sea la esperanza. Al principio nadie lo creyó. Luego pasamos al folclor y a lo anecdótico, a la excusa temporal para no ir a trabajar, luego a la sospecha y al temor, a la rabia y al dolor de los muertos que nos tocaron, pasando luego a la absurda necedad de creernos invencibles. Hoy hemos vuelto a los miedos y al culillo, ya que esta espiral de incertidumbre y titubeo ha vuelto a comenzar.
La utopía aquella según la cual la pandemia nos volvería mejores seres humanos se ha ido desvaneciendo de a pocos y a poquitos.
Dios, en todas sus versiones, no parece habernos funcionado, porque la estela de muertos y expirados no encaja con la idea de un ser omnipotente que nos cuida. Las religiones han elaborado desde siempre un discurso que lo eximen a él de toda culpa con respecto a los miedos que nos afligen y nos duelen. En las tradiciones de la India el tema se resuelve con la Ley del Karma, el budismo nos ha dicho que nuestro sufrimiento es producto del deseo y del apego, el Islam nos ha hecho creer que todo se trata de un misterio divino que no logramos comprender, mientras que algunas versiones cristianas evangélicas lo explican como el resultado de un castigo. Los católicos hemos creído que Dios está en medio del sufrimiento, porque él ama a quien está sufriendo, hace suyo su dolor, lo abraza y jamás lo abandona.
Aunque cada cual cree lo que quiere, ante tantos muertos sin respuesta, parece ser que la convicción ha virado y ha puesto sus ojos en la ciencia, como una cruel paradoja de la eterna dicotomía entre la fe y las pruebas de laboratorio. La oración se ha vuelto una forma de consuelo, pero la esperanza está puesta en la vacuna que aún no llega, porque aunque dé dos pasos, el bicho parece dar el doble.
Dios, en todas sus versiones no parece habernos funcionado
Y es que en medio de tanta cuarentena escalonada, especial u obligatoria, obligatoria con excepciones, cuarentena por sectores, cuarentena inteligente o cuarentena estricta, la gente está mamada y por eso sale a las calles en busca del rebusque, porque los que no tienen nada, generalmente, tienen a alguien que cuidar. Otros, se creen los dueños de la nueva «normalidad» y se niegan a aceptar que el peligro no ha pasado y no ven que la ciencia podrá descubrir la vacuna contra el covid 19, pero no contra la estupidez y la bobada.
Dios o ciencia, lo único cierto es que los muertos se acumulan sin remedio. Seguimos sin encontrar una respuesta porque a la larga solamente somos expertos en gel y en tapabocas…
Qué cuento estarán preparando los mercantilistas de la estúpida idea de dios ahora que los fenómenos son tan evidentes y los fetiches en estampida. Somo de dice Stephen Hokins hay suficiente evidencias físicas para atribuirle la aparición de la existencia un dios
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Falsa la dicotomía entre fe y ciencia. Ese es un argumento falaz de los ateos, carente de racionalidad. La cosa es muy sencilla: para hacer ciencia, en primer lugar hay que tener fe. Fe en que la verdad vale la pena buscarla y que existe, fe en que el mundo es inteligible, y sobre todo, que nuestras mentes pueden interpretar correctamente el mundo. Ningún método científico ni filosófico pueden demostrar con certeza estos supuestos. Tenemos que adoptarlos como axiomas, es decir, como actos de fe. Ya A. Einstein lo decía sabiamente: «lo más incomprensible es que el universo sea comprensible». Y el gran físico Eugene Wigner escribió un famoso libro hablando de la irrazonable eficacia de las matemáticas para interpretar el mundo. No hay razón válida ni mucho menos científica para que las matemáticas tengan esa maravillosa característica. Simplemente tenemos que agradecer y aceptarlo por fe. ¿De dónde proviene toda esa racionalidad física y matemática que hace al universo comprensible para unas mentes también racionales? La respuesta es simple: PROVIENE DE UNA MENTE UNIVERSAL Y RACIONAL. Así que la fe no es solo religiosa, es también indispensable para hacer ciencia. DIOS Y LA CIENCIA SON HERMANOS, NO ENEMIGOS. Más bien es válido afirmar que el ateísmo se queda sin respuestas ante estos interrogantes tan profundos, y simplemente dan como respuesta que TODO FUE CUESTIÓN DE AZAR Y QUE FUIMOS MUY, MUY, MUY DE BUENAS, ES DECIR, TODA LA RACIONALIDA QUE VEMOS A NUESTRO ALREDEDOR ES PURA CHIRIPA. Eso si es un absurdo total.
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Eclesiastes dice lo siguiente :he aquí esto he hallado:que Dios hizo al hombre perfecto, pero ellos buscaron muchas perversiónes.. Si Dios no existe de quien es la culpa?
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Su conocimiento de Dios es pobrísimo. Su catolicismo es claro. La idea que tiene de DIOS es demasiado humanista, como humanista la idea de que el hombre va a mejorar por cuenta de una enfermedad. Patético y triste, porque son millones y en aumento los que piensan como usted.
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Que diferencia hay entre un dios que no existe , y uno que aún existiendo no tiene efectos prácticos?
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Acabo de descubrir esta increíble gráfica: muestra cómo, entre más religioso es un país, más pobre es. Colombia está arriba a la izquierda (no aparece en esta pero si en otra). https://qph.fs.quoracdn.net/main-qimg-3d02dae62924214929fefa4f3ee443af. Amén!
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Como Catolico creo que el virus no tiene nada que ver con Dios y mucho menos responsabilizarlo de esto. A caso el dijo cómanse los murciélagos en sancocho?..esto es de humanos y como humanos lo tenemos que resolver. No termino de entender por que estos periodistas quieren achacarle la culpa a Dios de esto. Libre albedrío no?
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si a una persona que vive aislada, y que no conoce de la tecnología, le hablan de la televisión y del celular, y todo lo que se hace con esos aparatos, dirá que quien lo dice esta loco, lo mismo sucede con quien no conoce de Dios. que dice que no existe, porque no lo conoce.
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Dios no existe. Es así de simple. Es solo una proyección infantil del papá para explicar lo inexplicable. La ciencia sugiere fuertemente que no existe nada parecido. Mejor aclaro: si usted es católico, yo como científico le puedo ASEGURAR con absoluta certeza que ese dios que le viene a la mente no existe. El ateísmo no es nuevo. Cito a Andrés Holguín: «En la India antigua hubo radical ateísmo. En el Swasanver Upanichada se afirma categóricamente que no existe ningún Dios. El jainismo, surgido en el siglo VI antes de Cristo, también es de tendencia atea, pues sus practicantes no creen que el universo haya sido creado por un “dios” u otro “espíritu. A diferencia de otras religiones como el cristianismo que se ven en serias dificultades para explicar por qué hay maldad, al jainismo se le facilita explicar el mal: su prevalencia en el mundo es la mejor prueba de que no hay ningún dios. Por eso cantó Atahualpa Yupanqui: «Un día yo pregunté, Abuelo, ¿dónde está Dios? Mi abuelo se puso triste y nada me respondió…por su casa no ha pasado tan importante señor…¿Que Dios vela por los pobres? Tal vez sí, y tal vez no, pero es seguro que almuerza en la mesa del patrón…»
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Los filósofos franceses de la edad media definían así a dios: «Un ser con el cual y sin el cual, el mundo sigue tal cual»
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Ciencia y fe son conceptos totalmente opuestos. mientras la ciencia consiste en creer lo que se ve, la fe consiste en creer en lo que no se ve.
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